Embarazada de una noche con el Alfa -
Capítulo 245
Capítulo 245:
“Somos compañeros destinados, ¿no es así?».
Sí.
Pude notar cómo Isabella sonreía al responder.
No podía creer lo que acababa de escuchar.
Eso explicaba por qué Caspian se había estado comportando de esa manera tan extraña.
Ambos debieron haberse dado cuenta desde el primer momento en que se miraron a los ojos.
«¿Qué estás haciendo?».
La voz que había hecho esa pregunta no era ni la de Caspian ni la de Isabella, por lo que me sobresalté y solté un pequeño grito al darme cuenta de que Marco estaba detrás de mí.
El sonido alertó a la pareja, por lo que me di la vuelta de inmediato y cubrí la boca de mi esposo para evitar que dijera algo más.
Mi corazón latía muy fuertemente, pues estaba nerviosa de que me descubrieran escuchando una conversación ajena.
No sabía qué hacer, y sus pasos se escuchaban cada vez más cerca.
Entonces, Marco sonrió a través de mi mano, la cual aún seguía cubriendo su boca.
Antes de que pudiera reaccionar, él tomó mi mano y me empujó a través de una puerta doble que daba a un balcón.
Seguido de eso, envolvió un brazo alrededor de mi cintura y saltó por el barandal, haciendo que quedáramos de pie en un pequeño espacio debajo de este.
La distancia desde donde estábamos hasta el suelo era enorme. El miedo me invadió y, de forma instintiva, apreté fuertemente a Marco con mis brazos.
Al levantar la mirada, me encontré con sus ojos azules, profundamente fijados en los míos. Estábamos tan cerca el uno del otro que prácticamente podíamos sentir nuestros alientos entrelazados. Por un momento, no supe si me sentía cómoda o no, pero no tuve mucho tiempo para pensar en ello.
Menos de un segundo después, Caspian e Isabella salieron al balcón, sorprendidos por lo que habían escuchado y por las puertas abiertas. Al no ver a nadie en el lugar, decidieron irse para continuar su conversación en otro sitio.
Una vez que se fueron, Marco me ayudó a subir, y luego él lo hizo también. Cuando finalmente estuvimos arriba, respiré aliviada, aunque no sabía qué decir tras haber estado tan cerca de él.
A pesar de la confusión que aún sentía, algo en la habitación de la princesa Peyton llamó mi atención: una luz encendida. El balcón estaba justo en paralelo a la ventana de su habitación, y vi cómo ella la cerraba apresuradamente y tiraba un pequeño recipiente con líquido en el bote de basura.
Fue entonces que recordé que había sido su hermana quien le había dado ese remedio para intentar aliviar su enfermedad, y me sorprendió verla desecharlo.
Marco y yo nos dirigimos a nuestra habitación en silencio, sin saber qué decir tras todo lo que acababa de suceder.
Debido a que estábamos casados y actuábamos como una pareja feliz, la princesa Isabella había preparado solo una cama para los dos. Aunque aún seguía amándolo como siempre, me sentía mal de dormir a su lado cuando él no quería tener nada que ver conmigo.
«Haré esto más fácil para ambos. Ya que solo estamos casados por obligación, yo dormiré en la otra habitación y tú aquí», le dije con pesar.
A pesar de que me dolió mucho decirlo, sentí que era lo mejor, pues no quería que la situación se tornara aún más incómoda. Tomé mi equipaje y salí del cuarto sin mirar atrás.
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