Enamorado de mi ex esposa
Capítulo 1033

Capítulo 1033:

Jared se quedó callado; no sabía que ese hombre estaba en una situación tan difícil y, sin embargo, aprobó aquel préstamo de veintinueve millones de dólares para Amber. Podía imaginar todo lo que tuvo que pasar para que los altos ejecutivos del banco principal lo aprobaran. Además, sospechaba que tenía algo en mente cuando hizo eso.

Probablemente quiere llegar a mí a través de Pequeña Maple.

Jared lo conocía; el Señor Alfersen no se especializó en finanzas, sino en psicología. En otras palabras, sabía cómo pensaba y se comportaba la gente.

¿Necesita averiguar si Amber se lleva bien conmigo antes de aprobar el préstamo? Si, claro… Dijo eso para engañarla y que le dijera la verdad, solo quería saber si éramos una pareja estable; quería ver si podía conseguir lo que en realidad quería.

Por supuesto que sospecharía que nuestra relación estaba teniendo rispideces si ella prefería pedir un préstamo para resolver su problema en lugar de acudir a mi. Tenía que averiguar si estábamos bien para poder conseguir su objetivo o quién sabe qué sucedería.

Le aconsejó que hablara conmigo; además, le aprobó esa petición después de averiguar que estábamos bien y por qué Amber quería un préstamo en lugar de pedirme ayuda. Quiere que ella le esté agradecida y también quiere hacerla sentir un poco culpable.

Se especializo en psicologia y era hombre; sabía cómo reaccionaria Jared si se enteraba de que su novia había recurrido a otra persona en lugar de a él. Por eso la convenció de que hablara con su prometido; asimismo, podía ver cómo reaccionaría ella también.

Si lograba ver que se sentía culpable por haber molestado a Jared porque había pedido ayuda a un extraño, podría aprovechar esa oportunidad para convencerla de que hablara con él. Si aceptaba su sugerencia, inevitablemente sacaria a relucir el hecho de que el Señor Alfersen la había convencido y ese era su objetivo: Ganarse la gratitud de Jared.

El Señor Alfersen sabia lo que le motivaba a la gente y conocía bien al Señor Farrell; tenía claro que este odiaba deberle favores a alguien. Si descubría que fue el Señor Alfersen quien la convenció de que le contara todo, Jared le debería un favor y se lo pagaría. La gente también sabía que trataba con generosidad a aquellas personas que le agradaban.

Tampoco se contenía a la hora de recompensar a los que lo ayudaban; eso era lo que siempre habían deseado.

Si el Señor Alfersen quería mantener su puesto, necesitaría mucho dinero en su sucursal para alcanzar su objetivo.

Jared era el único en Olkmore que tenía suficiente caudal para esa causa, por lo que era la única persona que lo podía ayudar. Tenía que utilizar a Amber y, a través de ella, hacer que él le debiera un favor. el Señor Alfersen tomaría ventaja de eso y mantendría su puesto.

Ajá, buen plan y muy bien ejecutado.

No me sorprende que fuera capaz de ascender desde un simple banquero hasta un presidente de una sucursal en solo diez años. Su plan, sus estrategias y su magistral nivel para comprender a la gente a su alrededor impresionaron a Jared.

¡Vaya! Me encantaria contratarlo.

Aun así, le disgustó que el Señor Alfersen lo involucrara en eso. Casi nadie tenía el coraje de arrastrarlo a cualquiera de sus planes. Sin embargo, lo dejó pasar, ya que lo que planificó ayudó a Amber y cambió su relación para mejor.

Jared, por otro lado, dejó el vaso y le dijo a Ben: “La tasa de interés de Banco Suizo es más bajo este año que el anterior, ¿Verdad?

“Sí” asintió. “Están teniendo una pequeña crisis financiera en el extranjero, por lo que lo han bajado, pero pronto volverá a la normalidad. Banco Suizo le dará el dinero que perdió este año, no se preocupe”.

El Señor Farrell es uno de los mayores clientes de ese banco, no se van a poner en su contra.

“Ya veo”. Jared entonces ordenó: “Es de día allá, ¿No? Diles que transfieran cien millones de euros al banco del Señor Alfersen y que lo pongan en mi cuenta de ahorros”.

“¿Perdón?” Ben estaba atónito; la orden era un poco confusa. ¿Por qué transfiere tanto dinero a un banco en Olkmore? El interés no es tan alto de todos modos”.

Y tampoco al banco principal, ¿Solo a la sucursal de Olkmore? ¿En qué está pensando el Señor Farrell?. Ben agitó la cabeza, ya que no podía entender por qué estaba haciendo eso.

Ese monto no es mucho para el Señor Farrell, pero yo no puedo ganar esa cantidad de dinero, aunque trabaje toda mi vida. Son cien millones de dólares también. ¿Ese mismo monto irá al banco del Señor Alfersen? Seguro ya no tendrá ese puesto, lo van a ascender.

“Lo sé”. Jared sujetó el teléfono con una mano y agarró la toalla que tenía en el cuello con la otra. Ladeó la cabeza y se secó el pelo mientras decía con frialdad: “No me importa la diferencia de la tasa de interés”.

El asistente no tenía nada que decir.

Vaya, lo hace parecer como si no fuera nada. Bueno, él es adinerado; la tasa de interés no le importa, así que supongo que tengo que abrir mi mente. La comisura de los labios de Ben se crispó; no dijo nada, excepto que haría lo que su jefe le pidiera.

“Los Lyon están tratando de encontrar un socio para trabajar en un puerto comercial, ¿No es asi? Manda a alguien a su compañía mañana y ofréceles el puerto en la zona de libre comercio y dales la mayor parte de las ganancias” continuó.

Ben se sintió confundido una vez más, desconocía lo que Jared estaba tratando de hacer. Transferir cien millones al banco del Señor Alfersen y no tener en cuenta la diferencia de la tasa de interés ya es bastante extraño.

¿Ahora quiere trabajar con los Lyon en el puerto comercial de la zona de libre comercio y darles una mayor parte de las ganancias? ¿Por qué está ayudando al Señor Alfersen y a los Lyon? ¿Qué han hecho para que el jefe los recompense con esto?

Tenía preguntas, pero fue lo suficientemente inteligente como para no indagar. No es que el jefe me dijera algo, aunque le pregunte. Debería quedarme callado y hacer mi trabajo.

“Entiendo, señor. Me ocuparé de la trasferencia en breve y me encargaré del caso con los Lyon antes de salir del trabajo. Haré todo lo posible para que alguien hable con ellos por la mañana”.

Se acomodó los anteojos.

Jared refunfuñó aceptando y colgó.

Oh, ya no habla. Llamada finalizada.

Colgó el teléfono y miró la pantalla; luego suspiró e hizo una llamada internacional. Eran casi las cuatro de la mañana, pero la sala de conferencias de la sucursal principal del Banco de Clifford en Olkmore estaba abarrotada.

Todo el mundo estaba en silencio, pero miraban al Señor Alfersen, que estaba en el asiento principal. Algunas miradas estaban expectantes, otras reflejaban sospecha, desdén y burla.

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