Enamorado de mi ex esposa -
Capítulo 1678
Capítulo 1678:
María suspiró y se giró hacia la puerta.
“Déjela entrar”.
Amber se había comportado de esa forma durante los últimos días. Cuando Julia iba, Amber no decía nada, así que María la dejaba entrar. Amber permanecía en silencio, por lo que era evidente que aprobaba la decisión de María. Por ende, el guardaespaldas asintió y fue a buscarla.
Pronto, la mujer apareció en la puerta con una gran bolsa.
“Julia, ¿Qué trajo en esa gran bolsa?”, exclamó María.
Al escucharla, Amber levantó la vista y apoyó el libro que tenía en la mano para observar. Era evidente que también sentía curiosidad. María ayudó a Julia a entrar la bolsa a la habitación y esta le explico, sonriendo:
“Solo es algo de ropa”.
“¿Ropa?”.
María estaba confundida.
“Sí”.
Julia se giró hacia Amber.
“Es ropa hecha para embarazadas. Cuando estaba embarazada de Amb, su abuela me hizo estos atuendos y son estilo retro. Están bordados de manera delicada. Su abuela hizo muchos, pero tuve un embarazo difícil y estuve casi todo el tiempo en la cama, por lo nunca tuve la oportunidad de usarlos. Los recordé ayer y fui a casa a buscarlos. Esta ropa es nueva y pensé en dársela a Amb”.
“Ya veo”.
María estaba agradablemente sorprendida.
“La Gran señora García es una erudita bordando y una de las mujeres más elegantes del último siglo. Amaba usar vestidos tradicionales y no lo cambió ni cuando se hizo anciana. La ropa que hacía era sin duda hermosa”.
“Sí, pero nunca pude usarla en ese tiempo, así que la guardé. Después de que falleció, me olvidé. Ahora, es el momento perfecto para dársela a Amb. Están como nuevas”.
Julia se apresuró a abrir la bolsa con la ayuda de María y miraron la ropa, una por una, apoyándola en la cama. Como María había dicho, eran vestidos tradicionales de la era Victoriana. Estaban bordados de manera exquisita y eran hermosos.
A pesar del tiempo, seguían siendo perfectos con diseños complejos y un bordado que los hacia costosos. Era evidente que Paulina estaba muy satisfecha con que Julia fuera su nuera cuando vivía, sino no le habría confeccionado tantos atuendos tan hermosos.
“¡Ay! ¡Son tan hermosos!”.
María tomó un vestido blanco y se lo mostró a Amber.
“Señorita Amber, mire esto. El bordado es tan realista y quizá no hay mucha gente que pueda realizar este trabajo hoy en día. Un vestido confeccionado a mano con un buen bordado puede costar hasta siete cifras, mucho más este. Se verá hermosa en él”.
“Sí”.
Julia asintió, sonriendo y mirando a Amber con cariño. Había llevado era ropa porque pensó que su hija se vería hermosa vistiéndola.
A las mujeres les gustaban los atuendos hermosos y Amber no era excepción. Ante esa ropa, se quedó un largo tiempo observándola ya que era preciosa; no podía apartar la mirada.
“¿Quisiera probárselo, Señorita Amber?”.
María la incentivo.
“El vestido tiene un corte en la cintura muy halagador, por lo que le queda bien a las embarazadas y a las personas que quieren acentuar su cintura”.
“Hay algunos atuendos aquí que no son para mujeres embarazadas. Tu abuela los hizo para mí, pero debido a mis problemas de salud, me enfoque en mi recuperación y subí un poco de peso, por lo que no me quedaban. Esa es la razón porque los tuve hasta hoy y te los traje para que te los pruebes. Eres más delgada que yo e, incluso después de tener al bebé, volverás a ponerte en forma para usarlos”, explicó Julia y después María se unió para incentivarla a que se los probara.
“Pruébeselos, se verá hermosa”.
En ese momento, Julia estaba agradecida de nunca haberlos utilizado, sino no sabría que regalarle a su hija. Amber estaba tentada de probárselos, pero dudaba debido a que le pertenecían a Julia. María entendió su dilema y le tomó la mano, apoyándola.
“Señorita Amber, inténtelo. Solo es ropa y la confeccionó su abuela”, dijo María.
“Si, Amb, pruébatelos”, dijo Julia con mirada de apoyo.
De verdad esperaba que su hija aceptara la ropa.
Cuando estaba embarazada de Amber, prometió darle lo mejor de su vida, pero Enrique se la llevó y sus sueños se hicieron añicos.
Estaba veinte años atrasada de cumplir esa promesa, así que, en ese momento, quería darle lo mejor a su hija y lo más valioso que poseía. Como era de esperarse, deseaba que su hija los aceptara.
“Joven Ama Amber, pruébeselos”, le urgió María y le dio el vestido a Amber.
Esta lo miró, después observó a María y Julia que esperaban con ansias. Al final, no pudo resistir la tentación, así que asintió y accedió.
“¡Estupendo!”, exclamo María con felicidad.
Julia tenia los ojos colmados de lágrimas por la emoción.
“¿Necesitas mi ayuda, Amb?”, preguntó mientras veía a Amber ir a otro cuarto para cambiarse.
“No, puedo hacerlo sola”.
Amber sacudió la cabeza.
Julia se sintió decepcionada, pero no le insistió. Su hija estaba dispuesta a probarse su ropa y eso era lo suficientemente bueno. Amber fue a otra habitación a cambiarse mientras las mujeres la esperaban afuera.
María tocó los hermosos atuendos y suspiró: “Paulina era tan talentosa”.
“Si, en verdad era talentosa. Si estuviera viva, creo que le habría hecho la ropa a Amb e incluso su vestido de novia”, dijo Julia, sonriendo.
“Cuando estaba embarazada de Amb, dijo que sí pudiera vivir cien años, le bordaría en persona un vestido tradicional a su nieta. Era la típica mujer de antes a quien le disgustaba la ropa moderna. Cuando me casé con Tadeo en un vestido moderno, no le gustó nada”.
Julia sacudió la cabeza y se rio.
“Es una pena que falleció tan pronto; sino Amb podría haberla conocida. La amaba mucho”.
“Después de saber que adoptarían a Tania, escuchamos que a Paulina no le agradaba su nieta e incluso se fue de la Residencia García por eso. Todos decían que Paulina prefería a los hombres y que no le agradaban las niñas, por lo que prefería tener nietos. Ahora sabemos que no era el caso”.
María terminó de ordenar los atuendos.
“Solo le agradaba su nieta biológica y Tania fue adoptada debido a mi enfermedad. Era entendible que no le agradara la niña, pero ahora Tadeo y yo nos arrepentimos de haberla adoptado”.
“Acababa de perder a una bebé y estaba enferma; Tadeo adoptó a la niña por su bien. Lo que hicieron no estuvo mal, pero no la criaron bien”.
La expresión de María se tornó seria.
Julia entendió lo que quería decir y asintió.
“Lo sé, Es por eso que Tadeo y yo nos arrepentimos y nos hemos estado culpando últimamente, en especial él. Su salud mental está empeorando. Anoche, escuché que se disculpaba con alguien en sus sueños. Aunque no escuche el nombre, sabía que era con Enrique”.
Adentro del cuarto, Amber podía escuchar la conversación ya que no habían bajado la voz. Cuando escucho que Julia decía que Tadeo se disculpaba con Enrique, se enojó.
Quería salir y decirle a Julia que disculparse en ese momento no servía de nada ya que Enrique estaba muerto.
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