El regreso de la heredera adorada -
Capítulo 661
Capítulo 661:
El tiempo pasaba, pero la luz del quirófano seguía encendida, y la ansiedad de Susan no hacía más que aumentar.
Dane, que se había enterado de la noticia, acudió corriendo al hospital. Rodeó a Susan con sus brazos, consolándola.
«No te preocupes. Me aseguraré de que le atiendan los mejores médicos. Se pondrá bien», le aseguró.
Cuando Susan se fundió en el cálido abrazo de Dane, rompió a llorar.
Dane le acarició suavemente el pelo, pero su mirada fría e inquebrantable permaneció fija en Jada, que estaba arrodillada en el suelo, temblando de miedo.
Ahora que Jada se había calmado, se dio cuenta de la gravedad de su situación. Después de todo lo que había hecho, ni la familia Johns ni Esteban la dejarían ir.
La angustia de sus actos la carcomía mientras contemplaba las consecuencias.
Tomó una decisión en su corazón.
Tendría que dejar que sus padres se divorciaran.
Entonces, ella y Mara podrían mudarse a otra ciudad, lejos de todo el mundo.
La idea de empezar de cero en un lugar nuevo avivó la determinación de Jada.
Mientras imaginaba una nueva vida, Susan se levantó y caminó hacia ella.
Aunque tenía los ojos enrojecidos por el llanto, la mirada de Susan era fría como el hielo.
Levantó el pie derecho y propinó a Jada una fuerte patada en el pecho.
El repentino dolor dejó sin aliento a Jada, que retrocedió tambaleándose, casi ahogada, y con el rostro pálido.
«Susan, esa patada era para nuestro padre. Te trató tan bien. ¿Cómo te atreves a hacerle esto? La voz de Susan era aguda, firme y llena de ira.
Jada la miró, sonriendo amargamente. «¿Me trató bien? Cómo…»
Susan replicó: «Cuando éramos niñas, te llevabas todo mi dinero de bolsillo, pero nunca estabas satisfecha. Te llevabas toda mi ropa y mis joyas, pero nunca mostrabas gratitud. Cada céntimo gastado en esas cosas se lo había ganado con su duro trabajo».
Jada se mordió el labio inferior, momentáneamente sin palabras. Tras una breve pausa, finalmente dijo: «Sólo le importas tú. Si no, no te habría dado la empresa sólo a ti. Si me hubiera dado una parte de la empresa, no habría hecho esto».
Cuanto más hablaba Jada, más se convencía de que ella era la verdadera víctima. Esteban y Susan tenían la culpa de todo. Ellos la habían empujado a actuar así.
Otra fuerte patada aterrizó en el pecho de Jada, haciéndola gritar de agonía.
El dolor irradiaba por todo su cuerpo, y su corazón se llenó de furia. ¿Cómo habían podido acabar así las cosas? ¿Cómo podía ser tratada tan mal?
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