Enamorado de mi ex esposa -
Capítulo 1632
Capítulo 1632:
Jared abrió los ojos y lo vio por un momento.
Luego, los volvió a cerrar, rehusándose a hablar con él. Timoteo no le dio importancia, sacó un bisturí del bolsillo y jugó con él.
“El Hospital Trinidad acaba de llamar. ¿Adivina qué dijeron?”.
Jared frunció el ceño, pero no dijo nada y Timoteo se rio.
“Han vuelto a llevar al hospital a Tadeo. Sabían que nosotros no lo aceptaríamos, así que su esposa lo llevó a Trinidad. El hospital quería su historial médico, así que llamaron. Los de Nefrología me dijeron, pero yo me rehusé. Me había estado preguntando por qué Tamara quería hablar con Amber; ese es el motivo. Incluso sin el problema de Tadeo, hubiera venido tarde o temprano”, dijo.
Timoteo asintió.
“Es cierto”.
Luego miró la puerta cerrada.
“Parece que todavía no te ha perdonado, ni siquiera te ha dejado entrar, ¿Eh?”.
Jared al final lo miró.
“¿Y? Es solo temporal, lo resolveremos tarde o temprano”.
“No sabes muy bien cuándo, ¿No?”.
Esbozó una sonrisa.
Jared se quedó callado, frunció los labios y se sintió furioso.
“Está aquí para reírse de mí, ¿No?”
“Mi pasta aglio…”.
“Es tarde. Hablaremos luego. Ahora necesito ir a revisarla”.
Se puso de pie y golpeó la puerta de Amber y luego dijo: “Soy yo, Timoteo”.
María le abrió la puerta y lo invitó a pasar de forma animada. Luego, cerró la puerta y una vez más le rechazó la entrada a Jared. Jared frunció los labios y sintió pena.
‘Entonces, ¿Todos pueden entrar menos yo?’.
Se masajeó la sien y suspiró, Timoteo vio a Amber comiendo un cuenco de pasta aglio olio y levantó las cejas.
“Tienes apetito, pensé que no ibas a comer”.
Había estado mal y ni siquiera había comido antes y acababa de recibir noticias devastadoras, Pensó que no comería nada, así que ya le había preparado una infusión nutritiva.
‘Supongo que ahora no la necesita’.
“Oh, hola”.
Amber sonrió y dejó el cuenco.
“Sí, tengo un poco de apetito ahora. Tenía ganas de comer pasta, así que le pedí a María que me lo preparara. Puedo comer pasta, ¿No?”.
“Son una gran fuente de proteínas, así que sí, puedes comer”. Asintió.
“No tenías que detenerte, solo venía a ver cómo estabas. Si no podías comer, te iba a dar una infusión nutritiva, pero supongo que ahora no la necesitas”.
“Entiendo, perdón. Te preocupé”.
Se sentía un poco avergonzada.
Timoteo agitó la mano.
“Estoy haciendo el turno de noche, solo vine a ver cómo estabas. Es bueno ver que te sientes bien”.
“Me siento mejor en más de un sentido”.
La mujer esbozó una sonrisa.
“Tengo a mucha gente que me ama, que está preocupada por mí. Si no puedo superar este obstáculo, los decepcionaría”.
“¿Qué hay de Jared?”, preguntó.
“Todavía está afuera”.
“Lo sé. Puede esperar sentado por un momento. Un pequeño castigo por ocultarme este secreto. Lo llamaré una vez que termine”.
Amber comió otro bocado.
Timoteo asintió.
“No es un castigo muy severo”.
“Lo sé. Lo hizo por mi propio bien, así que el castigo no será severo. Eso será suficiente”, sonrió.
Timoteo no hizo más preguntas, le dijo que se cuidara y se fue de la habitación. Jared todavía estaba afuera, pero pasó por al lado de él sin decirle una palabra y él tampoco lo detuvo.
Jared sabía que Amber estaba bien solo con verlo, ya que estaba tranquilo cuando salió, así que se relajó. Mucho tiempo después, sintió cansancio y somnolencia.
Luego, por fin María abrió la puerta y ayudó a Amber a salir de la habitación. Caminaron muy despacio como si se estuvieran arrastrando.
Amber acababa de salir de una mala situación y no pedía caminar muy rápido. Ya era un milagro que pudiera levantarse de la cama y caminar por su propia cuenta. María vio a Jared, quien parecía estar dormido y trató de despertarlo, pero Amber la detuvo, sacudió la cabeza y se sentó a su lado.
Jared percibió un aroma leve y sintió el olor del antiséptico.
“¡Amber!”.
Abrió los ojos y ella fue lo primero que vio. Estaba familiarizado con el aroma.
“Cariño”, dijo.
Trató de tocarle el rostro, pero luego se acordó de algo y apartó la mano. A Amber le causó gracia verlo actuar de forma tímida. Le sostuvo la mano y la puso sobre su mejilla.
“Soy real, no estás alucinando”.
“Se siente tan real”.
Jared asintió.
‘No estoy soñando, es real. Es real’.
“¿M-me has perdonado?”.
La miró de forma expectante, esperando que no estuviera más enojada con él.
‘Está aquí para verme. Ya no está enojada, ¿No?’.
“Si, estás perdonado”.
Encantado, la abrazó con fuerza.
“Gracias”.
María lloró al ver la escena y levantó el delantal para limpiarse las lágrimas.
Amber le acarició la espalda.
“Bueno, no te entusiasmes mucho, me estás sofocando”.
El hombre la soltó de inmediato.
“¿Mejor?”.
Ella asintió.
“Mejor”.
Aliviado, Jared descansó la cabeza en su hombro.
“Lo siento, cariño. Sé que no debería haberte ocultado esto y no debería haber ayudado a esa mujer, pero no me arrepiento de lo que hice; lo hice por ti”.
“Lo sé”.
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