Esposo arrepentido -
Capítulo 31
Capítulo 31:
“No tardo en arrodillarme ante ella. Siempre lo haré, en diferentes situaciones y siempre que lo necesite, pero no me mira”.
“No puedo… respirar…”, susurra agitada.
“Lo sé, amor. Tienes que respirar, oblígate”, le digo, buscando su mirada.
“Ava, respira”.
Se niega.
Está rotundamente negada a respirar y no sé cómo hacer que se detenga.
El ataque de pánico es demasiado notorio.
Lo he vivido, varias veces, y se siente como el infierno. Juro que sientes que estás a punto de tener un ataque cardíaco, por eso tomo su rostro entre mis manos, obligándola a posar sus ojos en mí, junto a sus manos en mis costillas.
“Puedes sentir mi respiración ¿Cierto?”
Ella asiente, agitada.
“Imítame. Respira conmigo y verás que todo se pasa en unos minutos nada más”.
Durante algunos minutos, nos quedamos en esa posición.
Al principio le cuesta seguirme, el ataque ya ha tomado lugar en su vida, pero aún así se obliga a respirar.
Mientras la miro, esperando a que todo pase, sus manos están quemándome, incluso a través de la tela de mi camisa.
Los años pasaron, pero desde la última vez que la toqué, jamás me he vuelto a sentir igual. Solo Ava es capaz de ponerme de esta manera, incluso en una situación como esta.
Para cuando comienza a calmarse, su cuerpo poco a poco va perdiendo fuerzas y es entendible.
El agotamiento mental es casi igual que el físico, y no me sorprende para nada que esté perdiendo el conocimiento de a poco.
Conozco de esto lo suficiente como para saber que incluso estando así o recuperada, no puede quedarse en esta habitación. Lo mejor que puedo hacer ahora mismo es hacerme cargo de su estado, por eso la cargo en mis brazos.
“Sostente de mi cuello”, le pido.
Algo adormilada, niega con su cabeza.
“Mi coche…”
“A la m!erda tu coche”, gruño, acomodándola entre mis brazos.
“No puedes conducir y no te dejaré en este cuarto, así que después enviamos por tu coche. No irá a ningún lado”.
Suelta un suspiro.
Apoya su cabeza en mi pecho.
Está demasiado decaída como para siquiera reprocharme la decisión que tomé y se siente bien tenerla de esta forma.
Después de cuatro años, no pensé jamás que volveríamos a estar igual y aunque solo se trate de una excepción, me alegra saber que al menos, estoy sintiendo su cuerpo junto al mío.
Intento no perder la cabeza.
Tengo que razonar y pensar en que nuestra situación no es la mejor.
Dentro de poco nos embarcaremos en una pelea de la custodia, así sea la mitad, pero pelearemos porque noté que no está lista para hablar de nada, mucho menos para compartir a Brooklyn.
Por mucho que me pese, Ava me odiará, estoy seguro.
No sería la primera vez, si eso llega a suceder.
Para cuando el ascensor nos deja en el estacionamiento del hotel, abro la puerta del acompañante dejando a Ava allí luego de abrocharle el cinturón.
Todavía tiene un poco de consciencia, no sé si para responderme con sinceridad, pero cuento con ello cuando le pregunto si todavía sigue en casa de sus padres, a lo que responde que sí.
Durante el camino, me digo a mí mismo que quizás las cosas entre nosotros jamás vuelvan a ser iguales. Tenemos una hija en común, todavía me cuesta decirlo, pero es así. Tenemos una hija, y todo tiene que ser por su bienestar.
Llevo días enteros pensando en cómo demonios haré para que me acepte en su vida.
Si bien es una niña, ha pasado sus primeros años sin mí y conversé con ella.
Es inteligente, demasiado entendida, y por más que quiera tapar el sol con un dedo, si ella no me acepta, no hay nada que un juez pueda hacer.
Jamás haría algo para lastimarla, solo quiero conocerla. Ser parte de su vida.
Necesito que sepa que tiene un padre y uno que le entregará el mundo si me lo pidiera, pero tiene que saberlo.
Volteo a ver a su madre, solo dos segundos.
Es extraño, durante nuestro matrimonio dije que quería hijos y lo dije en serio. Para mí, Ava siempre dio la espina para ser madre y lo ha demostrado.
¿Cómo hubiera sido nuestra vida juntos de no haberla cagado tanto?
Esa pregunta se repitió en mi mente durante los primeros dos años en los que no estuvo conmigo y fue la razón por la que enfermé, así que cuando regresa, la descarto de inmediato.
Por fin puse mi vida en orden, al fin siento que tengo todo bajo control y no dejaré que las sombras de lo que fuimos, me amargue el futuro que podría tener junto a mi hija, porque ahora mismo se trata de ella, no de nosotros.
Eso quedó en segundo plano.
Cuando estaciono fuera de la casa de sus padres, noto que las luces continúan encendidas y es que claro, son apenas las once.
Salgo del coche, Ava está dormida cuando la cargo en mis brazos, y no sé cómo me llevaré en la m!erda de familia que tiene, pero aún así camino con ella cargándola hasta la puerta.
No sé cómo toco el timbre.
Espero a que me reciban, y cuando la madre de Ava abre la puerta, me mira a mí, con su cara de disgusto y luego a su hija, alarmada por su estado.
“¿¿Qué m!erda le hiciste?», ruedo los ojos.
Ahora sé de dónde viene lo de Ava, eso de tener que culparme por absolutamente todo.
“Tuvo un ataque de pánico”, ingreso a la casa.
“Voy a dejarla en su habitación ¿Está bien?»
Ella inhala profundo.
Sé que tiene demasiadas cosas por decir, pero aún así me deja subir por las escaleras, permitiendo que llegue a su cuarto, el cual conozco demasiado bien.
No ha cambiado mucho, a excepción por las cosas de Brooklyn que están regadas por todo cuarto.
Eso me hace sonreír.
“Déjala en la cama y lárgate”, dice su madre.
Me ayuda acomodar la cama para Ava, luego le quita los zapatos y no es necesario más que una mirada, para hacerme notar que sigo sin ser de su agrado, lo que me tiene sin cuidado.
Jamás quise agradarle, ni siquiera cuando éramos marido y mujer, mucho menos ahora que no somos nada.
Las dejo a solas, ella preparando a su hija y bajo las escaleras hasta la salida cuando recuerdo el sobre.
Tengo que traerlo porque Ava tiene que echarle un vistazo junto a su abogado.
El juicio saldrá pronto, al menos la mediación, y tiene que estar al tanto.
Regreso del coche con el sobre en mano, ingreso a la casa y sé que a su madre no puedo dárselo.
Noto que el televisor de la sala está encendido, por lo que supongo que se trata de su padre.
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