Enamorado de mi ex esposa -
Capítulo 1254
Capítulo 1254:
Después de todo, el abuelo de Jared le había preguntado lo mismo cuando eran más jóvenes. En su juventud, ella le preparaba la misma sopa a su esposo, pero a él no le gustaba el gesto porque pensaba que le estaba dando a entender que carecía de ciertas habilidades como hombre. Hasta ese día recordaba la expresión de su esposo y no era diferente de la de su nieto en ese momento; por lo tanto, la Anciana Señora Farrell solo necesitó una mirada para comprender el disgusto de Jared.
“Puedes nutrirte sin estar físicamente débil. No deberías pensar que tu salud no importa y que no necesitas ningún alimento solo porque aún eres joven y estás sano. Cuando envejezcas, sin duda te debilitarás; hago esto por tu bien. ¿En qué más piensas?” continuó sorbiendo su té con calma.
A Jared no le gustó escuchar la palabra débil y se sintió más incómodo. Aunque sabía que la Anciana Señora Farrell hacía la sopa para él con el propósito de fortalecer su cuerpo y mantener su salud en lugar de pensar que era débil, le costaba aceptar su gesto.
Debido a la competitividad y ego del hombre en ese tipo de asuntos, en cuanto había una sugerencia para nutrirse, él lo relacionaba con la implicación de su incompetencia como hombre. Asimismo, después de que sabían que la otra parte tenía buenas intenciones, seguían sintiendo incomodidad.
Jared compartía esos mismos pensamientos, como cualquier otro hombre tendría en ese momento.
Mientras observaba la sopa que tenía delante, le resultaba irritante y no veía el momento de tirarla.
Mientras tanto, como Amber era mujer, no vio en el hecho de que alguien hiciera el caldo para implicar incompetencia; solo que se sintió avergonzada por el gesto. Al ver que los jóvenes delante de ella no hacían ningún movimiento para tomarlo, la Anciana Señora Farrell sintió que le iba a doler la cabeza, entonces se masajeó la sien para aliviarse un poco.
“¿Qué esperas? Bébelo, Amber. Anoche fue demasiado para ti, así que necesitas beber más para nutrirte.
Recuerda que eres mujer y ese tipo de actividad le generará más carga a tu cuerpo, así que debes beberlo por tu salud. No tienes por qué avergonzarte, ya que es común entre las mujeres y todas hemos experimentado la misma sensación.
Cuando era más joven, mi suegra también me preparaba sopa; ni siquiera sentí vergüenza como mujer de otros tiempos, así que no tiene sentido que estés incómoda hoy en día”.
Amber reflexionó sobre las palabras de la Anciana Señora Farrell y comenzó a pensar que, de hecho, era conservadora y se avergonzaba con facilidad.
Al fin y al cabo, la gente a su alrededor sabía muy bien la que había sucedido entre ella y Jared la noche anterior. La joven no vio ninguna razón para evitarlo con timidez; en lugar de eso, debía afrontarlo adoptando un enfoque directo.
Por otra parte, Jared nunca había sido tímido al respecto, sino que básicamente se trataba de que ella se sonrojaba todo el tiempo en ese tipo de situaciones mientras que a él no le importaba lo más mínimo.
Por lo tanto, Amber tomó nota mental de aprender de su optimismo de vez en cuando, para tener menos presión en su vida diaria. Apenas terminó de hacer eso, respiró hondo y levantó la cabeza antes de sonreír.
“Tiene razón, abuela. Gracias por su consideración al pedirles que me hicieran la sopa”.
“¡Esa es la actitud! No tienes que darme las gracias porque también soy tu abuela. Somos familia y esto es lo que debo hacer por ti como tal. Vamos, bébela”. Se rio entre dientes.
Amber tarareó antes de usar la cuchara para comenzar. Tras probar un poco, se preguntó si era su mente la que afectaba sus pensamientos porque en verdad comenzó a sentir el efecto.
El calor se extendió por su agotado cuerpo y, a medida que el cansancio desaparecía, no pudo evitar beber más.
La Anciana Señora Farrell miraba a la joven que disfrutaba de lo que le había preparado; no obstante, la anciana dirigió lentamente su atención hacia Jared tras un momento.
Él no estaba bebiendo el caldo como Amber; en cambio, frunció los labios y el entrecejo, mientras miraba con desilusión la sopa que tenía delante. Al notar que observaba el cuenco como si estuviera frente a su enemigo, la anciana señora puso los ojos en blanco.
“¿Y ahora qué? ¿Crees que te voy a envenenar?
¿Vas a seguir mirándola?” murmuró, con la intención de avergonzarlo.
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