Esposo arrepentido
Capítulo 45

Capítulo 45:

«Fue un padre ausente. Nunca le importó qué hacía con mi vida más allá de mis estudios para convertirme en arquitecto».

Anota aquello también.

«Entonces, retomando lo que dijo de su matrimonio, lo intentó, pero no funcionó. ¿Eso es?».

Suelto un suspiro, asintiendo.

«Sí. No funcionó para mí y la verdad es que no sé por qué. Estaba molesto por no poder hacer mi vida como quise y por todas las responsabilidades que me pusieron encima. Tenía una esposa, una empresa, un trabajo y todavía encima tenía que pensar en emociones y la verdad es que no quise hacerlo».

«¿Y qué pasó luego?».

«Conocí a mi amante», digo, sintiendo el mal sabor de boca que me deja esa palabra cada que la digo.

«Era pasante en mi empresa y todo comenzó como una cosa de una noche. No iba a hacerlo, no quería porque Ava no se lo merecía, pero caí y seguí cayendo después de darme cuenta de que tenía en ella, esa ilusión de libertad que siempre quise».

«¿Se sentía atado a Ava?».

«Obligado», susurro.

«Esperaban de mí que fuésemos una familia perfecta y nosotros no teníamos las cosas claras».

Hablar del pasado a veces se siente mal.

Quisiera cambiar tantas cosas, pero ahora mismo estamos aquí por Brooklyn.

Ella es la razón, me digo, y por eso vuelvo a enfocar la mirada en la doctora.

«Cometí un error que me ha costado cuatro años de mi vida».

«¿Por qué lo dices?».

«Ava se fue, me dejó, y no he podido avanzar desde entonces».

«¿Te sientes estancado?».

Sonrío levemente.

«Lo sentía, hasta que supe que teníamos una hija en común. Ella es… es preciosa, y es mía, por eso estamos aquí».

«Así es, estamos aquí por Brooklyn, pero también para que ustedes como padres y esposos, puedan tener una relación de estabilidad para poder ser los mejores tutores para su hija. Sé que ir al pasado no cambia el presente, pero puede cambiar el futuro y ustedes necesitan dejarlo atrás. Para aprender a soltar, primero deben aprender a sanar».

Suelto un suspiro.

«No creo que eso sea posible».

«¿Por qué es eso?».

«Porque Ava no va a perdonarme. Me abandonó por eso, incluso después de profesarle que estaba arrepentido, de aceptar todo lo que hizo para vengarse de mí y de dar mi vida por ella sin pensarlo: Se fue, me abandonó».

«¿Y la resientes por eso?».

Frunzo el ceño, negando de inmediato.

«Claro que no. Jamás lo hice. Cuando me dijo que se iría estuve de acuerdo porque era lo que ella quería hacer. Yo la alenté a dejarme, pero… no… nada».

«Adam, estamos aquí para hablar y nada de lo que digas, lo sabrá nadie, así que di todo lo que quieras».

Me duele el cuerpo de solo pensar en soltar estas palabras, pero estoy cansado de guardarlas.

«Cada que intento enfadarme con ella, tener rencor por haberme ocultado a nuestra hija en un acto tan egoísta, me siento… siento como si no mereciera sentirme de esa forma ¿Entiende? Como que… siento que, por todo el daño que le causé, tengo que aceptar todo lo que ella quiera hacerme».

«¿Todavía sientes culpa por la infidelidad?».

«La siento todo el tiempo».

«Y crees que debes pasar el resto de tu vida cargando con esa culpa».

Me encojo de hombros.

«Es lo que merezco».

Ella anota eso en esa bendita libreta que la verdad, me fascinaría leer cuando termine la sesión con Ava.

«Adam, esta idea de traer de nuevo la infidelidad a cualquier tema, ¿Por dónde comienza? ¿Por ti o por ella?».

«Por Ava. Siempre lo trae a colación», admito.

«Y no está mal hacerlo, de hecho, me recuerda siempre que la cagué».

«¿Y ella no cometió errores?».

«¿En nuestro matrimonio? No, ella fue perfecta».

«Perfecta. Ese es un gran término. ¿Es a lo que aspiras para que ella te perdone? ¿Perfección?».

Frunzo el ceño.

«¿Disculpe?».

«¿Cómo fueron para ti estos cuatro años? ¿Crees que cambiaste en algo?».

Parpadeo, confundido.

«Bueno, sí. Pasé de vivir con mi esposa a vivir solo en un departamento».

«¿Y cómo va tu vida personal?».

«Yo… no he estado con ninguna mujer desde que ella se fue».

«¿Por qué crees que fue eso? ¿Lo hiciste por ti, porque todavía la amas o lo hiciste con la esperanza de que si regresaba en algún punto, te odiaría más si supiera que decidiste tener a otra persona en tu vida de nuevo?».

M!erda. Ava.

Después de una larga hora, en la que me pasé sentado, esperando a que alguien saliera a decirme cualquier cosa, veo que Brooklyn sale de su cita con una sonrisa en su rostro y la psicóloga me dice que le dará el informe a la doctora que está con Adam ahora, pues ella es la que lleva el caso, y no me opongo, porque la verdad es que no creo que haya mucho qué decir sobre ella cuando todavía no sabe absolutamente nada.

A diferencia de sus padres, ella vive el día a día como si tuviera una aventura y está bien. Creo que por el momento, es lo mejor.

Toma asiento a mi lado, está cantando una canción de Frozen, cuando la puerta donde Adam entró, se abre, permitiéndome ver su rostro por primera vez.

Sé que he intentado mantenerme alejada de él por todo lo que pasamos, sin embargo, la preocupación crece en mí cuando veo que su expresión es completamente seria.

Parece demasiado consternado, como si hablar le hubiera sentado mal porque por primera vez desde que estamos hablando y conviviendo, es él quien me ignora por completo pasando directo a tomar asiento junto a nuestra hija.

Mantiene la vista al frente mientras ella le pregunta qué estuvo haciendo, cosa que responde con monosílabos.

¿Qué demonios le hizo ahí dentro?

“Ava, por favor”, la psicóloga me regresa a la realidad.

Me indica con una sonrisa que ingrese al consultorio, cosa que hago a regañadientes.

Tomo asiento en el sofá que de seguro es para quienes vienen a verla, mientras ella toma asiento frente a mí, colocando una habitual expresión en los psicólogos.

“¿Cómo estás, Ava?”

“Bien, creo”, respondo tajante.

“Estamos aquí para conversar, ¿Quieres contarme de algo en específico o prefieres que comience yo?” me encojo de hombros, pidiéndole que comience ella porque la verdad, no sabría ni por dónde comenzar.

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