Enamorado de mi ex esposa
Capítulo 1683

Capítulo 1683:

“¿Joven Ama Amber, le gustaría descansar? Se ve un poco cansada”.

“Sí”.

Amber bostezo.

“Por favor, despiérteme en dos horas”.

Eso era debido a que tenía revisión por el embarazo cada dos horas, así que debía estar despierta.

Como María lo sabía, estuvo de acuerdo con ella.

“No se preocupe; estaré atenta al reloj”.

“Bueno”.

Amber asintió antes de recostarse en la cama y quedarse dormida.

Mientras, en el Hospital Trinidad, Julia regresó de buen humor, Tadeo había visto que se iba con bolsas en sus manos, así que cuando regresó sin ellas, de inmediato, supo la razón de su felicidad. Sonrió y apoyó el teléfono.

“¿Amb aceptó los vestidos?”.

“Lo hizo”.

Julia asintió con alegría.

“Camino allá, me preocupaba que no los aceptara; por suerte, no fue así. No puedo expresar lo feliz que estoy. Se los probó y se veía hermosa en ellos. Incluso tomé algunas fotos. ¿Quieres verlas?”.

“¿Qué crees?”.

Tadeo pretendió estar enojado y la miró.

Amber era su hija también, así que la amaba igual que Julia. ¿Cómo podía no esperar que su hija se viera hermosa en esos vestidos? Julia sabía que Tadeo bromeaba, así que no se enojó; rio y le entregó el teléfono, el cual él aceptó con rapidez.

Sus manos estaban más temblorosas cada día, así que no pudo sujetarlo con firmeza sin utilizar las dos manos, Julia observó la escena con ojos llorosos y triste. Como la esposa de Tadeo, sabía que había llegado al final de su vida y que lo perdería pronto.

En el fondo, sabía que él estaba en su peor momento.

Al notar el cambio de expresión de esta, le hizo señas para que se acercara.

“Ven aquí. Veamos las fotos juntos”.

“Bueno”.

Julia sabía que estaba intentando cambiar su humor así que no pensó demasiado en eso.

Como no quería decepcionarlo, respiró hondo y suprimió su tristeza; después, se forzó a sonreír y se acercó. Los dos se apoyaron en la cabecera mientras observaban las fotos de Amber.

Mientras las miraban, sonrieron con ternura; era una escena reconfortante. En ese momento, la figura de una mujer alta apareció afuera de la habitación.

Permaneció detrás de la puerta con la oreja apoyada en esta. Cuando escuchó las risas que provenían de adentro, su expresión se tornó desdeñosa de inmediato.

Eso se debía a que los escuchó hablando de Amber y su tono reflejaba amor y orgullo. La mujer no podía aceptar eso y apretó los dientes con tanta fuerza que casi los quiebra.

‘Qué desagradable. Se enteraron de la identidad de Amber hace pocos días; sin embargo, ya están tan felices con respecto a ella. ¿Qué hay sobre mí? Me criaron por veinte años, pero nunca escuché que hablaran de mi con tanto orgullo. ¿Qué tiene ella que yo no? ¿Es debido a que es su hija biológica?’.

La mujer apretó las manos juntas mientras su cuerpo temblaba de odio, celos y enojo.

Odiaba a Amber y a los García aún más.

‘¿Tener lazos sanguíneos es tan importante? Estuve con ellos por veinte años, pero no tengo comparación con Amber, a quien reconocieron hace unos pocos días. Es evidente que pasé más tiempo con ellos y me preocupé por ellos, pero, en su interior, siempre será más importante su hija biológica. Qué ironía’.

Mientras más pensaba en eso, más celosa se ponía. Tania colocó las manos en la puerta antes de doblarlas y rasguñarla con sus uñas largas, lo que hizo un sonido agudo. Adentro de la habitación, Tadeo y Julia escucharon ese sonido y se quedaron callados. Después, observaron la puerta.

“¿Qué fue eso?”, preguntó Tadeo.

Mientras sacudía la cabeza, Julia se bajó de la cama y dijo: “Iré a echar un vistazo”.

Se dirigió, en pantuflas, a la puerta.

Cuando la abrió, se sorprendió al ver la mujer afuera y perdió el equilibrio. La persona cayó sobre Julia, en sus brazos.

Sorprendida por lo que estaba sucediendo, Julia dio un paso atrás. Esa persona no pudo sujetarse a nada y cayó adentro de la habitación.

“¡Ay!”.

Su rostro se veía pálido y su frente estaba cubierta de sudor.

Era evidente que su caída fue dolorosa.

“¿Quién eres tú?”.

Julia miró a la mujer en el suelo y frunció el ceño.

“¿Por qué hiciste esos ruidos? Oh, que muchacha tan maleducada”.

Tania escuchó el desdén y la frustración en el tono de Julia y, cuando recordó la voz afectuosa y complaciente con la que hablaba de Amber, su expresión se desfiguró y su mirada reflejo envidia.

Sus piernas se habían curado, pero apenas podía caminar, En ese momento, se había caído de manera tan dolorosa que quizá tendría complicaciones de nuevo.

Mientras, su odio por Julia se incrementó aún más cuando notó que no planeaba ayudarla a levantarse ni disculparse; en cambio, la estaba cuestionando con tono desagradable, Tania se apoyó y comenzó a levantarse despacio; después, miró con enojo a Julia. Esta se asustó al verla.

“¿P-por qué me miras así? No te empujé. Tú eras quien estaba detrás de la puerta, escuchándonos. ¿Cómo podía saber que caerías cuando abrí la puerta? Sin mencionar que no tienes motivo de estar aquí y tienes las agallas de mirarse de esa manera. Tú… Espera, tu rostro me es familiar, Creo que te vi antes”.

Mientras entornaba los ojos, comenzó a observar de manera cuidadosa el rostro de Tania. Unos segundos después, recordó quien era la joven mujer y se enfureció.

“¡Ana Santillán! ¡Eres tú! La mujer que lastimó a mi hija e intentó robarle su marido”.

Julia la señaló.

“¡No puedo creer que seas tú! ¿Qué estás haciendo aquí?”.

Al escuchar cómo Julia seguía diciendo “mi hija” y como había lastimado a Amber, no pudo soportarlo más y apretó los dientes.

Justo cuando Tania estaba por decir algo, Tadeo habló: “Es suficiente. No pierdas tiempo hablando con esa mujer; solo llama a la policía”.

Cuando escuchó que iban a llamar a la policía, se quedó pasmada; después, se preocupó.

“No, no pueden llamar a la policía”.

Si la arrestaban, investigarían su pasado.

Para ese entonces, ni siquiera Connor podría ayudarla. Este le había advertido antes que mantuviera un perfil bajo y evitara que la arrestaran ya que no apagaría la fianza una segunda vez.

Si la arrestaban otra vez; su identidad quedaría expuesta y Jared… No se atrevía a pensar en ello, así que le tomó la mano a Julia y le rogó que no llamara a la policía.

Sin embargo, Julia apartó la mano y le dijo: “¿Por qué tomas mis manos mientras hablas? Dijiste que no llamemos a la policía, así que debes tramar algo. Dilo, ¿Por qué estás aquí?”.

“Y-yo me perdí”.

Tania miró hacia abajo.

“¿Te perdiste?”.

Julia desdeñó.

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