Esposo arrepentido
Capítulo 4

Capítulo 4:

Literalmente, siento que mi hija me ha salvado de mí misma, de mis miedos y los traumas que seguramente tengo, aunque bien guardados, porque dejé de ser una prioridad en mi vida cuando la tuve.

Cuando llegamos a la guardería, los otros niños están emocionados al verla y como ya está acostumbrada, no tiene problemas en quedarse.

La maestra de kinder que contratamos sabe exactamente a qué es alérgica y cómo tratarla, por lo que no me tardo más que persiguiéndola para darle un beso de despedida antes de salir por la puerta principal enfocándome en mi trabajo.

Es fácil para mí mantenerme ocupada aquí.

No tengo problemas pensando en cómo estarán tratando a mi niña porque la tengo justo aquí y siempre almuerzo junto a ella al igual que las otras mamás.

Es un horario que espero con ansias todos los días.

Mientras camino por los pasillos hacia mi oficina, veo que Will está en su lugar ya trabajando mientras charla con su compañero de equipo.

Aquí los dividimos por equipo para fomentar el trabajo grupal.

Estoy por llegar a mi oficina cuando mi asistente, Penny, se pone de pie.

Es joven, una de las mentes nuevas más brillantes que tiene la universidad de arquitectura en Londres y ahora trabaja como mi asistente y mano derecha.

Creo que es la única persona que ha metido manos en planos sin llegar a ser arquitecta recibida. Usualmente es una joven alegre, demasiado carismática, justo por eso me sorprende que me reciba con el ceño fruncido, casi preocupada.

Me entrega mi café y con una sonrisa nerviosa, mueve los pies.

Una clara señal en ella de que tiene miedo a decir lo que seguramente, no va a gustarme para nada.

“¿Qué sucede?», traga grueso.

“El Señor Paulson está en su oficina junto a su esposa”, dice con nerviosismo.

Sacudo la cabeza, encogiéndome de hombros.

“¿Cuál es el problema? Son nuestros mejores clientes”

“Lo sé, es solo que… no me dejaron que te dijera, pero enviaron a Nueva York una invitación para la inauguración y…”

Levanto la mano, terminando su discurso.

Sé exactamente dónde va esto y si bien la primera vez que invitó a la otra sede, no me importó mucho porque mi niña era pequeña y tenía una excusa para faltar, que lo haya hecho de nuevo me altera sobremanera porque fue algo que hizo sin mi consentimiento.

Inhalo profundo, intentando calmarme.

Como dije, los Paulson son nuestros mejores clientes.

Necesito tratarlos bien si quiero que sigan tratando con nosotros y aunque me dije a mí misma que iba a ser consciente de con quién estoy tratando, mis pies se mueven hacia la entrada de mi oficina como por vida propia.

Ambos se ponen de pie para recibirme. Estrecho sus manos en forma de saludo con una expresión seria en mi rostro y los invito a tomar asiento.

Usualmente los Paulson solo acuden a mí cuando necesitan una reorganización o están a punto de comprar otro predio.

El trabajo de estructura me lo dieron a mí por los próximos diez años.

Tenemos un contrato, así que no me preocupa que me quiten proyectos porque por ley, no pueden hacerlo.

Algo de lo que se aprovechan algunas veces.

“Señores Paulson, esto es una sorpresa”, comento.

Su esposa rueda los ojos.

“¿Desde cuándo regresamos a las formalidades?” pregunta, con una ceja en alto.

“Supongo, que desde que envían invitaciones a Nueva York sin consultarlo conmigo”

Ambos se miran entre sí.

Es más que obvio que esperaban que esto se mantuviera en secreto, pero aquí, en mi empresa, es bastante difícil mantener algo sin mi supervisión.

Levanto el mentón.

Saben que están haciendo las cosas y si bien son los mejores clientes que tenemos, me han apoyado demasiado.

Se convirtieron en unos segundos padres para mí desde el momento en que supieron que estaba embarazada.

Aman a Brooklyn como si fuera su nieta y le han dado todo el amor que han sido capaces de dar.

Eso lo aprecio, pero me siento traicionada porque nadie mejor que ellos para saber todo por lo que tuve que pasar.

“¿Quién te lo dijo?”

“Lo escuché. ¿Van a decirme por qué? Creí que habíamos dejado en claro que tenían que olvidarse de ese lugar cuando quieran que yo esté cerca”

Erick suelta un suspiro.

“Esto va más allá de ti, Ava. Sabes bien que me entregarán una distinción y me fascinaría lanzar mi campaña política en ese evento”

Frunzo el ceño.

“Pero eso lo harás en Nueva York, no aquí”

“Justo por eso. La carta que enviamos fue una invitación, pero para que planeara la fiesta”

A buen entendedor, pocas palabras.

Es lo único que se viene a mi mente porque es exactamente lo que quiere dejar en claro.

Antes de perder los estribos o enfadarme conmigo misma por lo que está pasando, los miro a ambos esperando a que continúen, rogando porque mis pensamientos no tengan nada que ver con la realidad, aunque sé que no será así.

“Este es un evento importante y mi equipo de campaña está bastante seguro que debido a su historia, pondrán atención a mi lanzamiento. No quisiera usarte como chivo expiatorio, pero…”

“Es justo lo que haces”

“Lo sé, y lo lamento. No quería involucrarte en esto, pero ambos tienen que estar allí. Recibiré un premio por lo que tú creaste, y él es dueño de la empresa también. Sé que tienen historia, Ava, pero ¿No podrías reconsiderar asistir por mí?”

“No”, le corto de inmediato.

“Saben bien que no puedo regresar a Nueva York”

Kelly frunce el ceño, mirándome confundida.

“¿Por qué no?”, pregunta.

No hay necesidad que reciba una respuesta, pues es su mente la que ata los cabos, y debo decir que la sorpresa no se la quita nadie.

“Brooklyn”

Asiento.

“¿Qué pasa con ella?”

“Adam no sabe de Brooklyn”, dice su esposa.

“Por eso no quieres regresar”

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