Enamorado de mi ex esposa -
Capítulo 1532
Capítulo 1532:
‘¿El Presidente Farrell está en terapia intensiva?’, Remi se asustó al darse cuenta.
‘Eso explica por qué el Señor Ben tenía esa expresión sombría antes. La situación del Presidente Farrell es peor de lo que pensé. Pensé que su condición era peor que la de la Señorita Reed, pero parece que supera mis expectativas. Debe ser una herida fatal. ¿Se habrá lastimado por defender constantemente a la Señorita Reed? Ambos estaban en el incendio, pero él está gravemente herido y la Señorita Reed solo tiene la vista comprometida. Debe haber sufrido solo para salvarla, qué caballero’.
Remi se apenó antes de volver a la sala de Amber. En ese punto, una mujer de mediana edad abrió la puerta. Era la enfermera que había contratado Ben. Remi entró a la habitación y dejó sus pertenencias; después, se paró al lado de la cama para observar a Amber.
Estaba pálida y tenía los ojos tapados con una gaza; era una visión lamentable y Remi se entristeció. Después de que esta le preguntó a la enfermera por el estado de Amber, Elías ingresó vestido con una bata blanca.
“¿Ya despertó Amber?”
“No todavía”, respondió la enfermera, sacudiendo la cabeza.
Este asintió y se acercó para revisar el suero intravenoso. Decidió que no había problema y colocó la mano adentro del bolsillo de la bata.
“Llámenos de inmediato cuando Amber despierte”.
“Lo haré, doctor”.
Elías gruñó y salió de la habitación para ir a revisar a Jared. El tiempo que tenía para el trabajo se lo dedicaba a Jared y Amber, así que estaba cansado.
Remi no quería irse del hospital porque quería esperar a que Amber despertara para poder contarle lo que sabía, en especial sobre el arresto de Bernardo. Por ende, se sentó junto a la cama para acompañar a Amber.
Miraba Internet de vez en cuando para ver si la policía había publicado una declaración. La visita duró hasta el mediodía cuando Amber comenzó a toser adolorida.
Cuando la enfermera lo notó, se apresuró a llenar un vaso de agua tibia. Remi también guardó su teléfono y dio un paso adelante.
“Señorita Reed”.
“¿Remi?”, preguntó Amber. No podía abrir los ojos, pero podía escuchar su voz.
Sin embargo, esta sonaba mal, rasposa y débil. Le dolía la garganta cuando hablaba y comenzó a toser aún más.
“Señorita Reed, por favor no diga nada y beba un poco de agua”.
Con ayuda de la enfermera, Remi ayudó a Amber a sentarse en la cama. Después, le entregó el vaso.
Remi tomó la mano de Amber al mismo tiempo para que pudiera sostener el vaso; sin embargo, Amber estaba preocupada.
“¿Qué les pasó a mis ojos?”
Estaba por abrirlos cuando se dio cuenta de que no podía, sin importar cuanto intentaba. Algo parecido a una venda le cubría los ojos, por lo que pensó que estaba ciega. ‘¿Estoy… ciega?’.
Cuando Remi notó que se estaba preocupando cada vez más, la calmó.
“No se preocupe, su vista está bien. Tiene los ojos heridos por el humo de ayer. En este momento está recibiendo tratamiento y después estará bien”.
No le dijo que tendría que pasar por una cirugía en el futuro.
‘La Señorita Reed está sufriendo. Quizá se desmorone si se entera de la verdad’.
Amber se sentía aliviada de saber que sus ojos estaban bien. No sospechaba que Remi le mintiera y tampoco deseaba hacerlo; después de todo, quería pensar que no tenía nada malo. Al menos, se sintió mejor en el fondo.
“Por favor, Señorita Reed, beba un poco de agua. Su garganta se lo agradecerá”, dijo Remi al ver que se había tranquilizado.
Amber accedió y bebió un poco de agua porque estaba sedienta. Bebió rápido y se terminó el vaso en dos tragos. Sin embargo, no fue suficiente. Solo cuando la enfermera le sirvió un par de vasos más, se sintió mejor.
“¿Se siente mejor?”, preguntó Remi mientras tomaba el vaso.
Amber asintió con debilidad y se apoyó en la cabecera.
“Mucho mejor”.
Ya no le dolía la garganta como antes y su voz estaba mejorando, aunque sonaba rasposa todavía.
“¿Estoy en el hospital?”, preguntó, tocándose la gasa de los ojos.
El aroma a desinfectante hizo que pensara que estaba allí.
Remi asintió y dijo: “Si, se desmayó en el lugar del incendio y la trajeron al hospital. Pero quédese tranquila, por favor, usted está bien y podrá salir después de unos días de descanso”.
“¿Qué hay sobre Jared?”, pregunto con prisa mientras le apretaba la mano a Remi.
Ella estaba bien, pero no estaba segura de Jared. El día anterior había vomitado mucha sangre.
Amber agarró la mano de Remi con fuerza, pero eso no la molestó ni se alejó. Sabía que estaba preocupada por Jared y que temía escuchar malas noticias, esa era la razón de su nerviosismo.
Makayla le dio una palmadita en la mano con dulzura y murmuró: “No se preocupe, Señorita Reed. El Presidente Farrell ya no está en peligro”.
Se sintió mal por decir eso; después de todo, estaba en terapia intensiva, que era un lugar para pacientes extremadamente enfermos y que quizá no vivirían.
Remi solo dijo eso para calmar a Amber; sin embargo, nunca había sido buena mintiendo, así que lo que dijera sería descubierto con facilidad. Amber notó que le mentía. Aunque no podía verla, levantó la cabeza hacia ella.
“¿Me estás diciendo la verdad? Dime de verdad lo que le sucedió a Jared, Remi”.
Su tono era tenso y emotivo.
‘¿Remi está mintiendo? ¿Es posible que Jared esté…?’.
Amber se sintió desorientada y se preocupó. Comenzó a temblar y estaba a punto de desmayarse; eso sorprendió a Remi y la enfermera.
“¡Señorita Reed!”.
Remi fue en su ayuda.
Amber comenzó a llorar. ‘¡Jared está muerto! ¡Muerto!’.
Se rehusaba a aceptarlo; sin embargo, todavía podía verlo vomitando sangre en su mente. En ese momento, le preocupó que hubiera fallecido; además, Remi le había mentido, así que Amber no pensaba que estuviera bien.
Bajo esas circunstancias, era normal que uno mintiera ya que no quería que el sobreviviente se frustrara, en especial si estaba en el hospital. Esa era la razón por la que Amber estaba convencida de que Jared había muerto.
Cuando Remi vio a Amber llorando desesperada, se dio cuenta de que no la había entendido y se sintió avergonzada.
Después de todo, era consciente de que su comentario había hecho que Amber malinterpretara el estado de Jared. Era todo su culpa; por ende, se rascó la cabeza con vergüenza.
“Por favor, no llore, Señorita Reed. El Presidente Farrell está vivo”.
Amber se ahogó con su propio llanto antes de tomar la mano de Remi como si fuera un salvavidas.
Después de apresuró a preguntar: “¿Qué dijiste? ¿Jared está vivo? ¿Me dices la verdad? No me estás mintiendo, ¿O sí?”.
Amber se sintió un poco optimista y no quería que esa luz de esperanza desapareciera; de otra manera, estaría devastada.
“Es correcto. Lo que dije es verdad. No le estoy mintiendo. El Presidente Farrell sigue vivo”, respondió con seriedad.
Como resultado, Amber lloró de la alegría y también rio.
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