Enamorado de mi ex esposa -
Capítulo 1035
Capítulo 1035:
Una situación tan imprevisible como esa era realmente angustiosa. El Señor Alfersen se quitó los lentes y se masajeo los ojos adoloridos para calmar su ansiedad; luego, respondió a sus preguntas.
“Está bien, entiendo que estén preocupados, pero es inútil decirlo ahora mismo. Así que hagan silencio”.
Levantó las manos e hizo sus palmas hacia abajo para indicarles que se calmaran. Tras muchos años siendo el gerente del banco, tenía un inmenso prestigio, por lo que la multitud no se atrevía a actuar de forma imprudente luego de escucharlo; por lo tanto, hicieron silencio de forma obediente.
Incluso el hombre de mediana estatura, que fue el primero en expresar sus dudas, se apartó.
Al ver sus reacciones, el Señor Alfersen suspiró aliviado y continuó: “Damas y caballeros, no se preocupen. Dado que aprobé el préstamo de treinta millones de la Señorita Reed, sin duda el Presidente Farrell nos ayudará. Lo que digo es cierto; sin embargo, aún es pronto para saberlo. Tal vez, él no sabe que el préstamo fue aprobado todavía.
Esa fue la única explicación que pudo dar para apaciguar a la multitud, pero algunos de ellos no estaban satisfechos.
“Señor Alfersen, dijo que esta noche recibiremos buenas noticias del Presidente Farrell. Por eso hemos estado esperando en la sala de conferencias. De lo contrario, debemos haber enloquecido para pasar toda la noche despiertos aquí.
“iSí! Señor Alfersen, ¿Está realmente seguro de que el Presidente Farrell nos ayudará? Y si no lo hace…”
“¡Basta! —Su paciencia se había agotado y golpeó la mesa para interrumpir a la persona que estaba hablando. “Como yo soy el que lo propuso y el que aprobó el préstamo, asumiré la responsabilidad si el presidente no nos ayuda. ¿Están satisfechos con esta respuesta?”
Sin decir nada, todos agacharon la cabeza y el enojo que sentía el Señor Alfersen de a poco desapareció; con las manos en el borde de la mesa, volvió a sentarse.
Aun así, en lugar de sentir alivio al reprimir a sus empleados, se sentía inquieto. Cada uno de los pasos se daban según lo planeado y ni una sola vez había fallado. Sin embargo, como aquella vez Jared era su oponente, no estaba tan seguro de ganar la partida.
En ese momento, lamentaba haber tomado la decisión de tenderle una trampa solo para conservar su posición. Si Jared decide ajustar cuentas conmigo, estaré perdido.
Sonrió con amargura y recordó lo sucedido esa misma tarde.
En ese momento, por mucho que se alegrara de dar la noticia a todo el mundo, se sentía tonto. ¿Cómo pudo anunciar algo que aún no estaba confirmado?
Justo cuando el Señor Alfersen pensaba en su estupidez que había hecho, la puerta se abrió con un fuerte golpe y un joven con traje entró corriendo en la sala de conferencias mientras llevaba un teléfono en la mano.
Dado lo rápido que se movía, siguió resoplando aun cuando llegó junto al Señor Alfersen. Intentó recuperar el aliento mientras decía: “Saludos… Señor… Señor Alfersen…
Al cabo de un rato, no supo explicar el motivo de su llegada y el Señor Alfersen lo miró con el ceño fruncido y con expresión de desagrado.
“Todo en esta vida puede esperar, así que esperemos a que recupere el aliento”.
Luego, el Señor Alfersen le entregó un vaso de agua al joven, que estaba tan sediento que lo bebió de un trago sin siquiera darle las gracias. Cuando terminó de beber, suspiró profundo y, por fin, relajó su cuerpo. Aunque su respiración seguía siendo agitada, al menos podía hablar.
“Señor Alfersen, tengo buenas noticias” declaró el hombre emocionado en voz alta mientras lo miraba.
“¿Buenas noticias?” El Señor Alfersen se quedó atónito. Justo en ese momento tuvo un pensamiento, abrió los ojos y su semblante cambió de emoción—.
¿Estás diciendo…?
El joven asintió sin parar.
“Sí. El Grupo Farrell se puso en contacto con nosotros para decir que el Presidente Farrell está dispuesto a transferir mil millones de euros de Banco Suizo a nuestro banco. Señor Alfersen, ¡Estamos salvados! No tenemos que despedir a nuestros miembros principales”.
Mientras decía eso, su rostro se volvió a poner rojo de repente debido al entusiasmo e incluso las personas que estaban en la sala se levantaron uno por uno con alegría.
“¿Esto es cierto?” preguntaron apresuradamente mientras lo miraban.
De repente, él asintió.
“Lo es. El dinero está en nuestro banco ahora”.
“¡Señor Alfersen, de prisa, compruébelo!” le instó uno de ellos, dado que el gerente del banco era la única persona con derecho a comprobar la transferencia de una suma de dinero tan importante.
No fue hasta entonces que el Señor Alfersen, que estaba tan mareado de alegría, se retrajo y asintió.
“De acuerdo, de acuerdo. Con calma.
Lo comprobaré ahora mismo”. Tecleó para comprobar la cuenta de Jared.
En ese momento se equivocó al introducir la contraseña maestra, ya que sentía muchas emociones a la vez y estas le hacían temblar los dedos al tocar el teclado.
Los curiosos que lo rodeaban estaban ansiosos. Si no fuera el gerente, lo habrían apartado y le habrían quitado el asiento para comprobarlo ellos mismos.
Por fin, consiguió escribir las contraseñas correctas para ver la cuenta personal de Jared, y al ver el monto recién transferido todos suspiraran muy fuerte. Eran mil millones de euros e incluso después de la conversión, era una cantidad impresionante de dinero.
Era la primera vez que veian una suma tan grande en la cuenta personal de alguien. Además, no se trataba de un depósito fijo, sino de un capital líquido que uno podía retirar cuando le apeteciera.
Así era la vida de una persona adinerada. Aunque algunos tenían mucho dinero en su cuenta bancaria, seguía siendo solo un depósito fijo. No era dinero de verdad, ya que quienes los poseían no eran más que falsos adinerados.
Sin embargo, Jared era un millonario de verdad y, lo que era aún más importante, esa cantidad era insignificante para él. Nadie podía imaginar cuánto tenía en otros bancos internacionales.
El número de serie que poseía podía provocar fácilmente la envidia de los demás. ¿Por qué hay una diferencia tan grande si todos somos humanos?
Todos intercambiaron miradas y vieron que la misma impotencia y envidia se reflejaba en sus ojos. Sin embargo, dejaron de lado sus sentimientos, dado que estaban muy alegres de que los miembros principales podían permanecer en la sede.
“Señor Alfersen, tenía razón. El Presidente Farrell nos está ayudando”.
“Sí, Señor Alfersen. ¿No es espectacular?”
“Lo sé, lo sé”. El Señor Alfersen asintió con la cabeza y sintió una sensación de alivio mientras se quitaba el peso de encima.
Esto es estupendo y es un alivio. ¿No tomé el enorme riesgo de usar a la Señorita Reed para tenderle una trampa al Presidente Farrell solo para llegar a este momento?
La realidad le dio la razón, ya que se había arriesgado y había ganado. Además, el hecho de que Jared estuviera dispuesto a recompensar sus actos indicaba que estaba a salvo. Por lo tanto, no tenía que estar con la guardia alta ni atento a la venganza de él.
El Señor Alfersen, que se había relajado, se tocó las cejas y finalmente sonrió. Luego, tomó su teléfono y se puso en contacto con Grupo Farrell para hacerles llegar su gratitud.
A él le hubiera gustado llamar a Jared en persona, pero no tenía su número, entonces, como no tenía otra opción, llamó a la compañía.
En el Grupo Farrell, Ben recibió la llamada del Señor Alfersen, lo cual no lo sorprendió ni en lo más mínimo. Mientras la otra parte fuera una persona agradecida, él siempre expresaría su gratitud a través de una llamada.
“Lo entiendo. No es nada, pero el Presidente Farrell dejó claro que esta es la primera y última vez. Si vuelve a ocurrir algo similar, no dejara que se salga con la suya” explicó Ben de forma indiferente al teléfono.
Aunque no estaba seguro de lo que había hecho el Señor Alfersen, advirtió con voz severa tal y como le había indicado Jared.
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