Capítulo 88:

Pero, de repente, una hermosa mujer con deslumbrantes ojos verdes avanzó hacia mí y me sonrió con una amabilidad conmovedora y sorprendente.

«Es Lady Vivian Montenero», susurró alguien, y entonces la multitud guardó un reverente silencio.

Incliné mi cabeza ante aquella mujer en señal de respeto, sintiéndome nerviosa y cohibida.

«Se dicen cosas maravillosas sobre ti, damisela», me elogió en voz baja, seguramente para que solo yo la escuchara.

Su belleza era exquisita y su porte calmado e imponente. Imaginaba que debía gozar de un enorme respeto entre los cortesanos.

«Te aseguro que no tendría la menor dificultad para reconocer los extraordinarios perfumes de mi familia, sin importar el lugar donde me encuentre», señaló, alzando la voz para que la multitud pudiera oírla.

«Con la venia de su alteza, puedo identificar sin dificultad la poción que sanó a la princesa.»

El príncipe Eric miró a su hermana, que asintió con una ligera inclinación de cabeza.

«De acuerdo», respondió él. «Dejemos que sea Lady Vivian quien resuelva este asunto de una vez por todas.»

Le entregué la botella pequeña. Si los rumores que circulaban sobre el extraordinario sentido del olfato de su familia eran ciertos, entonces no tendría la menor duda de que aquel perfume era una invención mía.

Se llevó el frasco bellamente decorado a la nariz e inhaló profundamente el aroma que exhalaba de él, con los ojos cerrados, analizándolo minuciosamente.

«Percibo notas de… raíz de regaliz… sutiles toques de ortiga mayor, sí, flores de manzano y jengibre. Ninguno de los perfumes de mi familia contiene exactamente esos mismos ingredientes. Si bien los efectos son similares, el olor es ligeramente diferente. Por ende, mi veredicto es que este perfume es una auténtica creación de Tanya», comentó.

A pesar de que experimenté un gran alivio al escuchar tales palabras, mi corazón no dejaba de galopar en mi pecho, y pude escuchar varios gritos ahogados de asombro a mi alrededor.

«¡Ha logrado algo increíble!», exclamó alguien.

«Me pregunto cuál es su secreto», se sorprendió otro de los asistentes.

Vivian me miró y procedió a devolverme el frasco.

«Debo admitir que posees un talento maravilloso, querida. Has demostrado una increíble habilidad, pues, más que recrear, has modificado una fórmula muy especial. A decir verdad, la princesa Cathy ha logrado recuperarse gracias a tu maestría. Has conseguido salvar su vida», expresó.

Sorprendida por los elogiosos términos con los que se había dirigido a mí, hice una ligera reverencia y luego lancé una mirada a Marco, quien asintió con la cabeza en señal de agradecimiento y aliento.

«Sus palabras me halagan, señora mía, pero en realidad lo que he hecho no ha sido nada importante», respondí con humildad.

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