Esposo arrepentido -
Capítulo 52
Capítulo 52:
En cualquier otro momento me habría negado, pero el ver que la presencia de Will y el significado que tiene para Brooklyn, lo están destruyendo.
Y todo por mi culpa.
«Lo siento, pero no te dejaré», digo, obteniendo sus ojos sobre mí.
«Le diré a Brooklyn que puede vestirse sola, que iremos a pasear al parque. Tomaremos el desayuno fuera ¿Qué te parece?»
Suelta un suspiro, como si le hubiera quitado un peso de encima.
«De acuerdo, nos hará bien salir por un poco de aire”
Viendo que la idea le sienta bien, camino hacia donde está mi hija, arrebatándola de los brazos de Will quien me observa con el ceño fruncido, aunque no le presto atención.
En estos momentos, prefiero conservar la calma.
«Amor mío, iremos a desayunar afuera ¿Qué te parece? Una fiesta de té en el parque”
Sus ojos se iluminan.
«Pero solo iremos si te cambias de atuendo. Puedes escoger lo que tú quieras”
«¡Sí, fiesta de té!»
Comienza a patalear para que la suelte, cosa que hago poniendo sus pies en los escalones.
Está a medio subir cuando se voltea a ver a Will.
«¿Vienes con nosotras?»
«No…”
«No, amor. Will tiene que irse», le corto, sonriendo a mi hija quien lo saluda con la mano antes de subir a su habitación, donde cierra la puerta.
Solo cuando siento que la puerta se cerró y que sé que hasta allí no se escucha absolutamente nada, es cuando me volteo a ver a Will, quien no está para nada feliz.
«Tienes que irte», digo con firmeza.
«Lo siento, pero no puedes quedarte aquí”
Frunce el ceño.
«¿Por qué no? Parece que hay muchas habitaciones”
«Las hay, pero no para que te quedes, tenemos una orden de la jueza de familia que nos prohíbe ver a otras personas en treinta días antes de tomar una decisión con la custodia de Brooklyn”
Aquello lo deja desconcertado.
«¿Qué? ¿Este hijo de p%ta planea quitarte a Brooklyn?»
Sorprendida por la reacción y la elección de palabras, estoy a punto de responderle cuando veo que Adam se acerca por detrás, con una mirada amenazadora en su rostro.
«¿Cómo me llamaste?»
«Nada, no dijo nada», susurro.
«Will, tienes que…”
«¿Te desapareces cuatro años dejándolas sola y ahora quieres hacer el papel de padre preocupado?», lo incita Will, dejándome en el medio de ambos hombres.
«¿Cómo pudiste permitir que llegara tan lejos?»
«Will, tienes que irte. Esto no es tu asunto”
Me mira como si acabase de decir algo imperdonable.
«¿No es mi asunto?»
«Yo soy su padre», dice Adam, aproximándose.
«¿Quién demonios te crees? ¿Con qué derecho vienes aquí a tratarla de esa manera?»
Will se ríe, con una clara tristeza en su tono y la verdad, es que siento pánico de lo que sea que vaya a salir de su boca ahora mismo porque tenemos historia, una que Adam desconoce, una que yo misma me negué a aceptar pero que ahora, por el temor a que se sepa, la reconozco.
“¿Nunca oíste el dicho de que padre no es quien engendra si no el que cría?”
Lo pincha Will, totalmente derrotado.
“Te crees padre solo porque lleva tu sangre, pero ¿Qué hay de las noches en que pasó llorando porque Ava no podía darle el seno por las medicaciones que tomaba para superar la depresión? ¿Dónde carajos estabas cuando dio sus primeros pasos y lloraba cada que la levantábamos del suelo? ¿O la primera vez que enfermó? ¡Yo estuve ahí, desde el momento en que nació! Solo me reconoce a mí como su figura paterna, porque fui el único que hizo lo posible porque fuera feliz y una niña amada. ¡Yo la amo como si fuera mi hija, eso me da el derecho!”
Adam retrocede, como si las palabras le hubieran abofeteado incluso más fuerte que cualquier otra cosa. Veo en sus ojos la decepción, la traición, el dolor y lo admito, lo jodí. Mucho.
“Yo la sostuve en mis brazos, la alimenté con su biberón, le enseñé sus primeras palabras. Yo, nadie más, yo. Cuidé de ambas, de Ava cuando tuvo su depresión. Yo fui su apoyo. ¿Tú dónde estabas? ¿Con tu amante o con la amante que te conseguiste después? Maldito infeliz de porquería”.
“Mill…”
“¿Y ahora peleas por la custodia? Eres un chiste, pero te diré una cosa”, dice, acercándose, aprovechando el estado de Adam.
“Así ganes la custodia y Brooklyn lleve su apellido, los recuerdos de todas sus primeras veces, será conmigo, no contigo. Yo seré, por siempre, el primer padre que conoció”
Está tan convencido con sus palabras, que incluso a mí me mira como si fuera a defenderlo y entiendo por qué lo cree.
Durante años dije cosas que no debí decir sobre Adam, sobre nuestra relación.
Yo le permití creer que él tenía poder de decisión sobre mi hija, yo le di un lugar que no le correspondía en primera instancia y ahora está arriba.
Demasiado arriba como para bajarlo de un solo golpe.
“¡Lárgate!”, grito, sorprendiéndolo.
Lo tomo por el saco, lo arrastro hacia la salida y por más que intenta oponerse, termino llevándolo hasta la puerta de la entrada, donde le acerco la maleta.
“Tienes que irte…”
“Ava, puedo ayudarte a ganar la custodia, yo…”
“Lárgate”, le corto.
“Y no solo de mi casa, sino del país, porque aquí no tienes nada qué hacer”.
Sorprendido, retrocede.
“¿Qué dices?”
“Gracias por la ayuda que me diste todo este tiempo, de verdad. Fuiste un gran amigo, pero no te permitiré que te creas con derecho sobre mi hija o sobre mí, cuando solo acepté eso, tu ayuda”.
“Ava…”
“No eres el padre de Brooklyn, ella ya tiene uno y fue mi error intentar resguardarme en ti. Vete, y no vuelvas. No quiero tu ayuda, no la necesito y la empresa no va a correr con más cargos que no sean el de tu boleto de avión de regreso a casa, así que decide, pero aléjate de aquí que ya bastante la has complicado”.
Puedo ver la decepción en su mirada y muchas cosas más.
Está tan confundido con todo que lo único que hace es tomar su maleta saliendo de la casa, dejándome allí, de pie, intentar pensar en cómo carajos voy a remediar lo que sucedió aquí.
Jamás pensé que Will fuera capaz de creerse con derechos, pero lo entiendo.
Sí estuvo con Brooklyn y conmigo fue porque yo se lo permití. Si le tomó cariño, como si fuera su hija, fue porque yo dejé que eso sucediera y me arrepiento, porque no solo herí a mis padres, a mi hija y a Adam, sino también a Will, haciéndole creer que nosotros podríamos ser algo más que simples amigos.
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