Esposo arrepentido
Capítulo 44

Capítulo 44:

La emoción es algo que también corre por mis venas en estos momentos, aunque no dejo que se note.

Para cuando llegamos a la secretaria, Ava es quien habla, por primera vez desde que dejamos la casa.

«Buenos días, estamos para nuestra primera sesión con la doctora Rose», anuncia Ava, su tono denota cierta tensión y ansiedad.

La mujer de edad mediana le sonríe, tecleando al mismo tiempo.

«¿Familia Dawson Byrne?»

Noto la cara de disgusto que pone Ava.

«Sí. ¿Tiene idea de cuánto tarda cada sesión?»

«Tenemos a tres psicólogos aquí. La doctora Rose la atenderá a usted hoy. Su familia estará atendida por la doctora Rose y la doctora Haynes», responde la secretaria, tratando de ser lo más profesional posible.

Sacudo la cabeza, confundido.

«¿Separados? Creí que las sesiones serían juntos. Se supone que es terapia familiar”

Ava asiente, mostrando su descontento.

«Yo pensé lo mismo”

La secretaria suelta un suspiro.

«No me corresponde explicarles a detalle. Por favor, tomen asiento, le informaré a la doctora que están aquí para que ella les diga cómo van a proceder”

Suelto un suspiro.

Brooklyn ya está sentada, esperando por nosotros, y tomo asiento junto a ella mientras su madre camina de un lado al otro.

Está preocupada, lo noto, y quisiera darle apoyo, pero no es como si de verdad fuera a hacerme caso o a tomar mis palabras como algo bueno.

Está tan a la defensiva conmigo que todo lo toma a mal, y no la culpo, tiene sus motivos, solo que a veces quisiera ser su apoyo y no su motivo de preocupación.

No sé si pasamos cinco minutos, hasta que una mujer de mediana edad sale por uno de los pasillos, sonriéndonos.

Trae en sus manos una paleta, la cual le enseña a Brooklyn.

«Hola familia Byrne. Mi nombre es Margaret Rose y soy la encargada de su terapia por orden de la corte familiar», se presenta la doctora, su tono es cálido y acogedor.

Baja la mirada a nuestra hija.

«Y tú debes de ser Brooklyn”

«Saluda», susurro a Brooklyn, animándola a responder.

«¿Te gustaría conocer a alguien?», pregunta la doctora, mientras otra mujer aparece detrás de ella.

Es más joven, demasiado joven como para ser doctora.

«Ella es Kira Haynes y te llevará a otra habitación para que tus padres y yo podamos conversar. ¿Qué dices?»

Brooklyn la mira con cierta desconfianza al principio, pero luego sonríe, poniéndose de pie para aceptar la paleta que le tienden.

Está tan concentrada en la paleta que acepta irse con la terapeuta infantil, la doctora Haynes, sin siquiera voltear a vernos, lo que me hace preguntarme si alguna vez, Ava la llevó a terapia, porque ni siquiera pregunta por nosotros.

Para cuando vemos que desaparece detrás de una puerta, es nuestro momento.

«Ustedes han de ser Adam y Ava ¿Cierto?», nos pregunta la doctora Rose.

Asentimos en coordinación.

«Bueno, como sabrán, tienen la orden judicial de venir a cuatro sesiones de terapia. Ocho, en realidad si contamos las sesiones en pareja».

Nos informa la doctora, su tono es profesional pero amable.

«De momento, comenzaremos con terapia individual, para los tres. La siguiente sesión será en dos días, donde intentaremos hacerle saber a Brooklyn la verdad. ¿Qué les parece?»

De inmediato, Ava posa su mirada en mí. Veo el pánico en sus ojos, la desesperación y las ganas de salir corriendo.

«Quizás podamos ir viendo cómo salen las cosas hoy», propongo.

«De acuerdo. Veremos. ¿Están listos para comenzar? Adam, tú vendrás conmigo primero. Luego vendrá usted», dice la doctora.

«Está bien, esperaré”

Ava toma asiento y yo tengo que seguir a la doctora. Ingresa en un cuarto cerrando la puerta tras de mí, siendo mi esposa lo último que veo antes de quedar a solas con la terapeuta.

Con la mano, la doctora me indica que tome asiento.

En mi mente me pregunto cuánto se va a extender esto, porque la verdad es que llevo tiempo sin hacerlo, pero sé cómo comienza y en parte eso es lo que me mantiene tranquilo ahora que estamos aquí.

Ella toma asiento frente a mí, observándome.

«Bien, Adam. ¿Quieres comenzar?», me pregunta la terapeuta.

«No sé bien cómo podemos hablar sobre esto», admito.

«¿Por qué no comienzas hablándome de tu matrimonio? ¿Hace cuánto que están casados?».

«Pronto será nuestro noveno aniversario, pero llevamos separados cuatro años y medio», respondo.

«¿Por qué se separaron?».

«Porque fui infiel», susurro.

Al principio me costaba demasiado admitir que la culpa de lo que pasó, fue mía, pero es así.

No podía ni siquiera mencionar la palabra, aunque supongo que varias sesiones de terapia si fueron de ayuda.

«¿Quieres contarme acerca de eso?».

«No realmente, pero supongo que es necesario», me sonríe, dejando saber que sí lo es.

«Bueno, Ava y yo nos conocemos por nuestros padres. Fueron socios en una empresa de arquitectura y nosotros somos sus herederos. Creyeron que lo mejor era casarnos para que podamos dar una mejor imagen a los clientes, y… así fue. Nos casamos».

Me mira, ladeando la cabeza.

«¿Tú no le propusiste matrimonio?».

«No. Bueno sí, pero no fue mi idea. Ni siquiera yo lo organicé».

Anota eso en su libreta.

«¿Fueron sus padres?».

«Sí: Básicamente, se encargaron de todo».

«De acuerdo. Entonces se casaron por obligación, pero ¿Habían sentimientos de por medio cuando dieron el sí?».

Suelto un suspiro.

«De mi parte no», admito.

«No podía verla como otra cosa que una niña mimada, pero ella sí estaba enamorada de mí. Como un amor adolescente, así que me dije a mí mismo, en los primeros dos años, que iba a intentarlo».

«Decidió que intentaría amarla».

«No, intentaría tener una familia con ella. Verá, me enfoqué en la empresa, y mi padre también lo hizo. Nunca priorizó a la familia o a mí, que soy su hijo, solo le importaba la empresa por tener algo que darme, por eso intenté hacer lo contrario. Intenté tener una familia, y me juré que si algún día me convertía en padre, sería mucho mejor de lo que él fue conmigo».

«¿Su padre fue un mal padre?».

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