Enamorado de mi ex esposa -
Capítulo 1582
Capítulo 1582:
Los Lara eran una familia grande, en especial, después de que incluyeron a la familia de la Señora Lyon. Amber recordó que la mujer le pidió a su familia, los Henríquez, que le ayudaran a conseguir suplementos para la herida del brazo de Jared.
Agradecida, Amber quería mostrar su aprecio enviándoles regalos a los niños de la Familia Henríquez, en la cual había más de diez. En ese momento, la tarea de envolver los regalos monetarios recayó sobre Jared. No obstante, él no se quejó porque quería ayudarla.
El tiempo pasó bastante rápido y ya se encontraban en vísperas de Año Nuevo.
Después de unos días agitados, Amber al fin terminó con sus preparativos para las fiestas y visitó la Residencia Farrell con Jared, que se sentía mucho más aliviado.
Cuando llegaron, ella vio a Tomás desde lejos; estaba de pie en la entrada saludando hacia su auto. Después de estacionar, ella se bajó del auto y se quedó boquiabierta al ver al muchacho.
“¿Ese es Tomás? ¿Cómo puede estar tan bronceado?”.
Lo miró atónita durante un momento. De igual modo, Jared se sobresaltó al ver la piel tan bronceada de su hermano.
Cuando el joven sonrió, el contraste notorio entre sus brillantes dientes blancos y su piel bronceada fue bastante divertido. Tomás no sabía que Jared y Amber estaban sorprendidos por su bronceado y se reían como tontos.
“¡Jared! ¡Amber! Al fin llegaron. Los esperé tanto”.
Ella tomó el brazo de Jared y le sonrió a Tomás.
“Debes estar cansado”.
“No, en lo absoluto. Ha pasado tiempo desde que volví a casa y me di cuenta de que nada ha cambiado”.
Tomás los saludo.
Jared lo miró de reojo.
“¿Qué esperabas? Solo ha pasado medio año. De acuerdo, comienza a moverte y ayúdanos a sacar lo que trajimos del maletero”.
“Entendido”, respondió el muchacho y se dirigió al vehículo.
Mientras tanto, Teo estaba ocupado sacando los regalos del maletero; eran presentes de Sonia y Jared para la familia.
La gran cantidad de artículos ocupaba mucho espacio en el suelo. Cuando Tomás se acercó a él, el asistente se asombró al ver su piel bronceada.
‘¿Por qué experiencia ha pasado este muchacho? Estaba pálido antes de irse al extranjero, pero ahora está un poco más bronceado’.
Aunque notó ese cambio, no dijo ni una palabra al respecto por miedo a avergonzarlo.
“Hey, Teo. ¿Todo esto hay que llevar a la casa?”.
Tomás permaneció allí y sonrió, no sabía que el asistente estaba sorprendido por su cambio.
Teo desvió la mirada y asintió: “Si, la Señora Farrell trajo obsequios para todos. Tenemos que llevarlos a la casa”.
“De acuerdo”.
El joven comenzó a levantar paquetes de todos los tamaños. Como era alto, fornido y fuerte, los recogió sin problemas.
Teo se relajó un poco más con la ayuda extra. Acto seguido, sacó lo último del maletero: la silla de ruedas de Jared.
Cuando Tomás la vio, pensó que era el presente de Amber para la abuela. Al final, Teo tuvo que explicar que la silla era del Señor Farrell y no de Rosa. El muchacho se quedó pasmado al escuchar eso, entonces se dio vuelta hacia su hermano.
“Jared, ¿Desde cuándo has estado usándola?”.
Sin querer interrumpió la conversación de la pareja con su grito, por lo que este lo fulminó con la mirada.
“La necesito porque estoy enfermo. ¿Qué tiene de malo?”.
“No, Jared”.
Tomás parecía preocupado.
“Mira, no soy el más listo, pero tampoco soy tan tonto. No todo el mundo necesita una silla de ruedas; aunque estés enfermo, no creo que estés en el punto en el que necesites una. Pensé que siempre fuiste sano, ¿Cómo te enfermaste?”.
Tomás estaba muy preocupado.
Amber, por su parte, ayudó a su esposo a subirse a la silla y explicó: “Hace poco lo han sometido a una intervención quirúrgica y no se ha recuperado del todo, por eso la necesita”.
“¿Lo han intervenido?”.
Se quedó boquiabierto, pero volvió a preguntar: “Amber, ¿Qué intervención quirúrgica? ¿Fue riesgosa?”.
Ella observó a su esposo porque no estaba segura de cómo responderle. Tras mirar hacia el frente, Jared frunció los labios.
“Ya es suficiente. Entremos”.
“Estaba preocupado por ti, pero parece que estás enfadado conmigo”, se burló disgustado; luego, habló entre dientes:
“Mi compasión no valió la pena”.
Al oírlo, Jared entonces entrecerró los ojos.
“¿Que dijiste?”.
“Nada”.
El muchacho sacudió rápido la cabeza y negó con astucia cualquier difamación porque no quería que le dieran una lección.
Por otro lado; el Señor Farrell estaba cansado de regañar a su hermano, así que le siguió la corriente en el momento en que Tomás negó haber dicho algo.
Luego, Jared le dio una palmada en la mano de Amber con dulzura y suspiró: “Cariño, vamos”.
“Claro”, contestó y lo llevó hacia la entrada de la casa.
Desde que se casaron, él comenzó a llamarla “cariño” en vez de Hojita. A ella le sonaba extraño y bastante vergonzoso, pero el insensible de Jared insistió en llamarla así de vez en cuando. Para su sorpresa, se adaptó a ese término cariñoso después de dos días.
A partir de entonces, aprendió que el cambio se producía sobre todo después de que uno se veía forzado a aceptar una situación o cuando alguien lo incitaba. De lo contrario, tal vez ella no se habría acostumbrado a su nueva situación sentimental.
Amber comenzó a acercar a Jared a la casa.
Teo y Tomás, por su parte, quedaron atrás, entretanto llevaban los regalos. Durante la caminata, el muchacho hablaba y bombardeaba al asistente con preguntas sobre la relación de Jared y Amber en esos seis meses que estuvo en el extranjero.
A regañadientes, Teo lo entretuvo con algunos datos casuales que escogió por conveniencia, solo porque Tomás era el hermano de su jefe. Por suerte, el joven era ingenuo y fácil de entretener.
Incluso cuando el asistente le contaba detalles no tan importantes, él escuchaba con atención mientras jadeaba por momentos.
Teo se quedó perplejo por su reacción; se preguntaba por qué Tomás se sorprendería por algunos eventos o detalles irrelevantes de la relación de Jared.
‘Si le dijera todo lo que ha sucedido entre ellos, estaría gritando en este instante’.
Pronto, llegaron a la sala principal, donde Rosa los había estado esperando. Ella quería darle la bienvenida a la pareja en la entrada, pero María la convenció de no hacerlo, ya que le preocupaba que el frio afectara su delicada salud.
Al final, Rosa tuvo que reprimir su expectación y sentarse con paciencia en la sala principal.
Jorgelina también estaba allí esperando con ella, pero al principio se mostró reticente a hacerlo. La mujer esperaba con gusto a Jared, pero no a Amber.
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