Enamorado de mi ex esposa
Capítulo 1690

Capítulo 1690:

“Los gemelos están allí desde el comienzo, pero la máquina no lo detectó porque el segundo feto tuvo un desarrollo más lento. Nos enteramos hoy. Es por eso que nos dijeron que era solo un bebé”.

“¿Eso es posible?”.

Tomás estaba desconcertado al descubrir que era posible que las maquinas no vieran esa clase de cosa porque el embrión tenía un crecimiento más lento. Parpadeó, mostrando lo pasmado que estaba.

Amber sacudió la cabeza al ver su reacción graciosa.

“Raro, ¿No?”.

Al final, entendió y se acercó a la cama para mirar su barriga. Le preguntó otra vez debido a que no lo podía creer.

“Cuñada, ¿No me estás mintiendo?”.

“No. Los resultados están aquí. Míralos por ti mismo”.

Le puso los ojos en blanco antes de señalar el documento en la cabecera.

“Está bien. Olvídalo”.

Sacudió la cabeza.

“Ni siquiera puedo leer libros; me gira la cabeza cada vez que lo intento. Te creo. Santo cielo, la vida está llena de sorpresas”.

“Si, si no hubiera ido a una revisión, no lo sabríamos”, exclamó María.

“Eso es genial”.

Tomás sonrió.

“¿Gemelos? Eres una súper mujer, cuñada. Son los primeros en la familia”.

“Si, la Gran Señora Furtado dijo lo mismo”.

María sonrió.

“Tendré dos sobrinas en el futuro”. Rio.

“No le gusta la idea de tener un sobrino, ¿No? Tener uno de cada uno sería perfecto, ¿No es así? ¿Por qué deben ser dos sobrinas?”, preguntó la Señora Lyon.

“Eso es porque las niñas son adorables. ¡Son alegres y lindas! Los niños son demasiado insolentes”.

“¿Cómo puede decir eso? Todos somos diferentes. ¿Qué hay sobre un sobrino tranquilo y educado?”, dijo la Señora Lyon.

“Además, ¿Qué si es un niño al que le gusten los deportes? Puede enseñarle básquetbol”.

“¿Enseñarle básquetbol?”.

Se le iluminó la mirada.

“Bien. Puedo enseñarle a mi sobrino básquetbol. Señora Lara, ¡es una genio! Cuñada decidí que quiero un niño y una niña. Le enseñaré al niño deportes y la niña nos alentara”.

El pensar en esa vida lo hizo feliz. Ella movió la cabeza al ver su ansiedad.

“¿Piensas que puedes determinar el género de los bebés a tu gusto?”.

“No me importa. Quiero un sobrino y una sobrina”.

Tomás se quejó.

Amber puso los ojos en blanco, ignorándolo. Después, él caminó hacia los juguetes que había comprado.

“Estos son para mi sobrina nada más, así que es impropio de mi parte. Desde mañana en adelante, le compraré obsequios a mi sobrino también”.

“Y no los traigas aquí”.

Le recordó Amber.

“No es un depósito. Estaré llena de cosas en unos días si no te comportas”.

“Bueno, ¿A dónde debería llevarlos entonces?”.

Levantó la cabeza.

Ella se presionó la frente.

“Llévalos a la Residencia Las Estaciones. Será nuestra casa ahora que estamos casados”.

Amber y Jared no se habían mudado todavía. Todavía estaban renovando la casa y solo se mudarían cuando estuviera terminada.

“Sí, llévelos allí, Joven Amo Tomás. Hay un cuarto de juegos. Puede comprar todo lo que desee”, dijo María.

Amber no se lo prohibió a Tomás ya que los juguetes eran necesarios para los niños.

Con su ayuda, ahorrarían tiempo de comprarlos.

“Está decidido entonces. Le pediré a alguien que los envíe allí”.

El muchacho inocente desconocía las intenciones de Amber.

“¿Le cortaste a la abuela y Jared sobre esto?”.

Tomás guardó los regalos antes de tomar una silla cerca de la cama y sentarse.

También tomó una manzana.

Amber hojeó el libro en sus manos.

“¿Qué crees? Son mi abuela y esposo. ¿Piensas que te contaría a ti la gran noticia antes que a los demás?”.

“Es verdad”.

Le tembló el labio. Pensó que sería la primera persona en enterarse, así que quería bromear con Rosa y Jared sobre eso; sin embargo, era solo un sueño. Ella sacudió la cabeza; sabía lo que pensaba.

“¿El colegio comenzará las clases pronto?”.

“No debo ir al colegio”.

Dudosas, María y la Señora Lyon lo observaron al mismo tiempo. Amber frunció el ceño.

“¿Por qué? Es tu tercer año de escuela”.

“Recibí una oferta de la universidad”.

Sonrió, triunfante.

“Quizá no tenga tanta educación, pero soy bueno en básquetbol. Mi equipo fue el campeón del Campeonato Mundial de Básquetbol Juvenil Sub 17 y cada uno de nosotros recibió una oferta, por lo que no necesito ir al colegio ya. Me comunicaré con la universidad cuando el receso de verano termine”.

“Ya veo”.

Amber asintió.

“Que suerte tienes”.

Asistir a la universidad con sus escasos conocimientos era imposible. Jared no gastaría dinero para enviarle a Tomás tampoco. Por ende, fue gracias a él que aceptaron a Tomás en la universidad con sus habilidades deportivas.

“No es suerte. Soy bueno”.

La corrigió.

“Sí, sí, sí, eres bueno. ¿Feliz?”.

El muchacho alegre lanzó el corazón de la manzana antes de tomar el libro que sostenía Amber.

“Cuñada, déjame contarte una historia. Jared me dijo que te entretuviera mientras no está aquí y es un asunto importante debido a mi mesada. Esto es importante, así que te leeré”.

“Con gusto”.

Amber rio.

“No sabía que pudieras tomarte algo en serio”.

“Ah, bueno. El dinero hace bailar al mono, ¿No?”.

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