Embarazada de una noche con el Alfa -
Capítulo 61
Capítulo 61:
Cathy volvió a fijar su atención en mí; me miraba con recelo por encima de su nariz, a pesar de que soy más alta que ella.
Inicialmente sentí el impulso infantil y cobarde de ocultarme detrás del mostrador para no tener que seguir soportando su actitud burlona, pero luego hice acopio de valor y decidí afrontarla.
«Me sorprende que mi hermano aún recuerde que tiene una esposa, considerando que no está a su altura.
La manada Ironclaw es la más poderosa del reino, y Marco es el integrante de la manada que se transforma con mayor facilidad.
Es el segundo príncipe de Mador, y su lobo es habilidoso y fuerte; incluso es capaz de manifestarse a través de Marco y cambiar su voz.
¿Acaso esperas que alguien tan poderoso te dé un regalo de San Valentín, zorra?», me dijo en tono insultante.
Sus palabras fueron como una bofetada.
Pese a que estaba acostumbrada a que se burlaran de mí, me dolía que me despreciaran por mi condición.
Marco era el único que me consideraba algo más que una loba, que no era simplemente una cualquiera, merecedora del más profundo desprecio.
Justo cuando pensaba que mi cuerpo ardería en llamas debido a la vergüenza que sentía, Lily entró.
Ayana la seguía como un perro fiel.
Me preparé para el momento en que Cathy la abrazaría y ambas se aliarían para despedazarme.
Pero Cathy simplemente miró a Lily con aire de reproche.
«Oh, mira quién está aquí.
La vieja fulana de Marco. Te dije que yo misma me encargaría de los perfumes, Lily, así que puedes ir a jugar con los sentimientos de mi hermano o hacer lo que te plazca», gruñó.
Conservando su dignidad, Lily guardó la compostura, limitándose a sonreír cortésmente.
Jamás se me había ocurrido que Cathy también pudiera manifestar animadversión hacia Lily, pero ello no resultaba sorprendente, pues Lily era la compañera predestinada de Marco y ahora ella estaba comprometida con el hermano de él.
Ambas tenían un porte digno y aristocrático, pero, a juzgar por su mirada, sospechaba que ambas estarían dispuestas a enfrentarse hasta que se despedazaran la garganta.
Estaba tan nerviosa que el sudor perlaba mi pálida piel.
Me sentía como un ratón atrapado entre dos leonas.
«Cathy, querida», dijo Lily en tono provocador.
«Me alegra ver que tienes todo bajo control.
Por favor, no vaciles en pedirme ayuda.
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