Capítulo 96:

Eche mi cabeza hacia atrás mientras empezaba a reír, era imposible no amar a este hombre.

“Estoy tratando de pensar como escapar contigo ahora y tú solo piensas en como me veo manejando”, dije bromeando.

“Estoy muy emocionado”.

“¿Por qué?”, pregunté curiosa.

“La última vez que estuve aquí fue cuando te conocí en el bar, y la segunda vez que estoy en Nashville estoy con la chica que se robó mi corazón ese día”, dijo.

“Tal vez vayamos al bar”, dije sonriendo.

“¡Debemos de ir! Ese es como nuestro lugar, la mesa en la que te conocí debería de tener grabados nuestros nombres”, dijo.

Ya estaba un poco cerca de casa, me estacioné en la orilla de la calle y llamé a mi mamá, literalmente mis manos temblaban.

“Pon el altavoz”, dijo Leonardo en susurro.

Puse el altavoz mientras yo aguantaba las ganas de reír por la actitud de él, parecía un niño pequeño.

“Hola cariño”, dijo mi mamá contestando alegre.

“Hola mamá, ¿Cómo estás?”, dije mordiendo mi labio inferior,

“Bien, hace una semana me llegaron los discos que me enviaste ¡Muchas gracias!”, dijo emocionada.

A mi mamá le encantaba la música de Robbie Williams, a pesar de que ella ya tenía la mayoría de sus discos en casa.

El cantante había sacado un disco versión limitada de todas sus canciones que mayor éxito han tenido y estaban firmados, en cuanto los vi en una tienda le compré todas las versiones que encontré y se las envié.

“Me alegra que te hayan gustado”, dije sonriendo

“¿Papá y tú están en casa?”, dije mientras sentía que mi corazón se aceleraba más.

“Claro cariño, ¿Acaso vendrás a casa?”, dijo con emoción.

“Si, llegaré en unos minutos”, dije y ella soltó un gritito de emoción, Leonardo sonrió.

“¡Franco, Olivia viene a casa!”, dijo mi mamá llamando a mi papá.

“Si… Mamá… También quiero presentarles a alguien”, dije dando un gran suspiro.

“¿Alguien? ¿Al fin nos presentaras a tu príncipe azul que tanto habías buscado?”, dijo emocionada.

“Mamá – dije regañándola avergonzada.

Leonardo solo se rio un poco.

“Está bien cariño, los estaremos esperando”, dijo.

“Adiós, te amo”, dije antes de colgar la llamada.

“¿Así que soy como tu príncipe azul?”, dijo sonriendo burlón.

“Es una tontería que decía cuando era niña, pero mi mamá jamás lo olvidó”, dije riendo mientras negaba con la cabeza.

Encendí la camioneta de nuevo y seguí manejando por las calles que caminé muchas veces desde que era pequeña.

“¿Podemos comprar algo antes de llegar a casa de tus padres?”, dijo Leonardo y yo lo mire confundida.

“¿Qué quieres comprar?”, pregunté.

“¿Le gustan las flores a tu mamá?”, preguntó y yo sonreí.

“Ama las flores”

“Entonces llévame a una floristería, le compraré unas flores”, dijo y yo asentí.

Me desvié del camino a casa y conduje hasta una de las floristerías más famosas de Nashville.

Cuando llegamos a la floristería me estacione y ambos nos bajamos y entramos a la floristería, no pude evitar sonreír un poco al recordar mis recuerdos en este lugar, tuve un trabajo de medio tiempo aquí cuando tenía 16 años.

Recuerdo que estaba tan obsesionada por comprar un vestido que había visto en una tienda, mis papás no me lo querían comprar y entonces ahorre yo misma para comprarlo.

“¿Olivia?”, dijo la voz de una mujer llamando mi atención

“¿Realmente eres tú?” sonreí al ver a la Señora Bonnie.

“Señora Bonnie”, dije con una gran sonrisa al verla

“¿Cómo ha estado?”

“Muy bien querida, pensé que estos lentes ya no estaban haciendo bien su trabajo y estaba viendo de más”, dijo sonriéndome.

La edad era muy evidente en la Señora Bonnie, es una mujer de 55, cada vez que sonreía las arrugas en su rostro dibujaban todos los años que llevaba por encima, pero a pesar de su edad es una mujer muy activa, con el simple hecho de verla sonreír ella irradia una gran felicidad.

“No sabe como me alegra verla”, dije abrazándola.

“¿También estoy viendo doble o veo a un guapo joven detrás de nosotras?”, dijo viendo a Leonardo, yo reí.

“Señora Bonnie, él es Leonardo”, dije presentándolos.

“Mucho gusto Señora Bonnie”, dijo Leonardo extendido su mano para saludarla, pero ella entendió sus brazos y Leonardo se acercó para abrazarla.

“Es muy guapo y musculoso”, dijo la Señora Bonnie en susurro viéndome a mí, me tape la boca para no reírme

“¿Qué puedo hacer por ti cariño?”, dijo mirando a Leonardo, él le sonrió un poco nervioso.

“Quiero comprar flores”, dijo nervioso.

“Por supuesto que quieres flores, no habrías venido a una floristería a comprar platos”, dijo y yo apreté mis labios para no reírme

“¿Qué clase de flores quieres cariño?”

“Bueno…”, Leonardo me miro a mí.

“Queremos comprar unas flores para mi mamá, ya sabe que le gustan mucho los girasoles”, dije.

“Por supuesto que lo recuerdo, vengan y elijan los girasoles que más les gusten”, dije adentrándose en el local.

“Si me he puesto nervioso con ella no me imagino como me pondré cuando conozca a tus padres”, dijo riendo.

Seguimos a la Señora Bonnie que nos llevó a la parte trasera del local en donde había un gran patio con muchas flores, ella se acercó a donde estaban muchos girasoles agrupados por tamaños.

Pueden elegir los que quieran y los ponen en esta cesta, después les prepararé el arreglo con Bonnie.

“Elijamos las más grandes”, dijo tomando la cesta y agarrando muchos girasoles…

“Leonardo ¿Acaso piensas regalarle todos esos girasoles a mi mamá?”, dije muy sorprendida, había agarrado todos los girasoles más grandes llenando toda la cesta con ellos.

“¿Son pocos?”, pregunto preocupado.

“¡Son demasiados!”, dije riendo

“Parece que quisieras conquistar a mi mamá y no a mí”, él empezó a reír a carcajadas.

“Creo que son suficientes”, dijo encogiéndose de hombros.

Leonardo agarró otras flores blancas y las puso en la cesta, tuve que prácticamente empujar a Leonardo a la caja para que pagáramos las flores sino compraría toda la floristería para mi mamá.

Mientras esperábamos a que la Señora Bonnie hiciera el arreglo con las flores nosotros caminamos por toda la tienda para ver todas las flores que tenía.

“Buenos días”, dijo una voz conocida entrando a la floristería, abrí mis ojos como platos.

Jale a Leonardo del brazo para que ambos nos escondiéramos detrás de un mueble que tenía un montón de macetas con flores.

“Buenos días, Señora Roberts” – dijo la Señora Bonnie saludando a la mamá de Erick.

“¿Qué sucede?”, dijo Leonardo con una sonrisa burlona.

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