Esposo arrepentido
Capítulo 6

Capítulo 6:

“No fue bueno, ¿Cierto?”

Trago grueso, mientras niego con mi cabeza.

“¿Quieres hablar de eso?”

“¿Cuándo he querido hablar de eso o de algo en realidad?”, pregunto, con una ceja en alto.

“Mira, no tengo ánimos ahora. ¿Necesitas algo?”

Will, como siempre, con su personalidad tan tranquila y serena, en vez de irse como lo estoy pidiendo, saca de su bolsillo un chocolate, el cual me entrega con una sonrisa tímida en sus labios.

Por supuesto que lo tomo, es algo que no puedo rechazar.

Ni se debe de rechazar, en ninguna oportunidad.

Todo el ejercicio, el cuidarme con las comidas y el hecho de que por mi salud, debo cuidarme, queda en el pasado cuando mis ataques de ansiedad me toman, y él lo sabe.

En estos años y con la cercanía que tiene con Brooke, se ha hecho imposible que no lleguemos a conocernos hasta este punto, donde sabe que necesito apoyo y que con un poco de chocolate, terminaré cantando como un canario.

Cuando el sabor se queda en mi boca puedo sentir como la tranquilidad me toma y por consiguiente, se me suelta la lengua.

“Iré a Nueva York”.

Aquello lo deja tan sorprendido que lo veo en sus ojos y en la expresión que pone.

“¿A Nueva York? ¿Para qué? Creí que no querías regresar ahí”

Inhalo profundo.

“Justo eso. No quiero, no sé cómo haré siquiera para subirme al avión, pero debo ir”.

Durante algunos segundos se queda tildado, pero de repente comienza a asentir con la cabeza.

Se nota a leguas que está pensando y aunque reconozco que le he hablado algo sobre Adam, jamás le dije su nombre, mucho menos la razón por la que nos separamos, aunque es difícil no saber la historia completa por los medios que cubrieron el juicio y lo demás, durante bastante tiempo.

“Bueno… me tomas por sorpresa, pero supongo que podríamos acordar cómo nos organizaremos aquí y si quieres, me presento como voluntario para cuidar a Brooklyn en lo que regresas. Sé que no quieres que ellos…”

“Brooklyn viene conmigo”, le corto, dejándolo todavía más sorprendido.

“Es mi hija, jamás la he dejado, mucho menos me separé de ella, y no lo haré ahora”.

Sacude la cabeza, mirándome con el ceño fruncido.

“Eso lo entiendo. Sé que es tu hija, pero dijiste… creí que no querías que su padre…”

Trago grueso.

“Tengo que decirle en algún momento y aunque no es el correcto, no creo que exista un evento o lugar adecuado para decirle que le oculté a su hija”.

«Pero él jamás te buscó», recalca.

«Dijiste que le enviabas mails mientras estabas aquí, pero que él jamás respondió. Eso le quita derecho a saber».

«No lo hace, porque en ninguno de esos mails le aclaré que tendríamos un hijo».

«-Pero buscabas tener una conversación y eso no pasó. Ese hombre no las merece, él no…”

«No lo sabes», le corto.

«Ninguno sabe si nos merece o no, si cambió o si yo estoy lista para afrontar esto, pero es algo que debe de hacerse y no hay nada que puedas decir que me obligue a cambiar de parecer. Mi hija vendrá conmigo, conocerá a sus abuelos y también a su padre, sin importar cómo terminen las cosas para mí».

«Veo que estás decidida», murmura.

«¿Eso significa que van a mudarse? ¿Qué pasará con tu trabajo aquí? ¿Qué le diremos a los clientes?»

Me encojo de hombros.

«Si decide hacerse cargo, si quiere tener relación con ella, no tendré más remedio que viajar cada vez que sea necesario, aunque eso supongo que lo veremos sobre la marcha».

«Esto es… las echaré de menos».

«No es como si nos fuéramos mañana».

Me mira, con demasiado sentimiento en sus ojos.

«Siento como si ya se hubieran ido».

«Tampoco exageres tanto».

Aquello le saca una sonrisa.

«No es eso, es solo que llevo tantos años cuidando de Brooke, que la siento… como si fuera mi sobrina».

Solo por un instante pensé que diría que sentía a mi hija como suya, y agradezco que no lo haya hecho, más que nada, porque quiero ahorrarle la vergüenza de tener que recordarle que mi familia solo se cierne sobre mi hija y sobre mí.

Nadie más, mucho menos alguien que intenta tomar el papel de padre, algo por lo que siento culpa, pues de sentirse de esa manera, sería completamente por mí, por no haber detenido el acercamiento que tiene con mi bebé desde que se conocieron.

«No te preocupes, encontraremos la forma en que todo cuadre», explico, sin dar más razones.

«¿Deseas algo más?»

Con una clara señal de que necesito que se marche, suelta un suspiro poniéndose de pie.

«No, solo quería asegurarme de que estabas bien. ¿Quieres un café o algo?»

Niego con mi cabeza.

«Estoy bien por ahora, gracias».

Will se pone de pie.

Sin importar cuánta cercanía tengamos, mi papel de jefa está demasiado impuesto en esta oficina como para dejar pasar el tiempo fraternizando conmigo como si no hubiera trabajo.

La hora del almuerzo acaba, yo intento sacar el tema de mi cabeza por algún tiempo, pero es demasiado difícil dado que llevo años en lo mismo, y ahora es real.

Mi mente quiere enfocarse en el plano que tengo frente a mí.

Es un trabajo que necesita ser entregado pronto y que está bajo mi mando, pero por más que intento trazar las primeras líneas que van a permitir que todo tome forma, me es imposible.

Nueva York, Adam, mis padres, mi hija.

Todo me da vueltas y sé que de ir a casa y pensarlo mejor, seguramente terminaré arrepintiéndome, por eso abro mi laptop ingresando a la página que necesito, reservando los tiquetes de avión para días antes de la fiesta, asegurándome de dejarlos pagados.

De esa forma, es casi imposible que los deje perderse.

Suelto un suspiro alejando las manos del teclado.

Está hecho, pienso, ahora solo queda tomar el valor de ir al maldito aeropuerto en ese día.

La planeación del evento es algo increíble.

Desde Londres me han estado enviando la lista de invitados y aunque sabía que iba a ser algo grande, jamás pensé que tendría que rentar todo un teatro para poder llevarla a cabo y que tuviéramos un poco de espacio.

Desde el principio quise hacerme cargo de los detalles más importantes como la organización de las mesas.

Sé que cada persona que venga, tendrá amigos en común y para no hacer todo incómodo, creo que es mejor poner a las personas con quienes ellos más contacto tengan, así que eso recae en mí.

Para cuando llego a la mesa principal, coloco el nombre de Ava junto al mío y me quedo mirando esa unión por solo unos segundos antes de cambiarla a tres asientos a mi derecha, junto a la señora Paulson.

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