Esposo arrepentido -
Capítulo 13
Capítulo 13:
«Mi bebé, mi ángel, cosas así”
«Es lindo», comenta, buscando algo en la nevera.
«Podría picarle algo de fresas”
«No, mamá, no puede ingerirlas. Es alérgica”
«¿Alérgica? Tú no tienes alergias”
Suelto un suspiro, observándola detenidamente.
«Yo no, pero Adam sí”
La sola mención de su nombre, nos deja a ambas completamente en silencio.
A mi madre no le cayó bien Adam después de lo que me hizo, pero creo firmemente que está de su lado en esto y tiene razón.
No hay persona que no se ponga de su lado porque fallé, pero necesito que entienda que no fue algo personal, ni una decisión premeditada y por eso volteo a observarla.
«¿Vas a odiarme por siempre?»
Mi madre se queda pasmada frente a la nevera.
Solo segundos se tarda en reconectar con su cuerpo, sacando una jarra con jugo de naranja la cual deja sobre la encimera, antes de mirarme.
«No te odio, hija», comenta, aunque por su tono, es difícil de creer.
«No lo hago, pero es difícil hacerme a la idea de que seas tan egoísta”
«¿Egoísta?»
«Ocultaste a tu hija durante cuatro años. Nos perdimos tu embarazo, pasaste cosas terribles sola y no fue por falta de apoyo, sino por no pedirlo. ¿Cómo crees que me siento ahora? No te odio, pero no estoy segura de cómo tratarte porque nada me asegura que no vayas a desaparecer por otros cuatro años”
Trago grueso, negando con mi cabeza.
«No voy a desaparecer, mamá. Son parte de la vida de mi hija ahora y…”
«Y debió ser así desde el principio», dice con firmeza.
«¿Qué te hace creer que Adam no reaccionará peor? Es su hija, Ava, y no quiero sonar dura, pero le robaste y él tendrá todo el derecho de ser una m!erda contigo porque será una verdad difícil de digerir”
Las lágrimas se forman en mis ojos.
No soy capaz de tragar las palabras que me dijo porque aunque sean verdad, me dan pavor.
«No fue a propósito», g!mo, intentando contener las lágrimas.
«Oh, hija, lo sé, pero él quizás no lo entienda a la primera y solo te digo esto, para que no tengas expectativas sobre cómo reaccionará ¿De acuerdo? Tuviste expectativas antes y terminaste mal, no quiero que vuelva a suceder”
Sacudo la cabeza.
«¿De verdad crees que me odiará?»
«No dije eso”
«No fue necesario», le corto.
«Y entiendo que estén molestos. Tienen todo el derecho a estarlo, pero necesito que también me escuchen, que hagan a un lado el odio y me permitan explicar por qué no fue una decisión tomada a consciencia. No estaba bien, ¿De acuerdo? Sabía que tenía ayuda, pero también sabía que si le decía la verdad, querría que regresara aquí, y no estaba lista”
«Te entiendo”
«No, no lo haces y está bien, no te culpo por eso. No quiero que finjas comprenderme, porque tuve demasiadas cosas qué asimilar en poco tiempo. Adam, su amante, mi venganza, Nick, Kim, el secuestro, el intento de violación, yo… pasé noches sin dormir creyendo que todavía era perseguida. Tuve que tomar terapia, dejar mi trabajo, rogarle a Dios porque me permitiera continuar cuerda para poder cuidar de mi bebé porque la amé apenas supe que venía en camino y yo solo… quería ser la mejor madre posible”
Es imposible contener las lágrimas a este punto.
El vacío que siento en mi pecho se hace cada vez más grande porque es algo que no creí jamás contar en voz alta, pero se trata de mi madre, de la mujer que me dio la vida y la misma que se cree con derecho a juzgarme cuando no tiene idea de todo lo que tuve que pasar.
«Me esforcé por darle lo mejor de mí, por ser la madre que no tuve», digo, mirándola firmement.
“Y no creí que traerla a Nueva York sea una buena idea porque ¿Qué iba a encontrar? ¿Dos padres traumados que ni siquiera habían superado su propio matrimonio fallido? Brooklyn se merecía lo mejor, tener una vida estable, con una madre que la adorara y yo necesitaba paz. Necesitaba paz para poder ser razonable y… yo…”
Ella me levanta la mano, silenciándome.
“Entiendo todo eso, hija, pero ¿Sabes qué no entiendo? Que en tu discurso, jamás mencionaste a Adam”.
Con el ceño fruncido, la miro.
«¿Qué?»
“Jamás pensaste en cómo él iba a sentirse con la llegada de su hija», dice, dejándome en silencio.
«Ni en la alegría que le hubiera dado verla nacer, ni en la esperanza de querer ponerle un nombre. No pensaste en él ni en un segundo, porque tu discurso solo fue yo, yo yo y yo, y ¿Sabes qué es lo peor? Que cuando le digas la verdad, notará que no lo tuviste en cuenta para algo tan importante como el nacimiento de su hija, y eso no será doloroso, Ava, será insoportable”
Parpadeo, dejando que las lágrimas bajen por mis mejillas.
El sentimiento de desesperanza es todavía más grande y solo recuerdo la vez que intenté llamarlo antes de tomar el vuelo y la forma tan abrupta en la que me colgó, como si no quisiera saber absolutamente nada de mí.
“Mamá, yo…”
“Hiciste muchas cosas para vengarte de él por haberte mentido tantos años, ¿Qué te hace creer que Adam no creerá que tu forma final de vengarte fue ocultándole a su hija?
Abrumada, sacudo la cabeza.
Ni siquiera se me había cruzado por la mente algo como eso.
“¿Crees que llegue a ese punto?
Se encoge de hombros.
“Intenta que no lo haga, porque de creerlo, esto será una guerra de nunca acabar y serán dos personas peleando por un premio, en este caso, Brooklyn”.
…
Mientras mi hija se queda con mamá, a quien se le dio por sacar su instinto materno no sé de dónde, yo no tengo otra cosa qué hacer más que comprar un vestido para la gala de mañana y aunque no quiero ir, ya di mi palabra así que no tengo otra opción más que salir.
Por la mañana, después de despedirme de mi hija y mi madre, tomo el coche de mamá ya que ambas se quedarán en casa para hacer galletas.
Supongo en ese caso, mi hija le enseñará a su abuela porque realmente, no creo que mamá tenga idea sobre cómo demonios encender el maldito horno.
Diciéndome a mí misma que dejaría que ambas tuvieran esa conexión, ya que ambos parecen realmente interesados en tomar su papel de abuelos, salgo de allí sin decir nada, ni siquiera dejar otro cuidado que el de las fresas.
Para comenzar con mi día, voy hacia una cafetería donde me detengo algunos minutos mientras pienso en dónde demonios compraré un vestido para la ocasión y que no necesite de mínimas reparaciones o ajustes.
Termino mi desayuno antes de salir. Intentando recordar dónde estaban las mejores marcas aquí en Nueva York, paseo por las calles principales buscando algo. A decir verdad, no hay mucho qué ver, ni nada que llame mi atención.
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