Esposo arrepentido -
Capítulo 36
Capítulo 36:
“Brooklyn necesita un lugar estable y nada más estable que una familia”.
“Pero yo no quiero formar una familia con él”.
“Y no es una obligación continuar casados, solo que sí es una obligación una buena relación parental, porque eso quedará con ustedes toda la vida”.
Frustrada, porque no podría describirlo de otra forma, observo a mi abogado esperando a que diga algo, pero no puede.
Sé que no puede, así como sé que de esas dos opciones, solo una es la decisión más acertada.
“¿Un mes?”, pregunto dudosa.
“Así es. Un mes. Sin visitas de abuelos, padrinos, vecinos, ni nada. Solo ustedes tres conviviendo como una familia. Podrán limar asperezas, decirle la verdad a la niña y empujar para tener una buena relación”.
“¿Y después?”
“Después del mes, leeré las notas de la psicóloga, veré cómo evolucionaron y tomaré en cuenta lo que diga la niña para tomar mi decisión, porque ahora mismo, apunto más al padre y a su petición de custodia compartida. Le estoy dando una oportunidad, señora Dawson, y espero que la tome con la responsabilidad y la importancia que merece”.
Asiento, elevando el mentón.
“Entonces yo accedo”.
“Bien, ¿Señor Byrne?”
“¡Divorcio legal?”, pregunta confundido.
Nosotros estamos legalmente separados.
“No, Señor Adam, legalmente ustedes continúan siendo marido y mujer, así que, ¿Qué decide?”
POV Adam.
Estoy tan confundido ahora mismo que ni siquiera puedo comprender el peso de sus palabras.
Volteo a ver a Ava, ella mantiene la cabeza en alto, sin siquiera importarle lo que dijeron y eso me lleva a preguntarme si de hecho, ella siempre supo que nunca nos divorciamos realmente.
Fue la primera en estar interesada en separarse, yo le di ese placer firmando el puto papel y ella lo guardó.
No puedo creer que pasé cuatro años engañado, creyendo que estábamos separados, cuando en realidad, todo este tiempo ha sido mi esposa.
El golpe emocional es casi tan grande como el de saber que tenemos una hija juntos, o como el saber que tendré que pasar un mes viviendo con Ava por obligación.
Esto es…
“Señor Adam, esperamos su respuesta”
Indica la juez, regresándome a la realidad.
Mi abogado me observa con las cejas en alto.
Creo que ni siquiera se trata de tener dos opciones, porque que el Estado se quede con mi hija no puedo ni pensarlo.
“Yo… viviré con ella. No dejaré que alejen a mi hija de su lado”.
La juez sonríe, escribiendo algo.
“Bueno, dado que hemos llegado a una mediación correcta, doy por iniciado el mes de convivencia obligatoria desde hoy mismo”.
“Espere, todavía tengo que decirle a Brooklyn, no hemos hablado de dónde vamos a vivir y…”
“Obviamente que en mi departamento”, la interrumpo, ganándome una mirada de odio.
“No tienes una residencia propia aquí y por supuesto que no vamos a vivir en casa de tus padres”.
Rueda sus ojos.
“¿Vamos a vivir los tres en un departamento? Es demasiado pequeño para una niña”.
“Estoy de acuerdo. Sería mejor si tuvieran una casa, para poder mantener el ambiente al que la niña está acostumbrada”.
Alzo el mentón, sonriéndole a la juez.
“Tengo una casa”, aclaro.
“Es lo suficientemente grande como para tenernos a todos de huéspedes, así que estaremos bien”.
“Está hecho, se mudarán a esa casa entonces, hoy. No quiero retrasarlo más, la niña lleva aquí más de un mes y todavía no conoce a su padre, así que sería bueno comenzar desde ahora. ¿Están de acuerdo?”
Ambos asentimos.
“Por el plazo de un mes, tendrán que vivir juntos y asistir a terapia obligatoria, individual y familiar. Serán cuatro sesiones de cada una, un día a la semana. Tendrán permitido ir a trabajar en la empresa y salidas, pero cero contacto con las familias. Abuelos, manténganse lejos para que la familia pueda superar sus problemas. Terminado el plazo, regresarán aquí, donde vamos a discutir el tema de la custodia. ¿Alguna pregunta?”
Por mi parte niego, y Ava hace lo mismo, solo segundos después.
“Bien, ahora solo nos queda enfocarnos en una cosa más. Señor Adam, si vinó aquí hoy e hizo el pedido de custodia es porque quiere formar parte de la vida de su hija ¿Es así?”
“Sí, su señoría”.
“Entonces, si la madre no opone resistencia, creo que es conveniente comenzar el papeleo para que la niña pase a ser su hija reconocida legalmente”.
El pecho se me infla de orgullo cuando sonrío, asintiendo.
“Es lo que más quiero”.
“¿¡Señora Ava?”
“No tengo problemas con que lleve su apellido”.
“Está bien, entonces está todo dicho”
“Comenzarán el papeleo para que la niña pase a llamarse Brooklyn Dawson Byrne bajo la ley, hija reconocida y primogénita del matrimonio” dice, escribiendo en una hoja.
“A partir de ahora, tienen un mes para llegar a un acuerdo de crianza y nos veremos de nuevo cuando termine el plazo”
Ava se nota reticente a tener que convivir conmigo, pero yo no, porque a diferencia de ella, comprendo que por alguna razón no me dijo sobre el divorcio.
Estoy seguro de que sabía esto desde un principio, lo que me da esperanzas.
Por más mínimas que sean.
“Bueno, los veré en cuatro semanas, familia Byrne. Que tengan toda la suerte del mundo. Doy por terminada la sesión”.
La juez hace sonar su martillo dejando asentada la sentencia y nos ponemos de pie para despedirla.
Apenas sale de la corte, la tensión se siente en el ambiente, rodeándonos de a poco, convirtiéndose en una especie de aire tóxico que no hará más que aniquilarnos de no poder mantener la calma.
Volteo a ver a mi padre.
No parece un hombre feliz y lo entiendo.
Lleva semanas queriendo conocer a su nieta, mantener una relación cercana pues siente celos de que Ava y su familia puedan tenerla todo el tiempo y lo entiendo.
Me siento igual, sin embargo, ahora estará peor porque durante un mes no podrá acercarse a nosotros.
Suelto un suspiro, estrechando la mano con mi abogado.
“La juez propondrá quién será su psicóloga. Te haré saber apenas tenga el nombre y la fecha de la primera sesión”.
“De acuerdo. Oye, ¿Qué se puede hacer en este mes?”
Con toda sinceridad en sus ojos, me observa.
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