Esposo arrepentido
Capítulo 108

Capítulo 108:

Se quedó con ella unos pisos más abajo en lo que preparan a Ava para cirugía y entiendo que no quiera responder, según ella porque ya la tengo cansada, pero necesito oír la voz de mi bebé porque es lo único que me calma.

“¿Te sientes bien?”, pregunta Ava, observándome con el ceño fruncido.

“Llevas mucho tiempo dando vueltas por la habitación, amor”

Niego con mi cabeza, forzándome a poner una sonrisa en mis labios.

“Estoy bien, solo quería buscar un poco de señal”.

“Amor, tenemos WiFi aquí. ¿Qué sucede?”

Suelto un suspiro.

“No es nada, tonterías mías. Descansa, cariño”.

Ahora es ella quien sacude la cabeza.

“No lo haré si no me dices qué sucede”, menciona, acariciándose el voluptuoso v!entre.

De solo verla, de esta forma tan pacífica siendo yo lo único.que la está consternando, me siento fatal.

Ava está haciendo todo lo posible por tener un proceso tranquilo y me lo ha repetido desde el inicio así que ahora, lo único que puedo hacer es agachar la cabeza y acercarme a la cama.

Casi de inmediato me hace espacio, mi brazo se aferra a su abdomen mientras ella con su mano acaricia mi cabello.

Mi corazón, el cual bombeaba con fuerzas antes, ahora mantiene un ritmo tranquilo y sereno, demasiado normal para lo que fue hace minutos antes.

Sé que se debe a su calor.

Tener a mi esposa cerca siempre me ha sentado bien, pero ahora es demasiado consoladora su presencia.

“¿Vas a decirme qué va mal?”, pregunta un susurro.

Bajo mi mano, mis bebés se mueven demasiado y eso le provoca dolor.

Tiene el v!entre tan grande y ellos están desesperados por salir, así que supongo que no hay vuelta atrás.

“No quiero molestarte con mis idioteces, amor. Estoy bien”.

“No lo estás”

Afirma.

“Te veo demasiado preocupado. ¿Es eso?”

Suelto un suspiro.

“Amor…”

“Dime o entraré a cirugía preocupada por ti”.

“Tengo miedo”

Susurro, después de oírla.

Lo que menos quiero es tener que molestarla con mis idioteces antes de entrar a cirugía.

Tiene que pensar en nuestros hijos, en su propio bienestar, no en su miedoso esposo.

“No sé cómo es, no tengo idea de qué debo hacer y… ¿Qué se supone que haga si algo va mal? Yo no… no podría hacer todo esto sin ti, Cariño, no… Carajo”

Se aleja un poco para verme a la cara.

De un momento a otro pienso que se molestará por lo que dije, porque no es un pensamiento positivo como tanto nos enseñaron en las clases prenatales, pero sonríe.

Una leve sonrisa, pero una sonrisa, al fin y al cabo.

Deposita un beso en mi frente antes de abrazarme con más fuerza.

“Está bien tener miedo, amor. Es normal, yo también lo tuve”.

“No quiero ni siquiera pensar en que hiciste esto completamente sola la primera vez”

Siento que se encoge de hombros.

“Bueno, la verdad es que si tuve miedo, pero no por mí, sino por lo que pasaría en casi de… ya, sabes, sufrir una complicación”.

“¿De qué hablas?”

“Pensaba en qué sucedería con Brooklyn”

Admite, dejándome helado.

“No le había dicho nada a nadie de mi familia, ni a ti y por eso dejé tu número de teléfono como primer contacto de emergencia en caso de que algo pasara.

Por supuesto ahora es diferente, si algo llegara a pasar…

“No quiero ni pensarlo”

Le corto.

“De verdad, amor, no puedo ni siquiera pensar en eso”.

“Es cierto, no debemos pensar en eso. Es claro que todo va a salir bien”.

“¿Tú crees?”

“Claro que sí. Hice esto una vez, sola, y salió bien. ¿Por qué no saldría bien ahora que los tengo a todos ustedes para cuidarnos?” dice, sonriendo levemente.

“Verás que estaremos bien, amor mío. Los cinco”.

Inhalo profundo.

“Cuesta creerlo ahora que sé que pudieron haberme llamado para decirme que tenía una hija y que tú… m!erda, no sé por qué hablamos de eso ahora”.

Ella se ríe levemente.

“Supongo que siempre vemos lo malo, incluso en situaciones tan felices como esta”.

“Tienes razón. ¿Qué hacemos pensando en calamidades si se supone que vamos a ser padres por segunda vez?”

Vuelve a encogerse de hombros.

“¿Es momento de dejar de pensar y disfrutar de mis últimos momentos con v!entre?”

Hago un quejido.

““No puede ser, no quiero que termine. Tu v!entre es fascinante”.

“Estoy enorme”.

“Estás perfecta”, susurro.

“Si antes del embarazo eras sensual, amor mío, cargando a mis hijos eres una maldita diosa caminando”.

“Eso. es lindo”.

“¿Viste? Soy todo un romántico”.

En lo que nos reímos, alguien ingresa al cuarto y no es una sola persona.

Los pasos repetidos me obligan a voltear, encontrándome con que tres enfermeras nos están sonriendo, lo que me deja saber en dos segundos qué es lo que está por pasar.

Trago grueso, alejándome de la cama lentamente, intentando dejar los malos pensamientos para otro día porque la realidad es que, Ava tiene razón.

Es un día feliz, uno en el que debemos esperar lo mejor y no lo contrario a esto, por lo que me volteo a ver a mi esposa con una sonrisa en los labios.

“Supongo que te llevarán para prepararte ¿No es así?”

“Sí, Señor Byrne. Llevaremos a su esposa para prepararla y lo haremos pasar en cuanto los bebés estén por nacer”.

Asiento con nerviosismo.

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