Embarazada de una noche con el Alfa -
Capítulo 62
Capítulo 62:
Y si por casualidad ves a Eric hoy, por favor, dale las gracias en mi nombre.
Aunque está ocupado con asuntos relacionados con la casa real, me envió una docena de rosas blancas con motivo del Día de San Valentín.
Pienso que soy muy afortunada al estar comprometida con un príncipe que me trata con tanta consideración».
Aunque no me lo dijera en la cara, yo no era ingenua; conocía muy bien la opinión que todos tenían de mí.
Podía advertir el desprecio en su mirada a medida que sus ojos iban de Lily a mí.
Incluso Cathy se burló de mí.
Aunque estaba casada con el segundo príncipe, yo era una mujer insignificante que no era digna de él.
Ni siquiera merecía una flor…
Entonces alguien llamó a la puerta de entrada.
Se hizo un silencio en las instalaciones de la empresa en el momento en que un mensajero entró llevando el ramo de rosas más grande que jamás hubiera visto.
Aquellas rosas no eran blancas ni rosadas, como las rosas ordinarias, sino de un llamativo y sensual tono escarlata.
«¿Es usted Tanya?», preguntó el mensajero.
Todas las miradas se clavaron en mí mientras daba un vacilante paso hacia adelante.
«Sí», respondí con evidente nerviosismo.
Me entregó el ramo de rosas y mis dedos palparon una pequeña nota doblada entre las flores.
La abrí y la leí con el corazón palpitante.
FELIZ DÍA DE SAN VALENTÍN. NOS VEREMOS ESTA NOCHE EN EL RESTAURANTE DUMONET.
-CON AMOR, MARCO.
Horrorizada al conocer el contenido de aquella nota, Cathy lanzó un grito ahogado y dijo: «Esta noche habrá luna llena, ¿cómo es posible que mi hermano…»
Me sentí muy emocionada al leer aquel mensaje.
El arrebato de alegría me impidió percibir la extraña sonrisa de autocomplacencia que se dibujaba en los labios de Ayana.
Punto de vista de Tanya
No conseguía moverme con la rapidez que deseaba mientras me preparaba para verme con Marco después del trabajo. Me entusiasmaba mucho la idea de verlo; no veía la hora de encontrarme con él.
La nota del ramo de rosas decía que nos reuniríamos en el restaurante Dumonet, uno de los más elegantes de la capital.
Pasé por su casa para buscar un atuendo ideal en mi nuevo guardarropa.
No estaba acostumbrada a tener tanta ropa cara a mi disposición; me tomó algunos minutos elegir un atuendo que creía que sería del agrado de mi esposo.
.
.
.
Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.
Reportar