Esposo arrepentido -
Capítulo 38
Capítulo 38:
“Papá tiene razón, tengo que enfrentar las consecuencias de mis actos y si parte de eso conlleva tener que convivir con Adam por un mes, para que las cosas se calmen, lo haré. No planeo faltar a nada, y lo siento, pero tienes que respetar mi decisión. Brooklyn es mi hija, siempre vi por su bienestar y no la perderé solo porque no puedes aceptar tenernos lejos un mes”
Está tan sorprendida que se queda con la boca abierta durante varios segundos y me siento mal por ellos.
Acaban de conocer a su nieta y ahora tienen que dejarla ir, pero al menos será por un mes, solo eso.
Tomo su mano, intentando calmar un poco la situación.
“Será poco tiempo y terminaremos con esto en pocas semanas. Brooklyn ya te conoce, es turno de Adam, así nos duela. Es su padre, quiere hacerse cargo y ya quedó demostrado que no puedo hacer más que seguir la corriente si no quiero perder a mi hija”
Le cuesta aceptarlo, pero con un poco más de apoyo, asiente.
Adam ya se fue, seguramente a empacar y a mí me toca lo mismo en estos momentos.
Es difícil, todavía estoy pensando en todo esto, pero es lo que nos toca, para mi mala suerte.
“Vamos, tengo que empacar”
La desolación en mi voz es evidente y tal y como vine, durante todo el camino hacia la casa de mis padres, es en completo silencio.
Por supuesto no esperaba que llegásemos a un acuerdo sobre la custodia de Brooklyn en una sola sesión, pero jamás esperé esto, definitivamente.
No quiero ni siquiera pensar en cómo haremos para convivir juntos, sin ver a nadie más, porque la verdad es que me parece estúpido.
¿Cómo se le ocurre poner a dos personas que no se ven hace cuatro años a convivir durante un mes?
Con todo lo que pasamos, es más seguro que acabe asesinando a ese hombre antes de llegar a un acuerdo de paz.
Para cuando llegamos a la casa, tengo la cabeza hecha un desastre.
Ni siquiera puedo razonar, solo me muevo de forma monótona.
Brooklyn nos espera en la entrada y la cargo en mis brazos, abrazándola como nunca antes lo he hecho.
“¡Están en casa!», dice feliz, ignorante de que estamos en medio de una guerra por ella.
“¿Me trajeron algo?»
Mi madre acaricia mi espalda.
Sé que tengo que hacer esto, decirle la verdad a medias y por eso la bajo.
Analiza mis ojos cristalizados, con su pequeña manito toca mi mejilla y es que, ha sido mi compañera tanto tiempo que no puedo ocultarle nada, ni siquiera mis sentimientos.
“¿Qué tienes, mami?»
Suelto un suspiro.
“Nada, amor, es solo que… ¿Te acuerdas de aquel hombre que conociste en la fiesta?»
Asiente, prestándome atención.
“Tu amigo”
Sonrío a medias.
“Sí, mi amigo. Bueno, resulta que nos invitó a conocer su casa así que nos iremos a vivir allí hoy. ¿Qué dices?»
Frunce el ceño.
“¿Dejaremos solos a los abuelos?»
“No, ellos estarán bien. Tendremos una aventura, ¿No te gustan las aventuras?»
“¡SÍ, me gustan las aventuras!»
Suelto un suspiro, intentando mantener la calma ante todo.
“Entonces vamos a empacar. Tenemos que irnos, hija”
POV Ava.
Nunca pensé que regresaría a este lugar, mucho menos que los recuerdos serían tantos que me provocarían dolores de cabeza sin siquiera haber traspasado la reja de la entrada.
Los guardias han cambiado y si bien mi nombre también estaba en el título de la casa, no comprendo porqué tienen que llamar a Adam para que él me permita el acceso.
Eso me molesta, incluso me pone de mal humor, pero me las aguanto pues Brooklyn está a mi lado emocionada, observando las primeras casas de la entrada, las cuales siempre fueron más grandes que la nuestra.
Tuvimos que venirnos solas, porque mis padres decidieron quedarse en casa para evitar que la despedida fuera más dura.
Tener que ver a mi madre, despedirse de Brooklyn con tanto sentimiento, me hizo sentir incluso peor que antes porque se nota que han creado un lazo, una relación, cosa que pudieron haber hecho desde el primer momento.
Fue ahí cuando me di cuenta que Adam tiene razón cuando dice que les robé, porque aquellos primeros años de mi hija quedarán solo para mí y mis recuerdos, sin embargo ellos no tendrán jamás nada, y no pude sentirme peor.
Mi desesperación por salir estaba batiéndose en duelo con mis ganas de desaparecer de la ciudad.
Cuando al fin las puertas se abren para nosotras, el coche ingresa por las calles tan conocidas.
Pasamos incluso por la antigua casa de Janice, mi mejor amiga, quien se alejó de Nueva York antes de que yo fuera secuestrada y toda la cosa.
Sus viajes la mantienen tan alejada de todo que creo que mejor amiga ya no le queda.
Llevamos años sin hablar, pero siempre le deseo lo mejor.
La nostalgia me abarca entonces, porque sé que regresar a esa casa donde pasé sola durante años no va a ser nada bueno.
Noto a leguas que mi estado de ánimo no es el mejor, al menos no comparado con el ánimo de mi hija, quien cada que ve una casa más grande que la otra, salta de la emoción.
Si bien nuestro hogar en Londres no estaba mal, porque es una casa lo suficientemente grande como para dos personas, estas mansiones que pasamos son casi tres veces más grandes y eso la sorprende.
“¡Mira esa mami! ¡Es la más grande!”
Mis ojos van hacia donde apunta mi hija y quedo con la boca abierta.
Es el mismo terreno donde teníamos la casa anterior, pero esta…
Brooklyn tiene razón, es la más grande de todas las que pasamos.
El coche se detiene en la entrada, rodeando una gran fuente.
Es imposible no maravillarme con la estructura, aunque todavía no caigo de que esta sea la casa donde vivimos tantos años.
Brooklyn baja emocionada, tengo que seguirla porque estoy segura de que nos hemos detenido en la casa incorrecta.
En el pasado, la casa era grande, pero no bestialmente grande como esta.
Creo que mi mente ni siquiera recuerda a la perfección esa casa antigua, porque lo que veo en frente es claramente todo nuevo.
Las paredes brillan con la pintura fresca y recién pintada.
Se nota a leguas que está apenas terminada, porque el césped ni siquiera ha crecido en todo el jardín y me emociona ver que utilizaron semillas en vez de injertos para este lugar, porque es justo lo que yo hubiera hecho.
Es lo que más capta mi atención, la cantidad de verde con el que podría trabajar para darle mi toque a esta casa.
Sacudo la cabeza, esta no es mi casa, sino la de Adam.
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