Capítulo 91:

Punto de vista de Tanya

Habría podido pasar toda la eternidad bailando con Marco, pero la duración de aquella canción fue efímera, y pronto la multitud se volvió hacia la puerta principal del salón de baile cuando el Rey y la Reina hicieron su arribo. Todos, salvo la familia real, se inclinaron reverentemente ante ellos.

Mi vestido se arremolinó a mi alrededor mientras imitaba a los demás, pero logré divisar a la Reina, que se erguía junto a su altivo esposo. Sin embargo, me sorprendí al ver que ella tenía los ojos clavados en Marco. La mirada de ella, cargada de odio y envidia, me produjo escalofríos mientras el Rey indicaba a todos que se levantaran.

Ellos se hallaban de pie al borde del balcón, dándoles la bienvenida oficial al palacio a sus huéspedes para la celebración que marcaba el Equinoccio de Otoño. Luego, dio un breve pero elocuente discurso sobre el cambio de las estaciones en todo el reino y la cosecha otoñal.

Una vez que concluyó su discurso, todos se dispersaron, y el Rey Licano llamó a Marco para que sostuvieran una conversación. El hecho de que él no estuviera junto a mí hacía que el salón de baile pareciera demasiado grande y abarrotado, así que me escabullí en silencio a través de uno de los pasillos pequeños.

El palacio era enorme, con cada corredor más grandioso y lujosamente ornamentado que el anterior, y deambulé disfrutando de aquella deslumbrante edificación. Avanzaba sin rumbo, disfrutando de un poco de paz y tranquilidad apartada de la multitud congregada en el salón principal.

Me senté en un rincón, junto a una ventanita, y contemplé con admiración el cielo nocturno a través de sus cristales.

Las cortinas que pendían de aquella ventanita le conferían a la estancia una acogedora atmósfera de intimidad, así que decidí que sería un buen sitio para hacer una pausa en mi exploración.

Sin embargo, el breve recorrido que hacía por el palacio con aire ensimismado se vio de golpe interrumpido por el sonido de voces que se aproximaban.

«Me rehúso a aceptar tu matrimonio con esa chica», dijo alguien.

Los latidos de mi corazón se aceleraron al reconocer aquella voz. Era la voz del Rey, que caminaba tranquilamente por el pasillo en compañía de Marco. Ninguno de ellos advirtió mi presencia junto al alféizar de la ventana, detrás de las cortinas.

«Es una hija sustituta; su linaje es ilegítimo. Le pedí a uno de mis hombres de confianza que hurgara en su pasado, y tras la investigación descubrió que no solo es una omega, sino que además su loba jamás se ha manifestado», comentó indignado.

Marco reaccionó ante tales palabras con una risa sardónica y sarcástica.

«Me temo que ya es demasiado tarde para que niegues tu consentimiento, dado que ya estoy casado con Tanya. No me explico qué es exactamente lo que te disgusta de ella. ¿Acaso es el hecho de que sea una omega y una paria, o la desprecias por ser un vástago sustituto como yo? No sé por qué te opones a nuestra unión, pues a mi juicio somos una pareja ideal», repuso.

El rey lanzó entonces un gruñido que hizo que la sangre se helara en mis venas.

.

.

.

Consejo: Puedes usar las teclas de flecha izquierda y derecha del teclado para navegar entre capítulos.Toca el centro de la pantalla para mostrar las opciones de lectura.

Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.

Reportar