Esposa forzada -
Capítulo 47
Capítulo 47:
El corazón de Eros dio un vuelco ante la idea, pero luego la idea de que ella descubriera la verdad invadió su mente y toda la felicidad se apagó.
Eros se sumergió en recuerdos de su encuentro previo en el baño.
Había sido como un fanático del se%o, pero parece que su esposa también ha cambiado su forma de pensar.
Sus ojos se oscurecieron con lujuria y todo a su alrededor se volvió borroso.
Estaba en la cabina de la ducha de paredes de vidrio. Caminó hacia Sara, abriendo la puerta y haciéndola saltar en su lugar.
Él se acercó a ella.
El dio un paso atrás mirándolo con su mirada hambrienta.
Eros rápidamente la envolvió alrededor de su cintura atrayéndola contra su pecho. Ella colocó sus manos sobre su hombro respirando pesadamente.
“Me tomaste anoche y todavía no estás satisfecho”
Susurró a través del agua que goteaba sobre su rostro. Sus ojos se clavaron en sus labios húmedos que parecían más que tentadores en este momento.
“Nunca puedo estar satisfecho cuando se trata de ti”
Gruñó antes de estrellar sus labios contra los de ella.
Sus manos se deslizaron por su torso mientras él todavía estaba ocupado chupando sus senos ya marcados.
Sacando sus cuerpos de la ducha, él pegó su espalda desnuda contra la pared de vidrio antes de deslizar lentamente su cuerpo hacia abajo.
El cuerpo de Sara se sacudió hacia arriba sintiendo su eje duro, y ella clavó las uñas en los hombros cuando él la penetró.
Eros se retiró solo para golpearla de nuevo, y su ritmo se aceleraba.
Ella se frotaba con avidez, subiendo y bajando en su eje duro, como si no la hubiera tocado antes.
“Muñeca”
Él gruñó su nombre antes de abofetear su trasero y ella lo apretó, y fue la mejor sensación que jamás había tenido.
Volvió a abofetear su trasero haciendo que su cuerpo se sacudiera hacia arriba con su eje todavía deslumbrando su agujero con avidez.
El la azotó muchas veces y cada vez lo único que ella hizo fue g$mir en voz alta dejando que las paredes del baño lo escucharan.
Pronto ambos alcanzaron su clímax y Eros dejó que su fluido la llenara, sintiéndose exhausto.
Sin esperar respuesta, Eros volvió a entrar en la cocina bajo la atenta mirada de Sara con sus ojos bailarines que miraban de manera se%y la espalda de su esposo.
En otra situación hubiera sido considerada una actitud provocativa, pero como nadie la estaba mirando, ella se sentía libre de observarlo todo lo que quisiera.
“Si me miras de esa manera, no responderé sí hoy”
Eros dijo descaradamente, sirviendo la fruta en un plato.
“Decía que esto está delicioso”
Sonrió Sara mientras se llevaba un pedazo de fruta a sus labios y de hecho la fruta le pareció extrañamente deliciosa, cuando días atrás todo encontraba insípido.
Las manos de Eros realmente eran de dioses, todo estaba delicioso, extrañamente Sara se sonrojó ante este pensamiento.
Sara tragó saliva parpadeando un par de veces.
Se aclaró la garganta asintiendo con la cabeza.
Observó la entrada de la villa y lo vio llegar en su auto.
Tan guapo y apuesto como siempre en su ropa sencilla.
Le encanta ser tratado con cariño por Eros y ama esto.
El teléfono de Eros sonó.
Era su Abuelo Albert.
Al contestar, el Abuelo Albert dijo:
“¡No regresaste a casa anoche! ¡Supongo que se reconciliaron!”
El Abuelo Albert concluyó y Eros sonrió.
“Espero que no vuelvan a pelear”
Gruñó el Abuelo Albert ya que no deseaba ver a Eros de nuevo sumido como un robot en el trabajo.
Era como si Eros no tuviera vida propia esos días, aunque aparentaba estar bien, el Abuelo Albert sabía que no.
A pesar de su preocupación por su nieto, su plan había salido bien.
Miedo de que Sara lo despreciara cuando se enterara de que le mintió, por eso no se atrevía a decírselo, mucho menos ahora.
…
Sara entró a la cocina de noche.
Aunque era tarde, no podía dormir. La sonrisa se enganchó en sus labios al ver al magnífico hombre concentrado mientras picaba algunas verduras.
Qué espectáculo para la vista.
Una sensación de calidez que calentó su corazón.
¡Esto es lo mejor!
Y por primera vez, sin sentirse como un castigo de su malvado destino, sino como un ‘regalo’ en su vida. Se acercó a él como una niña pequeña y envolvió sus brazos en su cintura.
Eros sonrió al sentir los frágiles brazos de Sara abrazándolo.
Él supo que había llegado a casa desde el momento que entró por la puerta, quiso ir a abrazarla y besarla hasta no poder, pero decidió darle su espacio.
Eros no quería abrumar a Sara.
Pero su corazón no pudo evitar hincharse al ver la felicidad en su rostro.
“Es tarde ya. Ve a descansar, cariño. Mañana es otro día, y mi trabajo es asegurarme de que estés bien cuidada. Puedes esperar la cena sentada en la sala de estar”
Habló Eros, dándole una cálida sonrisa y un beso en la cabeza, porque seguía temiendo que todo esto fuera solo un sueño.
Como respuesta lo único que pudo hacer Sara fue asentir con un movimiento de cabeza.
El agua a una temperatura agradable llenaba el fregadero.
La cocina estaba en completo silencio, ya que Eros era un hombre demasiado eficiente en la cocina.
La noche era tranquila, solo el ruido de algunos grillos era lo único que se podía escuchar.
En medio de la sala de estar se encontraba Sara sentada en el sofá, el televisor está prendido, sin embargo, su atención no estaba en la televisión, Sara miraba disimuladamente de vez en cuando a la persona que se encontraba en la cocina realizando movimientos ágiles y precisos en cada cosa que hacía.
No había sido distinto que en la mañana cuando preparó el desayuno, Eros al igual preparó la cena como si hubiera sido experto en la cocina toda su vida.
Una hora más tarde, los platos ya estaban servidos en la mesa.
Sara miraba el suyo de manera asombrosa, aunque no era algo extravagante como en los restaurantes de lujo donde sabía comer, tenía buen aspecto ante sus ojos.
Carne al horno, arroz, ensalada de verduras salteadas y jugo de naranja.
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