Capítulo 92:

«¡Tu apreciación es errónea, muchacho! Sabes muy bien que no eres simplemente un hijo sustituto. Eres el hijo de mi compañera predestinada. Aunque todos consideren que Eric debe convertirse en el próximo Rey Licano, debes saber que el día en que tu maldición sea deshecha, te designaré como mi sucesor. Estoy convencido de que lograré revertir la maldición que ha caído sobre ti, así que lo mejor será que te separes pronto de esa chica pusilánime», declaró contrariado.

«Querrás decir que soy el hijo de tu compañera predestinada repudiada», replicó con rabia Marco. «Mi madre te amaba. Puede que solo fuera una humilde princesa de un pequeño reino, pero tuvo la valentía de renunciar a todos sus privilegios para poder ser tu compañera de vida. La despojaste de su inocencia y te dio un hijo, pero a pesar de ello te rehusaste a que se desposaran.»

El dolor y la rabia eran evidentes en cada una de sus palabras, lo que hizo que se me arrugara el corazón al tiempo que aquellas revelaciones me producían un gran impacto. La creencia general era que la madre de Marco era solo una madre sustituta ordinaria, pero ahora entendía que el Rey había ocultado la verdad al respecto.

«Incluso tras el derrumbe de su reino y el asesinato de su familia, mi madre no quiso abandonarte, pero te mostraste indiferente», añadió en tono acusador.

«Debes comprender que yo no era más que un príncipe en aquel entonces.»

«Debía atender a los asuntos de mi propio reino y, para garantizar la supervivencia de Mador, no tenía más remedio que desposar a la noble hija de un alfa», argumentó el Rey en tono defensivo.

«Preferiste la fuerza y el poder al amor de una mujer hermosa y gentil que te profesaba devoción. Querías que todos creyeran que yo no era más que el hijo de una madre sustituta en lugar de admitir que era el hijo ilegítimo de tu pareja predestinada, pues te preocupaba más conservar el trono que tu familia. Mi madre era una mujer hermosa, dotada de magníficas cualidades, cariñosa y amable, pero la dejaste morir solitaria porque pensabas que no estaba a tu altura, cuando en realidad eras tú quien no era digno de ser su compañero», replicó Marco con dureza.

Me cubrí la boca con las manos para sofocar un grito ahogado cuando pasaron frente a mí, tan concentrados en su conversación que no se percataron de mi presencia. Cuando sus pasos se desvanecieron en la distancia, logré escuchar la voz de Marco, que hablaba con vehemencia.

«Eres mi Rey y mi padre, pero a pesar de ello, somos muy diferentes. Aunque pesara sobre mí maldición alguna y hubieras accedido a que te sucediera en el trono llegado el momento, jamás actuaría como tú lo has hecho. Puedo alcanzar esa posición por mis propios medios y jamás estaría dispuesto a sacrificar a mi esposa», declaró en tono de reproche.

«Hola, Tanya», me saludó Lily.

Al oírla, el corazón estuvo a punto de salírseme del pecho. Cuando Marco y el Rey se alejaron, emprendí el camino de regreso al salón de baile.

«Lo siento, solo estaba explorando el palacio», dije.

«¿Todo marcha bien?» respondí, sin salir de mi asombro por todo lo que acababa de escuchar.

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