Enamorado de mi ex esposa
Capítulo 1610

Capítulo 1610:

“Qué más da. Simplemente no dejes que lo vea en el futuro, es extraño. Incluso aunque sea mi cabello”.

Tras escucharla, Jared decidió no obligarla a aceptarlo. Recogió una fresa y se la dio antes de mirar a María.

“¿Me puedes ayudar a buscar una caja más tarde?”.

“Sí, Joven Amo Jared”, respondió enseguida.

Mientras disfrutaba de las fresas, Amber le dio un codazo al hombre.

“¿No vas a ir a la oficina?”.

“No iré hoy. Estaré aquí contigo y solo iré mañana”.

Tomó una uva y se la comió.

Estaba encantada, ya que realmente quería que la acompañara, así que no dijo nada cuando escuchó su respuesta.

‘Después de todo, nada le sucederá al Grupo Farrell, incluso aunque él no vaya solo un día. Además, el Señor Britos puede ayudarlo a encargarse de sus asuntos’.

“Veo que estás disfrutando de las frutas”.

En ese momento, se escuchó la voz de Timoteo desde afuera de la habitación. Los tres levantaron la mirada y lo vieron caminar de forma despreocupada con las manos en los bolsillos de su bata blanca.

“Doctor Laguna, ha llegado”, expresó Amber sonriendo mientras dejaba el tenedor.

Hizo un sonido por lo mucho que se sorprendió al ver el cambio en su aspecto.

“¿Te has cortado el cabello? Aún lo tenía largo cuando la vi esta mañana”.

“Mi esposo me pidió que lo hiciera. ¿Qué le parece? Luce bien, ¿Verdad?”, comentó mientras se acomodaba su nuevo peinado.

“Nada mal. Yo también iba a decirte que hicieras lo mismo; de manera inesperada, te lo cortaste antes. Me ahorras un gran trabajo”, explicó.

“En principio, no lo sabíamos; la Señora María fue quien me dijo que sería mejor que lo haga y la obedecí”, dijo sonriendo.

“¿Por qué has venido?”, preguntó Jared al doctor.

Timoteo Lo miró y luego observó a Amber.

“Escuché que no tienes apetito, así que he venido a revisarte para ver si puedo aliviar tu malestar. Me sorprende verte comer en este momento”.

“Se lo debo a la Señora María”, contestó mientras la miraba agradecida.

“Preparó comida muy apetitosa para mí y volví a tener hambre. No me siento mal al comer estas frutas”.

“Grandioso; entonces, me marcho. Llámame si me necesitas”.

Amber le respondió con una sonrisa; con eso, el hombre se volteó y se marchó tan rápido como llegó. La empleada de la gran Señora Farrell no pudo evitar emocionarse en cuanto el doctor se retiró.

“El Doctor Laguna es muy responsable; ni siquiera es su doctor de cabecera ni pertenece al Departamento de Ginecología y Obstetricia, pero, aun así, vino especialmente a su habitación para revisarla. Es un gran hombre”.

“Sí, siempre ha sido muy atento con nosotros”, asintió.

“Tobías y yo le causamos bastantes problemas. Todos dicen que él es un monstruo sin emociones, pero ya no opino lo mismo. El Doctor Laguna tiene sentimientos; solo necesita un poco de tiempo para abrirse a una persona. Por aquella vez que lo salvé cuando éramos niños, está dispuesto a devolverme el favor de manera desinteresada a pesar de que eso ocurrió hace tantos años. Eso no lo hace una persona sin sentimientos; si fuera así en verdad, jamás les demostraría gratitud a otros, aunque le salvaran la vida”.

Aunque a Jared le molestaba ver a Amber elogiando a otro hombre, era consciente de que él también le había causado muchos problemas a Timoteo. Por eso, no dijo nada a pesar de estar muy molesto.

‘Conozco la diferencia entre celos y una buena acción’.

Mientras tanto, en la Residencia García, una mujer asustada y temblorosa gritó, lo que provocó que el lugar se alterara.

“¡Tadeo!”.

Julia miró a su esposo, que acababa de desvanecerse luego de escupir sangre en la cama. Por el pánico que sentía, se puso pálida y tan ansiosa que comenzó a llorar de manera desconsolada. En ese momento, Rita se apresuró para la habitación al escuchar a su madre.

“¡Madre! ¿Qué sucede?”.

“¡Tu padre acaba de escupir sangre! ¡Rita, tu padre!”.

Julia le agarró la mano con fuerza como si fuera un salvavidas; lloraba tanto que casi no podía respirar. Al ver a su madre tan asustada, la joven le dio unas palmadas en la espalda para intentar calmarla; luego, observó a Tadeo.

Mientras miraba a su padre acostado e inconsciente en la cama, con sangre en la comisura de la boca, Rita sintió una gran angustia y se puso pálida.

“¿Padre?”, dijo mientras lo movía con cuidado.

No obstante, el hombre no respondió. Tal como su madre; no pudo contener sus emociones y comenzó a llorar.

“Madre, llama una ambulancia. ¡Llámala!”.

“¡Es cierto! ¡Ambulancia!”.

Julia estaba tan asustada que no sabía qué hacer; como su hija se lo había mencionado, recobró los sentidos y se dio cuenta de que eso era lo que debería haber hecho en un primer momento. Luego, sacó su teléfono y llamó a la ambulancia mientras le temblaba la mano.

En lugar de llamar al Hospital Primer Mundo, llamó a otro porque sabía que en ese no lo aceptarían. No tenía más alternativa que esperar que ese hospital sí lo recibiera.

Por fortuna, no lo rechazaron luego de escuchar sobre el estado del hombre. En poco tiempo, enviaron una ambulancia a la Residencia García.

Subieron a Tadeo a la ambulancia y Julia hizo lo mismo. Rita quería ir también; no obstante, cuando estaba por subir, vio el uniforme del guardia, que le resultaba familiar y no se atrevió. Al ver a su hija, Julia no sospechó nada.

“Rita, me iré al hospital con tu padre. Ve a la casa, empaca unas maletas y llévalas más tarde al hospital”, ordenó.

“Está bien”, contestó seria.

Sin siquiera notar el disgusto de Rita, Julia se dirigió al hospital preocupada. La joven observó cómo se marchaba la ambulancia; permaneció de pie en el mismo lugar por un tiempo hasta que volvió a ingresar a la casa.

En cuanto se fueron, el guardia sacó su teléfono para hacer una llamada.

En el hospital, Jared abrió los ojos de par en par al ver el identificador de llamadas; se puso de pie y se acercó a la ventana antes de atender. Al verlo, Amber notó que era extraña la situación, pero permaneció recostada mientras aprendía cómo tejer suéteres para bebés con María.

‘Aunque puedo tejer una bufanda, solo sé una técnica nada más. Además, un suéter es mucho más difícil que una bufanda, ya que requiere muchos puntos de tejido distintos. Aprendí cómo hacerlos, pero como era impaciente, no continué practicando’, pensó.

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