Enamorado de mi ex esposa -
Capítulo 1551
Capítulo 1551:
“En Olkmore no existe la cadena perpetua sin libertad condicional, pero en el extranjero sí. Por lo tanto, cambiaré la nacionalidad de Bernardo y lo enviaré a un país donde se verá obligado a pasar el resto de sus días entre rejas. Te aseguro que pasará las próximas décadas de su vida en una pequeña prisión en un país extranjero”.
“Me parece bien”, dijo mientras asentía con la cabeza.
“Llama a Ben e infórmale esta decisión. Él sabrá qué hacer”, ordenó Jared.
“De acuerdo”, dijo de inmediato.
Luego, tuvo un recuerdo y sonrió.
“Ya que lo mencionas, el Señor Ben todavía no sabe que estás despierto. Deberíamos llamarlo e informarle esta buena noticia; estará encantado. Ha estado muy atareado estos últimos días, yendo y viniendo entre el Grupo Farrell y el hospital. Incluso tuvo que hacer un viaje al aeropuerto para buscar el corazón para el trasplante. Sus ojeras se han vuelto casi tan oscuras como los ojos de un panda; me preocupaba que no pudiera soportarlo y se derrumbara al verlo esforzarse tanto. Ya que estás despierto, por fin puede aliviarse un poco. Asegúrate de recompensarlo bien una vez que te hayas recuperado y te den el alta en el hospital, pero no te atrevas a salir de aquí antes de que el doctor te lo permita”.
“Lo haré”, asintió, pues sabía muy bien que toda la presión recaería solo sobre Ben si él se enfermaba.
Como nunca fue un jefe tacaño al que le gustara estar en deuda con sus empleados, seguro que compensaría doblemente los sacrificios de Ben.
“De acuerdo. Lo llamaré dentro de un rato. Además, mi visita de diez minutos casi ha terminado; podemos hablar a través del cristal si deseas continuar haciéndolo”, explicó Amber mientras señalaba la pared de cristal.
Como Jared también sabía muy bien que no estaba en una habitación común, al instante hizo una mueca y se quejó.
“Pero el vidrio es a prueba de balas y de ruidos; no puedes oírme”.
“No hay problema; escribiré lo que quiero decirte en una hoja y la pegaré en el cristal”, dijo sonriendo, desestimando por completo su queja.
“Pero no puedo escribir”, contestó con el ceño fruncido.
Ella ladeó la cabeza mientras pensaba en una solución.
“No hay problema; me aseguraré de escribirte, pero que no requiera que te esfuerces demasiado para responder. Así, solo tendrás que asentir o mover la cabeza y sabré lo que quieres decir”.
Dicho eso, Amber se levantó lentamente y se dispuso a abandonar la habitación cuando, de repente, Jared la detuvo.
“¡Espera! Anne”.
“¿Qué sucede?”.
Ella se detuvo de inmediato y lo miro.
El hombre la miró preocupado y le preguntó lo que quería saber desde hacía tiempo.
“Olvidé preguntártelo antes. ¿Por qué usas anteojos de repente?”.
‘Sabía que acabaría mencionando este asunto’; pensó al oírlo.
Como nunca pensó en ocultarle la verdad, se los acomodó y respondió con sinceridad: “El humo de aquel día me provocó daño severo en los ojos. Como resultado, mi vista se ha debilitado y necesito anteojos para ver con claridad”.
“¿Qué?”.
Las pupilas de Jared se contrajeron.
“¿Fue por mi culpa?”.
Se dio cuenta enseguida.
‘¡En verdad es por mi culpa! Es probable que se haya preocupado demasiado al desmayarme y se olvidó por completo de cuidarse. No hay duda de que ella habría puesto toda su atención en mí, hasta el punto de dañar su vista’.
Amber bajó la cabeza y besó con ternura la frente arrugada de Jared.
“Suficiente; no es grave. No te lo tomes en serio. Elías dijo que aún hay esperanzas de que mis ojos se recuperen del todo, así que no te preocupes por mí. Puedes preguntarle al doctor y al Señor Ben si no me crees; ellos son conscientes de mi estado. En resumen, no le des demasiadas vueltas al asunto y preocúpate por mejorarte. Lo que tienes que hacer ahora es descansar de manera adecuada, recibir tu tratamiento e intentar que te den el alta lo antes posible. Muy bien, ya me voy”.
Luego, lo saludó con la mano y abandonó la habitación. Cuando Amber se marchó, se acercó a la pared de cristal y le sonrió a Jared, que estaba serio. Luego, sacó su teléfono y llamó a Ben.
El asistente se alegró mucho cuando supo que su jefe había recobrado el conocimiento. De inmediato, dejó de lado su trabajo y corrió al hospital.
‘El trabajo no es mi prioridad ahora. Esta noche haré horas extras en la oficina’.
Cuando Ben llegó al hospital, ella ya había regresado a su habitación para descansar. En realidad, aunque su estado no era grave, su cuerpo seguía sufriendo algunas secuelas tras el accidente.
El ritmo de su respiración era muy corto y rápido si permanecía mucho tiempo de pie; era como si apenas pudiera respirar. Según Elías, le faltaba el aire porque había inhalado mucho humo y polvo, lo que le dañó los pulmones.
Además, los procedimientos médicos, como el lavado bronco alveolar, también eran perjudiciales para los pulmones. Por lo tanto, era inevitable que tuviera dificultades para respirar.
Por supuesto, esa afección no era permanente y se curaría con el tiempo siempre que cuidara bien de su salud; no obstante, el doctor también le advirtió que, si no lo hacía, era muy probable que se convirtiera en asma o cáncer de pulmón.
Dado que ya había suficientes asuntos que preocupaban a todos, Amber no quería que sus seres queridos se preocuparan por ella, en especial Jared. Por eso, le prohibió a Elías que le informara a Jared y Ben de su estado.
El doctor la amenazó para que se cuidara o, de lo contrario, informaría a los demás.
Elías le dijo que la supervisaría durante toda su estadía en el hospital y también creó una agenda para ella y le ordenó que la siguiera al pie de la letra. También dejó explícitamente claro que informaría a Jared de su estado en cuanto se negara a escuchar sus consejos.
Gracias a la eficaz amenaza del Doctor Lansdale, Amber regresaba de manera obediente a su habitación cuando se hacía la hora de descansar.
Aunque Jared la mirara desanimado cuando se marchaba, ella se volteaba y se retiraba. A Amber también le costaba separarse de él, pero no tenía elección; no se atrevía a enfrentarse a una figura diabólica como Elías.
Ben llegó poco después de que Amber se fuera a su habitación. Después de ponerse apresuradamente una bata esterilizada, entró preocupado a la habitación de su jefe.
Cuando lo vio, se emocionó, juntó las manos y exclamó aliviado: “Presidente Farrell! ¡Por fin se ha despertado! No sabe lo preocupados que hemos estado estos últimos días”.
Aunque estaba cansado, Jared abrió los ojos en cuanto escuchó la voz de Ben; no pudo evitar quedarse atónito al ver los ojos llorosos de su asistente.
‘Dios mío, solo estoy herido, ¡No muerto!’.
Aun así, Jared no lo sermoneó esa vez porque sabía muy bien que Ben se había esforzado mucho mientras él permanecía enfermo de manera temporal.
“Gracias por tu arduo trabajo”, dijo Jared con voz ronca; estaba muy agradecido.
“No, Presidente Farrell. Este es mi trabajo, pero debo confesar que estoy muy contento de que ahora esté bien”, dijo Ben mientras agitaba la mano ante la gratitud de Jared.
“Toma asiento”.
Jared inclinó el mentón para indicarle que se sentara en el taburete junto a la cama.
El otro hombre asintió con la cabeza, se acercó y tomó asiento.
“Presidente Farrell, ¿Siente alguna molestia?”.
Jared negó con la cabeza y respondió: “A excepción de que no puedo moverme, me siento bien”.
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