Capítulo 90:

Punto de vista de Lily

Aunque las atentas miradas que todos nos dirigían a Tanya y Eric creaban recelo en mí, me regodeaba ante la oportunidad que se me ofrecía de volver a disfrutar de la compañía de Marco.

El traje formal que vestía le confería una gran elegancia; sus rizos rubios, por lo general descuidados, esta vez estaban meticulosamente peinados, lo que le daba un aspecto más joven y delicado.

Guió mis pasos durante la primera mitad del baile, pero a pesar de que una de sus fuertes manos descansaba en mi cintura, ya no quedaban vestigios de la pasión con que otrora me miraban sus hermosos ojos azules. De hecho, en más de una ocasión noté que su mirada se había vuelto distante, su expresión ausente; miraba a otras personas, ignorándome.

Inconscientemente, concentraba su atención en Tanya y Eric. Un arrebato de celos se apoderó de mí, y le parpadeé a Marco.

«Ya no bailamos con el mismo placer con que solíamos hacerlo», dije con una sonrisa tímida; el tono de mi voz era suave y coqueto.

Aquella declaración le hizo tensar la mandíbula.

«¿No somos una pareja?», replicó con brusquedad.

«Nuestra relación debe quedar sepultada en el pasado. Ahora he volcado mi afecto en Tanya», agregó.

Tras oír aquellas palabras, la envidia que me consumía dio paso a la indignación, y tuve que hacer acopio de todo mi autodominio para mantener un semblante agradable. Mi relación con Eric me había permitido adentrarme en un mundo de poder y riqueza, pero Marco siempre había sido para mí el hombre apuesto y fuerte. Tras nuestra ruptura, yo confiaba en que nuestra relación reviviera. Aún había una parte de mi ser que creía que siempre me amaría. La forma en que me ignoraba, como si para él Tanya fuese la única mujer importante, me enfurecía.

Entonces el ritmo de la canción cambió, y en la pista de baile, los caballeros hicieron girar a sus parejas. Contuve un grito ahogado cuando Marco aprovechó el momento para hacerme girar lejos de él, lanzándome directamente a los brazos de Eric.

Rápidamente recobré la compostura y seguí bailando con él, esforzándome por fingir que aquel cambio de pareja había sido intencional. No podía creer que Marco hubiera tenido el descaro de soltarme de sus brazos, haciéndome cambiar de pareja, para poder bailar con Tanya.

Tanya estuvo a punto de tropezar, pero finalmente logró conservar el equilibrio y aceptó el abrazo que Marco le ofrecía. Hacían una pareja verdaderamente espléndida. El cabello dorado de él hacía juego con el vestido de ella, y los matices verdes de los ojos de Tanya eran el complemento perfecto de los ojos de color azul profundo de él mientras se miraban.

Las palabras no podían describir cuán furiosa me sentía al verlos tan acaramelados; la apretaba tiernamente contra su cuerpo mientras bailaban con mucha gracia, deslizándose por la pista al ritmo de la música. Parecían una princesa de cuento de hadas a la que tomaba afectuosamente en sus brazos, lo que despertaba mis celos y mi odio hacia ella.

No podía quedarme de brazos cruzados presenciando esas demostraciones de afecto; debía hacer algo al respecto.

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