Enamorado de mi ex esposa
Capítulo 1099

Capítulo 1099:

No sabía por qué ese criminal estaba yendo tras ella; quizá lo habían atrapado después de cometer un crimen y sentía que era injusto, por lo que quería vengarse de la sociedad y herir a otros como forma de catarsis. Después de todo, había muchas personas asi.

A veces leía en las noticias en internet que involucraban a víctimas inocentes y sentía pena por ellas. En ese momento, se había unido al club como víctima, pero, por fortuna, estaba en la estación de policía y el Capitán Hughes estaba con ella, sino, habría corrido peligro.

Por otro lado, el hombre regordete de mediana edad a quien el Capitán Hughes había apuntado con el bastón aturdidor no se atrevió a dar otro paso y su expresión cambió por completo.

Entonces, se apresuró a detenerse y levantó las manos esposadas con aires de derrota. No pensó que sería amenazado con un arma justo cuando quería rogar piedad.

¡Qué mal momento!

Los oficiales se apresuraron y agarraron al hombre rechoncho de atrás y uno de ellos lo golpeó detrás de la rodilla. Como lo tomaron por sorpresa, cayó de rodillas con un golpe seco, y los oficiales lo sujetaron contra el suelo con fuerza, como si temieran que se volviera a escapar.

“¡Quédate quieto y no te muevas!” le advirtieron los oficiales, ferozmente.

El hombre no pudo evitar sonreír con amargura mientras pensaba: ¿Moverme? Ni siquiera podría hacerlo en este estado.

Frente a él estaba un relajado el Capitán Hughes que guardo el bastón aturdidor cuando vio que los oficiales atrapaban al criminal; después, se giró hacia los dos oficiales y los reprendió con calma: “¿Qué estaban haciendo? ¿Ni siquiera pueden sujetar a una persona?”

Los oficiales bajaron la cabeza y no respondieron, admitiendo que se habían equivocado.

¿Qué podian decir? Era su responsabilidad y una persona se había soltado mientras la sujetaban.

“Esta vez le daré una advertencia nada más.

Si algo similar vuelve a suceder, no me culpen por transferirlos al área de control de tráfico“ dijo el Capitán Hughes, apuntándolos con el dedo.

Los oficiales asintieron varias veces, indicando que no cometerían el mismo error otra vez; esa respuesta no era fingida, sino una sincera.

Como oficiales de policía, era una bofetada y humillación que un criminal hubiera sido capaz de escapar de sus manos. Al final del día, serian motivo de risa si no podían reprimirlo.

Para redimirse, debían estar más alerta y no cometer el mismo error otra vez.

“Será mejor que no lo hagan. Ténganlo en cuenta”. Después de reprenderlos con expresión severa, se giró más relajado y observó a Amber preocupado: “¿Está bien, Señorita Reed?

“Estoy bien”.

Soltó el agarre de las manos que tenía entrelazadas contra el pecho y sonrió mientras sacudía la cabeza.

“Por suerte, me movió a un lado a tiempo y evitó una tragedia, Oficial Hughes. Gracias por eso”.

“De nada, Señorita Reed. Es una estación de policía, así que debemos protegerla si un criminal intenta herir a una persona inocente como usted. Incluso si no fuera una estación, como oficiales públicos, debemos proteger a las personas a donde sea” dijo eso haciendo un saludo.

Amber sonrió de nuevo y estaba por decir algo cuando el hombre de mediana edad en el piso comenzó a gritar de pronto: “¡Señorita Reed! Por favor, perdóneme y pidale al Señor Farrell que me deje en libertad. ¡Señorita Reed, lo lamento tanto!”

Sobresaltada por los gritos, miró al hombre sorprendida.

“¿Me conoce?” Estaba segura de que nunca había visto a ese hombre antes.

El hombre asintió con la cabeza.

“Sí, Señorita Reed. Soy…”

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