Embarazada de una noche con el Alfa -
Capítulo 81
Capítulo 81:
Empleando el equipo de aquel laboratorio que Marco había dispuesto para mí, traté de recrear, recurriendo a mi memoria, aquel perfume especial.
Desafortunadamente, aquella fórmula requería un extracto de petasites, las cuales no abundaban en aquella zona del reino.
Puesto que no tenía ninguna muestra de petasites en mi pequeño laboratorio del ático, me vi obligada a emplear una combinación de licor de regaliz y flores de manzano para replicar aquel aroma.
Pasé varias horas extrayendo y destilando los aceites de diversas plantas, añadiendo raíz de regaliz y ortiga mayor para tratar de recrear el aroma que guardaba en mi memoria.
Sin embargo, para mi desilusión, el paso final del proceso no salió bien. Traté de mezclar la solución añadiendo etanol a los aceites y extractos, pero los líquidos no se mezclaron correctamente.
Cada uno de mis intentos dio como resultado una masa negra y aceitosa de olor acre, pues la sustancia hervía y ardía de manera incorrecta.
Mis constantes fracasos me hacían sentir cada vez más desanimada.
En cierto momento, el burbujeante vaso de precipitados se calentó excesivamente mientras trataba de destilar nuevamente la mezcla, y estalló.
Entonces lancé un grito mientras sus fragmentos salían despedidos en todas direcciones.
Luego, me esforcé por limpiar aquel desastre, con aire de derrota.
Hasta ese momento, había estado convencida de que podía replicar el perfume de la colección especial, o al menos crear algo semejante, pero, sin importar cuánto me esforzara, todos mis intentos parecían condenados al fracaso.
Uno de los fragmentos de vidrio me hizo un corte en la palma de la mano y me estremecí de dolor. Suspirando, comencé a limpiar, tratando de reponerme de aquella frustración.
Estaba decidida a no cejar en mi empeño.
Una vez más, extraje los aceites de las plantas seleccionadas y añadí el solvente.
Cuando herví cuidadosamente los fluidos, sentí un ligero pánico al ver que pequeñas burbujas negras se formaban en ellos.
Me apresuré a revolver el elíxir, desesperada por evitar que las sustancias químicas reaccionaran erróneamente de nuevo.
En mi precipitación, una gota de sangre que brotó de la herida de mi mano cayó en aquel hirviente líquido.
Frustrada, removí el vaso de precipitados de la llama; estaba a punto de rendirme.
Pero entonces, sorprendentemente, las burbujas negras se disiparon y la mezcla se asentó, revelando un elíxir dorado de color miel.
Entusiasmada, lancé un grito ahogado cuando el aroma de las especias dulces permeó el aire.
Debido al ingrediente faltante que tuve que reemplazar, los efectos fueron un poco más débiles y el olor algo diferente en comparación con el aroma de la sala donde estaban expuestos los perfumes, pero finalmente lo había logrado: había creado un perfume extraordinario.
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