Esposo arrepentido -
Capítulo 35
Capítulo 35:
“Señora Ava, usted ha criado a la niña sola desde que nació ¿Estoy en lo correcto?”
“Así es. Crié a mi hija sola desde Londres»
“Perfecto. Por los registros médicos, puedo notar que está bien cuidada y su alimentación es la adecuada. No se ha enfermado mucho, lo que quiere decir que es una niña saludable, y por las fotografías proporcionadas y los testimonios en su declaración, veo que tienen una buena vida”.
“Siempre he hecho lo mejor para mi hija”, comento.
En este momento, Adam toma la palabra.
“Señoría, no quiero interrumpir, pero solo quiero que quede en claro que mi intención con esto no es elevar a juicio su capacidad como madre o la forma en la que ha criado a nuestra hija hasta ahora”
Ella le sonríe levemente.
“Está bien, señor Adam. Ahora, regresando al tema, quiero saber qué es lo que usted ofrece, basado en el conocimiento que tiene de su propia hija”.
Suelto un suspiro, aferrándome al micrófono.
“Estoy dispuesta a concederle horas de visita”, susurro.
“Tengo planes de regresar a Londres, donde mi hija tiene una vida hecha. Va a una guardería en mi trabajo, tiene amigos allí, y hemos sido felices en ese país. Solo quiero regresar, así que estoy dispuesta a aceptar las visitas cuando él quiera”
“¿Señor Adam?”
“No estoy de acuerdo. Me negaron mi paternidad durante años enteros. Ya he perdido y ¿ahora quiere que acepte que se vaya de nuevo? No, quiero que mi hija en Nueva York, cerca de mí”
Sacudo la cabeza.
Sabía que con esto no llegaríamos lejos.
Es casi imposible que ambos estemos de acuerdo en algo.
“Señoría, creemos que no será saludable para la niña un cambio tan brusco como el ser un cambio de país”
“Abogado, sabemos que los niños se adaptan a sus entornos y como es tan pequeña, la adaptación no será un problema”, le corta la juez.
“Señora Ava, dijo que la niña no sabe que tiene un padre, y eso tiene que cambiar”
Asiento.
“Estoy de acuerdo”
“Bien, veo que en el pedido de custodia, el señor Adam exige sus derechos los cuales serían que la niña llevara su apellido. ¿Está de acuerdo con eso?»
Volteo a ver a Adam.
Está nervioso, juega con sus manos y quizás piense que diré que no, pero como dijeron, es una mediación y tengo que ceder.
A partir de ahora, tengo que ceder si no quiero perder del todo.
“No tengo problemas con ello”
“También exige la mitad de la custodia de su hija”
“En eso difiero”, digo, captando su atención.
“Brooklyn ha vivido conmigo durante toda su vida. Solo conoce mi rutina, mis amigos, nuestro hogar en Londres y está bien eso. No creo que cambiar tanto sea una buena idea, es pequeña y…”
“Vivió toda su vida contigo porque no le diste otra opción”, me corta Adam.
“Señoría, como dije, ya me han robado. Exijo mis derechos, mi oportunidad de criar a mi hija, de vivir con ella, de que ella me conozca. Tengo que retenerme todos los días no ir a casa de sus padres a verla porque no tiene idea de quién soy y no sabe cómo me mata”
“¿Qué propone, señor Adam?»
“Que viva conmigo el tiempo que vivió con ella”
“¡Estás demente!» casi grito.
“¿Quieres quitarme a mi hija tres años?»
Se encoge de hombros.
“Te daré derechos de visitas. ¿Qué dices?»
Niego con mi cabeza, incapaz de creer lo que está diciendo.
“Eso sería imposible. Hablamos de no hacerle grandes cambios a la vida de la niña, señor Adam”
“Entonces quiero que viva seis meses conmigo y seis con su madre en Londres. Propongo que nos visitemos mutuamente durante el tiempo que el otro la tenga, que hablemos sobre la crianza y demás, pero ese es mi límite”
Me pongo de pie, incapaz de seguir sentada, escuchando las idioteces que salen de su boca.
“¿Es que estás demente? ¡La niña tiene idea de quién eres!»
“¡Tú te encargaste de que así fuera!» me grita.
“¿Por qué no entiendes que no quiero quitártela, Ava? ¿Por qué no puedes confiar en mí?»
Llena de sentimientos, de pasado y malos recuerdos, lo miro.
“Analiza cómo y dónde terminé por confiar en ti en primer lugar, antes de preguntar estas idioteces”
“Señores», llama la juez.
“Tenemos que ser objetivos. Es claro que aquí el tema principal es el bienestar de la niña. Tengo en mis manos el análisis de la psicóloga infantil que fue a hablar con ambos ¿Es así?»
Ambos asentimos al mismo tiempo.
“Según su análisis, la niña es inteligente y capaz de comprensión. Es lista, intuitiva y una niña feliz, acorde a su edad, pero el problema son los padres”.
Menciona que Ava es una mujer egoísta y dañada, llena de rencor hacia el padre de la niña.
Dijo que admitió que la razón principal para ocultarla fue el pasado y de Adam dice que todavía está cargando con el peso de sus errores, lo que no le permite ser objetivo.
Volteo a verlo y él hace exactamente lo mismo conmigo.
La juez da un suspiro mientras termina de leer, y no paso desapercibida la forma en que eleva las cejas al final.
“Por lo que veo, el problema son ustedes, no la niña. Creo que estará bien, con la ayuda profesional necesaria para esta situación, creo firmemente que se acoplará a su realidad, a su padre y a la forma en que su vida cambiará, sin embargo creo firmemente que mientras ustedes continúen odiándose mutuamente, nada progresará”.
“Así que tienen dos opciones ahora mismo. No vamos a llegar a ninguna concesión, eso es sabido, y de continuar así, el Estado tomará a Brooklyn bajo su cuidado en lo que ustedes trabajan de forma individual su salud mental, sus problemas y todo lo que cargan hasta que sean capaces de poder lograr un plan de crianza antes de decidir la custodia y el tema de su divorcio legal o bien podrían tomar la segunda opción”.
“Verán, muchos dicen que soy una romántica empedernida, pero la realidad es que soy amante de las segundas oportunidades. Creo que su matrimonio está roto, dañado y algunas veces no tienen vuelta atrás. Ambos han cometido errores, pero veo en sus ojos el amor que se tienen y el amor que sienten por esa niña, así que mi segunda opción para ustedes es una convivencia, solo los tres, durante un mes completo, sin ver a nadie del exterior a su familia. Ayudarán a Brooklyn con el acercamiento y el conocimiento sobre su padre, y viceversa. Además, tendrán que asistir a terapia, individual y en pareja, porque solo de esa forma podrán llegar a ser buenos padres, juntos o separados”.
Adam, negando con su cabeza, levanta la mano.
“Es que decir que o vivo con él un mes o el Estado se lleva a mi hija ¿Cierto?”, digo, con la voz cargada de emoción.
La juez se encoge de hombros.
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