Enamorado de mi ex esposa
Capítulo 1688

Capítulo 1688:

Pronto, llegó Timoteo. Antes de eso, la noticia de que Amber estaba embarazada de gemelos lo había dejado anonadado por un largo tiempo; así que fue a visitarla para verificar la situación. Al notar la presencia de Rosa, se acomodó los anteojos con suavidad y la saludó de manera educada.

Ella tenía buen concepto de él; no era el monstruo que los demás decían.

‘Y ¿Qué si tiene un problema psiquiátrico? ¿Eso significa que no es un ser humano? Además, Timoteo no hizo nada en contra de la ley ni lastimo a nadie. ¡Es un doctor que salva vidas!’.

Rosa estaba agradecida de que Timoteo cuidara tanto a Amber. Su saludo educado le había dado más puntos también.

“¿Está aquí para revisar a Amb, Doctor Laguna?”.

“Escuché que está embarazada de gemelos”. Asintió.

“Así que vine a verificar si está bien para la cirugía de córnea de mañana”.

“Ya veo. Adelante”.

Rosa se paró de su asiento con la ayuda del bastón, haciéndole lugar, Timoteo se acercó a Amber, pero no la examinó de inmediato.

“Felicitaciones. Tú y Jared tienen suerte de tener gemelos la primera vez”.

“Es una grata sorpresa”. Sonrió.

“Todavía no siento que sea real”.

“¿Te duele alguna parte del cuerpo?”.

Tomó una lapicera del bolsillo del guardapolvos.

“No, nada fuera de lo común”.

Sacudió la cabeza.

“Genial. Parece que procederemos a realizar la cirugía mañana como lo programamos, pero tendremos que monitorearte durante el día. Debemos aseguramos de que estás completamente bien”.

Amber y María asintieron al mismo tiempo; después, Timoteo guardó la lapicera y sacó una pequeña interna para revisarle las pupilas. Cuando se aseguró de que no hubiera algún cambio, la apagó.

“Muy bien. Tengo una idea general de cómo estas. Tendrás la cirugía a esta hora mañana, pero deberás estar atenta antes. Dime si no te sientes bien”.

“Entendido”.

Amber se puso seria ya que le preocupaban sus hijos.

“Muy bien, me iré”.

Se giró para retirarse.

Rosa vio como su figura desaparecía.

“Es un hombre tan bueno. Cuida bien a Amb y también a Jared. Habilidoso pero egoísta. No atiende a cualquier paciente, ¿No? Escuche que rechazó a varios”.

“Si, los Laguna le suplicaron que les salvara la vida, pero no dijo que si”.

María asintió. Al ser alguien tan directo, Rosa hizo una mueca.

“Se lo tenían merecido. Apuesto a que habría accedido a su pedido si lo hubieran tratado mejor”.

“Tiene razón. Lo que va, regresa. No pueden culpar a los demás”.

Rosa se fue del hospital después; tenía menos energía ya que era mayor; se sentía cansada con facilidad. Dicho eso estaba reacia a permanecer en un asilo sin importar cuanto intentaran persuadirla.

Incluso una vez Jared intentó forzarla a mudarse a una residencia de ancianos, pero se rehusó y juró que cortaría lazos con él. ¿Qué más podía hacer ante semejante amenaza? La dejó en paz al final.

Sabia con exactitud por qué su abuela se negaba a ir a una residencia de ancianos.

Rosa no le temía a la muerte ni un poco; estaba lista para aceptar su fin en cualquier momento. Por eso, entendió que no había necesidad de ir a un asilo. Incluso si podía vivir más años, había un límite; la muerte era inevitable.

Ir a una residencia de ancianos haría que viviera más tiempo y eso era innecesario. La pérdida de la libertad no la atraía. Prefería quedarse contando sus minutos finales en la Residencia Farrell.

Sin más opción, Jared abandonó la idea del asilo y reclutó a un equipo de médicos para que la cuidaran en casa. A pesar de recibir un cuidado meticuloso y no tener una enfermedad preocupante, su cuerpo había llegado a su límite. Dormía después de estar unas horas despierta.

Amber no le insistió a Rosa para que se quedara ya que le preocupaba que la mujer se durmiera en el hospital; estar en casa siempre era más cómodo para los ancianos. Se sentiría más segura una vez que descansara allí.

María acompañó a Rosa y su empleada a casa cuando salieron de la habitación.

“Señorita Amber, la Gran Señora Farrell se fue”.

“Gracias, Señora María”.

Le agradeció Amber.

“No se preocupe, es mi deber. La Gran Señora Farrell y yo hemos sido amigas por mucho tiempo”.

Una sonriente María le sirvió un tazón de caldo de pollo.

“Coma un poco”.

“Gracias”.

Amber tomó el tazón de sopa.

María se sentó a su lado.

“Señorita Amber, ¿No cree que deberíamos avisarle a la Señora Lara y los demás de que tiene gemelos?”.

“Sí”.

Amber bebió una cuchara de sopa.

“Le enviaré un mensaje. Creo que vendrá más tarde”.

“Por su carácter explosivo, es lo más probable”.

María soltó una risita y pensó en algo.

“¿Que hay sobre la Familia García?”.

La sonrisa de Amber desapareció un poco.

“No hay necesidad de contarles en persona. Lo sabrán tarde o temprano”.

“Es verdad”.

Al entenderla, María solo asintió y no habló más.

Mientras tanto, Amber perdió el apetito y bebió la sopa con lentitud. Como esperaba, la Señora Lyon saltaba de alegría al enterarse de la noticia de que Amber estuviera embarazada de gemelos. Fue a visitarla al hospital con muchos regalos.

Tenía tantas preguntas que Amber no tuvo tiempo de responder. La situación graciosa la enterneció. Después de todo, muchas personas se preocupaban por ella.

A pesar de lo ocupados que estaban, cualquier evento trivial que sucediera era suficiente para que fueran a verla. Amber se sentía bendecida.

“Oh, Amber. Escuche que la Señora García te estuvo visitando estos días”.

Graciela le estaba sirviendo un vaso de leche.

“Si. Viene todos los días. El pensar en eso me enternece”.

Era la verdad; dejó que Julia actuara con sinceridad debido a su corazón amoroso y, por supuesto, a la relación reciente entre ellas. La Señora Lyon le entregó el vaso de leche.

“Entiendo. Son inhumanos, pero en verdad se preocupan por ti. Es difícil no mostrar misericordia”.

“Señora Lara, ¿Estoy actuando bien?”.

Amber movió la sábana con mirada confundida.

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