Capítulo 63:

Elegí un vestido rojo evasé, del mismo color que el ramo de rosas que me había enviado.

Tenía mangas anchas de gasa escarlata y se ensanchaba progresivamente desde la cintura, delicadamente entallada, formando volantes y pliegues semejantes a pétalos.

La tela roja contrastaba con mi piel, blanca como la nieve.

Había optado por un peinado semirrecogido y llevaba prendida en el cabello una de las rosas del ramo.

Me esforzaba por no pensar en Marco, mientras sonreía nerviosamente al aplicarme rápidamente un labial suave y rosado.

Esperaba que me encontrara tan bella como una flor.

A mi llegada al restaurante, uno de los meseros me condujo a una mesa iluminada por la luz de las velas.

«¿Le gustaría ordenar algo, señorita?», me preguntó.

Podía aspirar el olor de especias dulces y delicias recién cocinadas, pero decliné su invitación, negando con la cabeza amablemente.

«Todavía no, gracias. Estoy esperando a alguien», expliqué.

Entonces el mesero se alejó para atender a los comensales, la mayoría de los cuales eran parejas.

Trataba de no mirarlos, pues no quería ver sus arrumacos de celebración.

Sonaba una suave música de fondo mientras los amantes bebían y cenaban a mi alrededor.

Al cabo de una hora, el mesero insistió por cuarta vez.

«Señorita, ¿le apetecería al menos una bebida mientras espera? ¿O tal vez un aperitivo?», inquirió.

Nuevamente decliné su ofrecimiento cortésmente.

Marco no había especificado a qué hora de la noche llegaría, pero estaba dispuesta a esperarlo el tiempo que fuera necesario.

Algunos de los clientes notaron que yo todavía estaba sentada sola.

Desvié la mirada para evitar sus miradas inquisidoras, ignorando sus susurros. Jugueteaba con la servilleta que descansaba en mi regazo mientras palpaba el tejido de la misma, en un intento por distraerme.

Transcurrió otra hora; miraba ansiosamente la puerta principal cada vez que alguien entraba, pero no había el menor rastro de Marco.

Intentaba tranquilizarme diciéndome a mí misma que debía estar muy ocupado atendiendo asuntos concernientes a la casa real.

Después de todo, su invitación a que celebráramos juntos el Día de San Valentín me había tomado por sorpresa, así que sería paciente y lo esperaría.

El tiempo pasaba y Marco no acudía a nuestra cita.

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