Embarazada de una noche con el Alfa -
Capítulo 85
Capítulo 85:
No podía dar crédito a mis oídos; me estaba acusando de algo verdaderamente horrible.
A pesar de su actitud despreciativa hacia mí, sería incapaz de lastimar a Cathy para vengarme de ella.
Afortunadamente, el amigo de Marco volvió a avanzar para hacerla callar.
«Tu hipótesis es francamente ridícula. Tanya acaba de llegar a la capital, así que es imposible que supiera que padecía esa alergia», argumentó.
«Ya deja de defenderla, Oliver. ¡Esa maldita intentó matar a la princesa Cathy!» espetó Ayana.
Ayana y Oliver discutían acaloradamente; a medida que crecía la tensión, la discusión subía de tono. El pánico se apoderó de la concurrencia, pues Cathy aún yacía inmóvil en el suelo.
Entonces, se oyó la voz imperiosa de Marco y todos guardaron silencio.
«Todos deben conservar la calma. Debemos darnos prisa para auxiliar a mi hermana. Es preciso que concentremos nuestros esfuerzos en salvarla. En cuanto despierte, ella misma nos explicará lo sucedido», instó. Echó un vistazo a su alrededor y le ordenó a uno de los guardias que fuera a buscar de inmediato al médico de la corte.
Pero, como él mismo acababa de decir, por desgracia Cathy no podría sobrevivir durante mucho tiempo si no era auxiliada, así que si el doctor tardaba demasiado en llegar, era muy probable que fuera imposible salvarla. Su respiración había cesado hacía algunos minutos, y si su corazón dejaba de latir, ya no habría ningún medicamento al cual se pudiera recurrir para evitar su fallecimiento.
El príncipe Eric apareció detrás de mí; su rostro traslucía preocupación. Yo jamás había visto a la familia real tan angustiada.
«Enviaré a una sirvienta a buscar los medicamentos que Cathy requiere, pero su habitación es enorme y está hecha un desastre. Además, hace mucho tiempo que nuestra hermana no experimenta una reacción alérgica, así que creo que ni siquiera ella sabe dónde están sus medicamentos».
«Es probable que la sirvienta tarde demasiado tiempo en encontrarlos», señaló.
Tal vez, para cuando la sirvienta encontrara los medicamentos de Cathy, ya sería demasiado tarde para ella. Su vida pendía de un hilo, y cuanto más tiempo pasara sin que recibiera auxilio, mayores eran las probabilidades de que no lograra sobrevivir.
Justo cuando las esperanzas parecían haberse esfumado, recordé el pequeño envase que contenía aquel extraordinario perfume que había guardado en mi bolso antes de acudir al banquete. ¡Era el brebaje especial que había elaborado para curar las alergias! Me abrí paso entre la multitud tan rápido como pude, sosteniendo mi fino bolso de broche. Varios espectadores me lanzaron una mirada inquisitiva e incrédula mientras sacaba el pequeño frasco y corría hacia Marco.
«Yo puedo ayudarla», dije rápidamente.
Era preciso actuar de inmediato, por lo que aquel no era el momento adecuado para que yo demostrara modestia ante las fragancias que creaba. A menos que actuara de inmediato para auxiliarla, moriría.
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