Esposa forzada -
Capítulo 49
Capítulo 49:
“Pero no te preocupes, no tendré cita con ningún hombre que no seas tú. Recuerda que estás casada conmigo. Además, no te daré tiempo para eso”
Eros se acercó a Sara peligrosamente, haciendo que esta tragara saliva.
“Tu lengua es demasiado filosa, no me gusta. ¿Podemos hacer con ella cosas interesantes? ¿No crees, querida?”
Justo en ese instante Sara, no sabía qué hacer ante la insinuación descarada de Eros, alzó su mirada al cielo.
“Pide un deseo”
Gentilmente Eros tapó los ojos de Sara con la palma de su mano.
En ese momento tenía su mano derecha entrelazada con la mano de Sara, y su otra mano tapando sus ojos.
Desde el balcón se podía observar la hermosa pareja que mantenían sus manos entrelazadas, mientras una brisa fugaz pasaba sobre ellos, con un aire de romanticismo.
Si de seguro en esos momentos hubiera estado un fotógrafo profesional, sin duda alguna habría sido uno de los mejores recuerdos.
Eros quitó su mano de los ojos de Sara, mientras ella se aferraba al mundo de sus emociones.
Ambos se miraron con sentimientos encontrados, verde intenso contra claro avellanas.
No fue necesario decir una sola palabra ya que sus labios hicieron lo que morían por hacer desde la cena.
Fundiéndose en un largo y profundo beso, donde esa chispas y fuegos artificiales explotaron en sus corazones.
Sujetándola por la cintura la levantó haciéndola apretar las piernas alrededor de su torso.
Enterró su rostro en su cuello mientras él besaba su hombro cubierto antes de caminar hacia su habitación.
Al llegar a su amplio dormitorio, la acostó suavemente en la cama antes de alejarse de ella.
Su respiración aumentó, aún más, cuando el comenzó a desabotonarse la camisa antes de quitársela rápidamente de su cuerpo.
De repente sintió que una ola de nerviosismo la golpeaba, ya que todo lo que sentía por su toque solía ser aspereza.
Y la incertidumbre en su mirada no pasó desapercibida para Eros.
Inclinándose sobre ella semidesnudo, le acarició la mejilla mientras miraba fijamente su mirada nebulosa.
Inclinándose, besó el costado de sus labios, arrastrando sus ásperos labios hasta sus suaves mejillas. Inconscientemente cerró los ojos ante la suavidad con la que él la tocaba como si estuviera hecha de vidrio y se rompería si aplicaba más fuerza.
Su único brazo se envolvió alrededor de su pequeña cintura mientras abrazaba su cuerpo más cerca de ella antes de mirar su rostro sonrojado.
Sus ojos estaban cerrados sintiendo sus labios acariciando su piel a fondo.
Su mirada obsesiva parpadeó con más posesividad viéndola acostarse debajo de él con su consentimiento.
Y la forma en que ella estaba respondiendo a su toque encendió sus entrañas.
Movió sus dedos a lo largo de su barbilla acariciando su mandíbula.
Lentamente abrió los ojos ante la pérdida de sus labios calientes.
Sus ojos se encontraron con su mirada oscura y la mirada en sus ojos le tembló el corazón.
Parecía poseído.
“¡Dime que eres mía!” susurró contra sus labios aumentando ligeramente el agarre sobre su cintura y tirando de su cuerpo más cerca del suyo.
Su mano fue a la cremallera en la parte posterior del vestido y agarrándola, la bajó haciendo que el vestido se aflojara de sus hombros.
Ella tragó saliva lamiendo sus labios mirándolo a los ojos.
“Soy tuya. Toda tuya, Eros”
Ella murmuró haciéndolo sonreír con pura satisfacción.
Eros miró a Sara con ojos llenos de amor y deseo contenido. Acercó su rostro al de ella, rozando suavemente sus labios.
“Mi hermosa esposa”
Susurró con ternura, acariciando su mejilla con el dorso de la mano.
“Esta noche quiero demostrarte cuánto te amo, pero sin apuros. Quiero disfrutar de tu compañía, de tu calor, de tu presencia”
Sus dedos recorrieron delicadamente el contorno de su rostro, memorizando cada rasgo.
Luego, deslizó su mano hasta la nuca de Sara, atrayéndola hacia él en un beso lento y profundo, pero lleno de dulzura.
Cuando se separaron, Eros la miró con ojos brillantes.
“Eres lo más valioso que tengo. Déjame amarte esta noche, mi amor” susurró, volviendo a capturar sus labios en un beso suave y apasionado a la vez.
Sus cuerpos se fundieron en una danza lenta y sensual, explorándose mutuamente con caricias delicadas y miradas llenas de adoración.
Eros se aseguró de hacer sentir a Sara amada y venerada, demostrándole con cada caricia y cada beso lo mucho que significaba para él.
Aquella noche, se entregaron el uno al otro con una ternura y una conexión que iba más allá de lo físico, creando un momento íntimo y especial que quedaría grabado en sus corazones.
Eros miró a Sara con ojos llenos de amor y deseo contenido. Acercó su rostro al de ella, rozando suavemente sus labios.
“Mi hermosa esposa”
Susurró con ternura, acariciando su mejilla con el dorso de la mano.
“Esta mañana quiero demostrarte cuánto te amo, pero sin apuros. Quiero disfrutar de tu compañía, de tu calor, de tu presencia”
Sus dedos recorrieron delicadamente el contorno de su rostro, memorizando cada rasgo.
Luego, deslizó su mano hasta la nuca de Sara, atrayéndola hacia él en un beso lento y profundo, pero lleno de dulzura.
Cuando se separaron, Eros la miró con ojos brillantes.
“Eres lo más valioso que tengo. Déjame amarte hoy, mi amor” susurró, volviendo a capturar sus labios en un beso suave y apasionado a la vez.
Sus cuerpos se fundieron en una danza lenta y sensual, explorándose mutuamente con caricias delicadas y miradas llenas de adoración.
Eros se aseguró de hacer sentir a Sara amada y venerada, demostrándole con cada caricia y cada beso lo mucho que significaba para él.
Aquella mañana, se entregaron el uno al otro con una ternura, creando un momento íntimo y especial que quedaría grabado en sus corazones.
Más tarde, mientras desayunaban en un pacífico silencio, Sara revisó su tableta en busca de información importante, pero no encontró nada.
“¡Esto es trampa!”
Exclamó de repente, soltando el control del videojuego con frustración.
“¡Eros Alexander! Eres un perro tramposo”
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