Esposa forzada
Capítulo 48

Capítulo 48:

Ambos platos estaban servidos de manera estética, ante la mirada atenta de Eros, Sara tomó entre sus manos los utensilios cortando un trozo de carne y se lo llevó a sus labios.

“Mmmmm, está delicioso. Si hubieras sido un chef, estoy segura de que tuvieras diez estrellas” expresó la joven con la boca llena.

En otra ocasión en la que otra persona le hubiera hablado con la boca llena, Eros no hubiera dudado en votarlo de la mesa, ya que consideraba eso de muy mala educación.

Sin embargo, se trataba de su esposa, aunque le era tedioso, decidió no decir nada al respecto por el hecho de que había decidido no hacer o decir nada que hiciera saltar el mal genio de la mujer.

“Seré feliz siendo el chef exclusivo toda la vida para mi esposa” la simple respuesta de Eros, hizo que la boca de Sara se formara en una ‘O’ y sus mejillas se sonrojaran.

¡Perro embaucador! Sabía cómo hacerla quedar sin palabras, Sara se quejó mentalmente.

Lindo, pensó Eros, no había algo más hermoso que ver a su calculadora esposa sonrojarse.

Aquel silencio era lo más cómodo que habían tenido desde hace mucho.

“Yo lavaré los platos, puedes ir a descansar”

Habló Eros mientras extendía las manos a Sara.

“Pero tú cocinaste la cena, lo menos que me tocaría es lavar los platos” dijo Sara caminando detrás de Eros.

“No te preocupes por eso, porque simplemente no puedes” expuso Eros, dejando los platos en el fregadero y comenzando a lavar con sus manos.

Sara se quedó en silencio, porque simplemente no sabía si sabía o no cómo lavar un plato.

Ella solo sabía preparar cosas básicas como café, para no morir de hambre cuando vivía sola, su vida entera se había centrado en la limpieza.

¿Cómo podría lavar un plato?

Lo que sabía era porque había visto en un programa de televisión.

“Puedo hacerlo, lo he visto en la televisión, no es difícil”

Explicó Sara después de unos minutos.

Eros solo le dio una mirada de duda, para luego seguir recogiendo toda la vajilla sucia.

“¡En serio! Lo puedo hacer”

Insistió la joven parada en medio de la gran cocina, mientras Eros se movía de un lado a otro.

“Está bien”

Aceptó y luego agregó:

“Ponte aquellos guantes, luego puedes comenzar a restregar la vajilla”.

Rendido ante Sara, el hombre señaló los guantes con su dedo índice, porque sabía que Sara no se movería a ninguna parte hasta no lograr su cometido.

Su mujer realmente era demasiado obstinada.

La sonrisa en el rostro de Sara fue espléndida, como una niña que consigue un juguete nuevo dado por su padre.

Después de colocarse los guantes, Sara colocó el jabón en la esponja abriendo poco después el grifo.

Eros terminó de botar toda la sobra en la basura poco más tarde, por lo que miró casualmente que estaba haciendo Sara, pero la escena que vio lo dejó totalmente descolocado.

“¡No! Lo estás haciendo todo mal”

Las manos de Sara quedaron totalmente congeladas.

“¿Acaso estás haciendo un baño de espuma en la cocina, para luego poder bañarte en el fregadero?” preguntó Eros con su entrecejo ligeramente fruncido al ver la gran muralla de espuma que se había formado en el fregadero, como en los cabellos de Sara que estaban totalmente cubiertos por jabón y de espuma, y ni hablar de la ropa.

Solo unos minutos se había dado la vuelta y Sara ya había hecho de las suyas, era un caso serio.

Eros quitó el plato que tenía Sara en sus manos, para luego sacar los guantes de sus delicadas manos y colocárselos él.

“Querida, esto realmente no es lo tuyo. Ahora mira cómo lo hago yo, no necesariamente me voy a bañar junto a los platos como lo estabas haciendo tú, mejor ayúdame pasando los platos sucios”

Anunció Eros.

Sara rió por dentro para sí misma.

Únicamente lo había intentado hacer para poder ayudar en algo y no sentirse un ser inútil, ante los quehaceres de casa y sobre todo antes los ojos de Eros.

No sabía desde cuándo le comenzó a importar lo que Eros pensara de ella, pero tampoco quiso pensarlo.

Al final disfrutó ver cómo un hombre como Eros se veía guapo aun lavando platos.

Como no había muchos platos sucios, Eros terminó pronto, hasta ese momento Sara se había mantenido pasándole cada plato, cuchara u olla sucia, como una especie de asistente de cocina.

“¿Te gustaría mirar las estrellas por telescopio?”

Los pasos de Sara se detuvieron justo en el umbral de la puerta que dividía la cocina y la sala. Miró casualmente sobre sus hombros a Eros.

No era una mala idea, desde el segundo piso, en el balcón se veían espléndidas las estrellas.

¿Sería como una cita romántica?

La idea hizo que su corazón latiera locamente.

“¿Es una cita romántica?” la pregunta de Sara lo tomó por sorpresa, al instante se puso nervioso sin saber por qué.

Sara rió al notar el rubor en las mejillas del hombre. Se sintió triunfal por hacer que Eros Alexander se sonrojara por primera vez.

“Lo tomaré como una cita romántica o no, ¡El punto es que tú vendrás conmigo! Eres mi esposa y podremos tener millones de citas románticas sin importar la ocasión”

Con la burla de Sara, la tomó entre sus brazos con la agilidad de un momento a otro, ya estaba como un costal de papas sobre sus hombros.

“¡Estás exagerando la situación! ¿Qué te cuesta admitir que es una cita romántica?”

A Sara le pareció que el comportamiento de Eros le pareciera la de un niño, a pesar de que no era nada civilizado, pero estaba encantada por poder compartir tiempo a solas con su pareja de casados.

“De ninguna manera me burlaré o haré bromas de ti, Eros” advirtió ella, subiendo la escalera hacia el balcón.

“Lo dices solo porque he dicho…”

“Sara Alexander”

Advirtió él, conjugando su nombre de pila con su apellido.

Y realmente le encantó cómo sonó.

La risa alocada de Sara se quedó en nada apenas vio el cielo.

Ya que nunca había visto uno tan estrellado y despejado a la vez.

“Las estrellas se ven muy lindas esta noche” murmuró Sara hipnotizada por tanta belleza. Nunca había visto un cielo como el de esta noche o tal vez sí, pero no lo había notado.

Eros frunció el entrecejo.

“¿Quieres decir que estás dispuesta a tener más citas con otros hombres?” arqueando sus cejas al mirarla.

En ese momento Eros ya había empuñado sus puños.

‘Es mejor que lo pienses bien lo que vayas a responder’, pensó.

“¿Ves? Soy una mujer bella y experimentada”

Sara se burló de Eros.

Antes de que Eros pudiera comentar, Sara continuó:

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