Esposo arrepentido -
Capítulo 46
Capítulo 46:
“Adam me contó su historia”
Ruedo los ojos.
“¿Todo?”
“Todo”, afirma.
“¿También le contó la parte en la que me fue infiel durante tres años, que me robaba dinero de nuestra cuenta corriente, que me obsequió un apartamento donde cogía con su adolescente y que esa misma mujer fue la que intentó asesinarnos?”
Ella asiente.
“Bien, entonces lo sabe todo. ¿Qué con eso?”
Me observa con la cabeza de lado, una clara señal de que está analizando incluso mi expresión corporal.
“Suena a que estás molesta todavía”
“¿No debería?”, pregunto, con una ceja en alto.
“Las infidelidades duelen, mucho más a las personas que la sufren”
“Dudo mucho que el infiel sea el que sufra ¿Cierto? Fue su decisión”
“Exacto. Ser infiel es una decisión, no un error. Mucho menos un error de parte de la pareja que sufrió la infidelidad, ¿No lo crees?”
Una leve carcajada abandona mi garganta.
“Eso no tiene sentido. ¿Por qué habría de sentir que yo cometí un error?”
Se encoge de hombros.
“Muchas mujeres han venido por el mismo tema y todas se culpan a sí mismas. Que si no le daban se%o rutinario a sus esposos, tiempo, conexión, amor, cuidados. Las mujeres se culpan a sí mismas intentando excusar a sus esposos, pero veo que tú no”
Niego con mi cabeza.
“No tengo por qué. Él cometió la falta, no yo. No me culparé por la m!erda que él decida hacer y, ¿Sabe qué? Esto no es por nosotros, ni nuestro matrimonio, sino por nuestra hija”
“Suenas demasiado rencorosa, Ava”
Bufo, molesta.
“¿Y qué?”
Algo que siempre me ha molestado, de cualquier psicólogo al que fui, es que comienzan a anotar todo en sus putas libretas y ella lo está haciendo justo ahora.
“¿Tomaste terapia antes, Ava?”
Asiento sin ánimos.
“¿Cuál fue la principal razón para ir? Siempre tenemos algo que nos impulsa a buscar esa salida”
“Mi hija”
Admito de inmediato.
“Estaba embarazada, sola, llena de traumas, así que tenía que ser mejor para ella”
La psicóloga me sonríe levemente.
“¿Por qué?”
“¿Cuál fue el primer objetivo que te fijaste?”
Ruedo los ojos.
“Ya lo dije, estar bien para mi hija”
“Me sorprende que no fuera el estar bien para ti misma”, me corta, cuando estoy a punto de decir algo más.
“¿Abordaste el tema de la infidelidad con tu psicóloga anterior?”
“Pocas veces”
“¿Alguna vez pensaste en perdonar a Adam por lo que pasó?”
Trago grueso.
“Ya lo hice”
Ella sonríe.
“No creo que lo hayas hecho. Hasta podría afirmar, que hasta el día de hoy continúas molesta por lo que pasó, ¿Me equivoco?”
Durante segundos que parecen eternos, ambas nos sostenemos las miradas.
Tengo una gran necesidad de salir corriendo de este lugar, tomar a mi hija y coger el primer vuelo que salga hacia cualquier parte del mundo porque no quiero estar aquí.
Eso es lo único que tengo por seguro ahora, más que nada, porque el tema de Adam y yo, debió de quedar atrás hace años donde lo dejé.
No entiendo cómo después de tantos años, continúa siendo algo relevante.
“¿Por qué hablamos de esto siquiera? No es importante, ni siquiera tiene que ver con nuestra hija”
Ella hace una mueca.
“Tiene mucho que ver. Tienen una hija en común y para que sean capaces de criarla como buenos padres, ambos tienen que limar asperezas y perdonarse mutuamente”
Alzo ambas cejas.
“¿Mutuamente? Yo no tengo nada por lo que disculparme más allá de lo de nuestra hija. Él, al contrario, tiene una larga lista por delante”
“¿Adam ya se disculpó contigo?”
“Sí”
“¿Cuántas veces?”
“Muchas”
Admito con cierto temor en la voz.
“¿Y todavía no lo perdonas?”
Ruedo los ojos.
“No es tan fácil”
Ella asiente.
“¿Y tú? ¿Cuántas veces te has disculpado tú por lo que pasó?”
“Dos veces”.
«Las tienes contadas», dice, a lo que asiento, porque es la verdad.
«¿Y crees que él te ha disculpado honestamente?»
Suelto un suspiro.
«No”
«¿Por qué crees eso?»
Bajo la mirada, incapaz de enfrentarme a sus ojos después de lo que diré.
«Porque mis disculpas no fueron sinceras”
«¿Y crees que sus disculpas fueron sinceras?»
Me encojo de hombros.
«No»
Admito, después de varios segundos.
«¿Por qué lo serían? Si al fin y al cabo, solo se disculpó cuando me enteré. No lamentó engañarme, sino que lamentó que lo descubrieran, así que no, no fueron sinceras”
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