Embarazada de una noche con el Alfa -
Capítulo 86
Capítulo 86:
Marco me lanzó una mirada incrédula mientras observaba la botella que sostenía en mis manos con una expresión inquisitiva.
«Este no es un perfume ordinario, pues también posee propiedades curativas. Esta fragancia podría aliviar la reacción alérgica de tu hermana, devolviéndole la respiración. Si hago que la inhale, salvaría su vida», observé.
Varios nobles se burlaron de mí y lanzaron murmullos de desaprobación.
Pero a mí no me importaba que se burlaran de mí; lo único que me interesaba era auxiliarla de inmediato, pues se nos estaba agotando el tiempo.
La única persona que debía creerme en ese momento era Marco. Si me dejaba actuar, haría todo lo que estuviera a mi alcance para salvar a su hermana.
«Te ruego que me dejes ayudarla. Debes confiar en mí», le dije con desesperación.
Me miró a los ojos y pareció ver mi alma.
«Te creo, así que te permitiré auxiliarla», repuso.
Algunos espectadores lanzaron gritos ahogados y protestaron, pero una mirada de Marco bastó para evitar que alguien interfiriera mientras me agachaba junto a la princesa.
Actuando con mucho cuidado, rocié el perfume sobre ella y luego desenrosqué la tapa del envase, sosteniéndolo debajo de su nariz, dejando que el aroma penetrara en sus fosas nasales.
Aquel salón estaba tan silencioso como una tumba; todos contenían el aliento esperando ver qué sucedería después de que la princesa inhalara aquella fragancia. Al cabo de un rato, Cathy jadeó.
Todos los presentes experimentaron una enorme sensación de alivio cuando los hermanos de Cathy se acercaron a ella y la ayudaron a recuperarse cuando despertó. Respiró agitadamente varias veces, ansiosa por llenar de aire sus pulmones.
Ayana también se aproximó a ella, apartándome de su camino, pero ello no me hizo enfadar. Estaba demasiado feliz de haber logrado que respirara de nuevo, así que nada podía empañar mi felicidad en aquellos momentos.
«Cathy, ¡gracias a la Diosa que estás bien! Estaba muy preocupada. Cuéntanos qué sucedió. ¿Tanya te dio esa bebida?», dijo Ayana.
Juraría que por el rabillo del ojo vi que le hacía un guiño a Cathy, instándola a culparme de su desmayo.
Cathy me miró y luego echó un vistazo a su bebida derramada, mientras su rostro recobraba su lozanía habitual.
«Yo no estaba con ella cuando tomé esa bebida. Ha sido un terrible error; Tanya no es responsable de lo que me ha sucedido», replicó.
No pude reprimir una sonrisa suave al oír aquella tranquilizadora declaración. Me alegraba profundamente saber que la hermana de Marco se había recuperado y que, a pesar de nuestras diferencias, era una mujer honesta.
Al parecer, aquella pesadilla iba a quedar sepultada en el pasado.
Pero entonces se oyó la voz de Lily; su tono era extrañamente glacial. Su mirada parecía traspasarme mientras señalaba el frasco de perfume que sostenía en mi mano.
«¿Dónde obtuviste eso?» preguntó, en un tono tan duro como el acero.
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