Esposo arrepentido -
Capítulo 67
Capítulo 67:
«¿Quieres saber qué pienso?»
Continúa, buscando mi mirada.
«Creo que te diste cuenta de la conexión que hay entre padre e hija y te sientes mal por haberlos separado tanto tiempo. Al principio dijiste que tomaste esa decisión por el bien de tu niña, pero ella era solo eso, una recién nacida incapaz de tomar una decisión tan importante y para ti, Adam no era más que un infiel que se merecía lo peor, y por eso no merecía a tu hija, pero ahora te diste cuenta que te equivocaste ¿No es así?»
No sé qué responder y solo por eso me quedo en completo silencio.
«Aquí hablamos de perdonar a Adam y sus acciones pasadas, pero jamás hablamos del perdón hacia uno mismo, Ava y ese es el más importante. Tu persona es con quien vas a pasar el resto de tu vida. Mente, cuerpo y espíritu tienen que ser uno solo para poder salir adelante, así que lo más importante es perdonarte por todas las cosas que hiciste mal, cosas que te están comiendo el alma como el haber ocultado a la niña de su padre y viceversa, ahora que te has dado cuenta de cuánto amor hay entre ambos”
Llena de emociones, con miles de pensamientos en la cabeza y lágrimas escociendo mis ojos, solo puedo negar con la cabeza, incapaz de poder decir algo en estos momentos porque me siento terriblemente conmocionada.
«Es fácil señalar con el dedo y esperar que el otro nos pida perdón, también es fácil otorgarlo, pero perdonarse a uno mismo por los errores cometidos es de las tareas más difíciles que tenemos como seres humanos. Puede que parezca sencillo o incluso algo de menor importancia, pero el hecho de que estés llorando cada noche me demuestra que estás tocando fondo, Ava, y es aquí donde decides si nadas o te ahogas”
POV Adam.
Apenas llegamos de la consulta con la psicóloga, Brooklyn fue directo a su cuarto de juegos donde suele pasar la mayor parte del día mientras nosotros nos enfocamos en nuestro trabajo.
Sin embargo, Ava no hizo nada de eso, solo subió a su cuarto donde se encerró y ya han pasado dos días desde entonces.
No ha salido para comer, ni hablar, mucho menos trabajar. Supongo que confía en mí con Brooklyn porque tampoco ha salido a verla.
He intentado hacer todo lo que ella hace respecto a nuestra hija, como preparar su almuerzo con las fibras necesarias y seguir sus instrucciones acerca de cuándo y qué se le puede dar de postre después de cada comida, pero la verdad es que esta casa se siente demasiado vacía si ella no está aquí.
He intentado varias veces acercarme a hablar, preguntar si necesita algo o al menos para saber qué está pasando, pero jamás obtengo respuestas.
Ava solo está ahí, encerrada.
“Papi, ¿Mami saldrá de su cuarto hoy?”, pregunta Brooklyn, jugando con sus huevos revueltos.
“No lo sé, amor. Mami necesita un tiempo a solas”
“Pero lleva cien años ahí”
Sonrío, porque es obvio que los niños no tienen idea de cómo funciona el tiempo.
“Lleva dos días”, aclaro.
“Pero está bien, todos necesitamos estar solos a veces”
Frunce el ceño.
“Yo no”, dice.
“No me gusta la soledad. A mami tampoco”
“¿Cómo lo sabes?”
Se encoge de hombros.
“Siempre quería dormir conmigo. Creo que le teme a la oscuridad”
Suelto un suspiro, bajo mi taza de café y busco la mirada de mi niña quien está prestando demasiada atención a nuestra conversación.
“Seguramente mami solo quería dormir contigo porque le gustaba ¿No crees?”
Brooklyn baja la mirada de inmediato.
“¿Qué tienes?”
Niega con la cabeza.
“¿Hija?»
Durante varios segundos se mantiene callada y la verdad es que no entiendo por qué, pero sé que oculta alguna cosa.
“Mami… ¿Está encerrada porque fui mala con ella?»
“¿Qué? No, claro que no”
“¿Entonces por qué no me arropa ya antes de dormir?»
“Bueno, te dije que mami necesita un tiempo para sí misma. Está pasando por algunas cosas y…”
“¿Qué clase de cosas?»
“Cosas de adultos»
Le corto, logrando que ella ruede los ojos.
“Mira, mami estará bien. Saldrá en algunas horas o días y todo seguirá normal, pero tienes que asegurarme de que vas a comportarte y serás amable ¿De acuerdo?»
Brooklyn hace un puchero, negando con la cabeza.
“No”
“¿Por qué no?»
“Porque estoy molesta», me dice con firmeza.
“Mami dice siempre que no es bueno decir mentiras, pero ¿Por qué ella sí puede mentirme?»
Suelto un suspiro.
“Hay cosas que vas a entender cuando seas mayor y te las explicaremos con gusto. Ahora, ambas tienen mucho qué procesar y está bien. Solo deben darse el tiempo y todo estará genial”
Brooklyn parece aceptar mi propuesta porque no hace más que guardar silencio y terminar su desayuno.
El día apenas está comenzando, no sé qué haremos hoy para que ella se entretenga porque la verdad es que tengo una mañana ocupada con los asuntos de la empresa, los cuales de a poco han ido quedando en la completa nada, cuando el timbre de casa resuena por todo lo alto.
Con el ceño fruncido, me pongo de pie, dispuesto a llegar a la entrada a ver de quién se trata porque la verdad es que no esperamos a nadie, porque los demás saben que no deben venir a vernos.
“Quédate aquí, hija, ahora regreso», le digo a Brooklyn.
Cuando llego a la entrada, noto que hay una mujer de traje y con un maletín en mano quien espera ansiosa que abra la puerta.
“¿Hola?»
De mediana edad, castaña, petiza, con un porte elegante marcado y una fortaleza en el rostro, la mujer me analiza con sus ojos avellana cuando me tiene frente a ella.
“Señor Byrne», tiende la mano hacia mí.
“Mi nombre es Julia. Soy la trabajadora social”
¡Maldición!
El corazón parece que se me va a salir del pecho en este mismo instante.
No puedo ni siquiera pensar en que esté frente a mí y aunque sabía que habría visitas, jamás pensé que llegarían de improviso y sin avisar absolutamente nada.
“Estoy aquí como parte de su acuerdo de convivencia con el juez», continúa.
“¿Vamos a pasar?»
Parpadeo, regresando a mi realidad.
Me hago a un lado para que pueda entrar, notando que queda maravillada con la entrada de la casa.
.
.
.
Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.
Reportar