El innombrable vive en New York -
Capítulo 93
Capítulo 93:
“Bien, ya hemos terminado con las preguntas, ahora sigue la sesión de fotos para la revista”, dijo Elizabeth
“Regresa a recepción allí la guiaran hasta el estudio de fotos, le habríamos pasado de una vez, pero nuestro fotógrafo todavía no ha venido, espero que nos disculpe por el retraso”, dijo un poco preocupada.
“Esta bien, no se preocupe”, dije sonriéndole.
Empecé a caminar por el pasillo de regreso a la recepción donde estaba Leonardo, sentí como mi corazón casi se detuvo cuando vi que él estaba hablando con Jared.
Me quedé allí parada sin saber qué hacer, no alcazaba a escuchar lo que ellos dos estaban hablando, pero por sus expresiones sabía que tampoco estaban hablando de que si querían ser amigos.
“Hola”, dije un poco tímida acercándome a ellos.
“Olivia”, dijo Jared al verme, me sonrió
“Que bueno verte”, dijo acercándose a mi y me dio un beso en la mejilla.
“Lo mismo digo yo”, dije sonriéndole.
“He venido porque también me han llamado por el recital en Australia”, dijo sonriéndome
“Me dijeron que todos los jueces tenían los ojos sobre ti y todos dieron muy buenas críticas sobre ti, felicidades”.
“Gracias”, dije muy alegre.
“Creo que debo entrar ya, ha sido bueno verte de nuevo, espero que todavía me tengas en cuenta ahora que ya eres toda una pianista muy reconocida”.
“Por supuesto que lo haré, me has ayudado muchísimo”.
“Me alegra escuchar eso, te veo luego, un gusto Spinter”, dijo Jared despidiéndose de Leonardo.
“Un gusto”, dijo Leonardo serio.
Miré a Leonardo quien me miraba con rostro de pocos amigos.
“¿Qué?”, dije confundida.
“¿Y ese beso?”, dijo alzando una ceja.
Me quedé pensativa por unos segundos hasta que supe a que se refería.
“Oh, te refieres al beso en la mejilla”.
“Si, el beso en la mejilla”, dijo sonriendo falsamente.
“Bueno, Las personas suelen saludar así en Francia”, dije apretando mis labios.
“No he visto que la recepcionista te salude así”, dijo cruzándose de brazos.
Sonreí burlona.
“¿Leonardo estas celoso?”, dije alzando una ceja.
El empezó a balbucear un montón de cosas que al final no entendí nada, por mi expresión él pareció darse cuenta de que no había entendido nada, aclaró su garganta y habló.
“Sí, estoy celoso”, dijo frunciendo el ceño.
Traté de apretar mis labios para no reírme, pero fue imposible y me reí un poco, Leonardo me miraba con rostro de pocos amigos.
“No es nada gracioso para mí”, dijo serio.
“Bueno es que…” fui interrumpida por la voz de la recepcionista.
“Señorita Baldinelli por favor acompáñeme”, dijo mirándome con una dulce sonrisa
“También la puede acompañar él”, dijo refiriéndose a Leonardo.
“¿Me acompañas?”, dije sonriéndole inocentemente.
“Si”, dijo todavía serio, tomé su mano y empezamos a caminar detrás de la recepcionista.
Subimos unas gradas hasta llegar a la segunda planta, allí caminamos por un pasillo hasta llegar a un gran estudio fotográfico.
“Él es Gerald, él será su fotógrafo”, dijo la recepcionista antes de irse.
“Mucho gusto Señorita Olivia”, dijo Gerald acercándose a mí para saludarme de beso, pero después recordé los celos de Leonardo y extendí mi mano y él la tomo amablemente.
“Mucho gusto Gerald”, dije sonriéndole.
“Yo soy Leonardo Spinter”, dijo metiéndose en la conversación, apreté mis labios para no reírme.
“Mucho gusto Señor Spinter”, dijo Gerald dándole la mano para saludarlo
“Allá están los vestidores para que pueda cambiarse y así iniciamos con la sesión de fotos.
“De acuerdo”, dije y fui a los vestidores.
Los vestidores era una gran habitación que estaba al fondo del pasillo, caminé hasta allí y me di cuenta porque eran tan grandes los vestidores.
Allí mismo era en donde me maquillarían, allí estaban algunas chicas quienes me ayudaron a vestirme, luego me maquillaron y me peinaron, después salí y fui de nuevo a donde estaba Gerald y Leonardo.
“Muy bien hermosa, necesito que te pongas en el centro y me des tu mejor pose”, dijo Gerald guiándome a donde quería que yo estuviera
“Te ves como toda una reina, quiero seas natural, no importa cuál sea tu estilo, si no te gusta sonreír no sonrías, solo quiero que te sientas tu misma ¿Entendido?”, dijo y yo asentí.
“Si”
Él se alejó y empezó a tomarme algunas fotos.
“Eres hermosa, eso es, sigue sonriendo”, dijo moviéndose de un lado a otro para fotografiarme.
Los halagos de Gerald no parecían poner de buen humor a Leonardo y eso hacía que yo sonriera más porque me daba risa su expresión al verlo celoso.
La sesión de fotos continuo casi igual, yo cambiándome de vestidos, allí me maquillaban y me cambiaban de peinado, Gerald me seguía haciendo los mismos cumplidos y Leonardo con rostro de querer asesinarlo.
“Muy bien eso fue todo”, dijo Gerald después de tomar todas las fotos
“Te enviaré las fotos por correo para que tú también las veas”
“Gracias”, dije sonriéndole
En ese momento el celular de Gerald empezó a sonar y se disculpó con nosotros antes de alejarse para contestar su llamada.
“Parece que este día todos se han, propuesto tratarte muy amablemente”, dijo Leonardo forzando una sonrisa en su rostro.
“¿Enserio? No lo había notado”, dije descaradamente.
“Claro, ya puedes subir amor”, dijo Gerald por el celular.
“Después de decirte tantos cumplidos ahora habla con tanta normalidad con su novia”, dijo Leonardo.
“Solo estaba haciendo su trabajo”, dije encogiéndome de hombros.
En ese momento vimos como subía otro hombre por las gradas, cuando Gerald lo vio le sonrió y luego ambos se besaron.
“Entonces al parecer no intentaba robarme mi novia”, dijo Leonardo en voz baja, vi como are sus mejillas se enrojecían un poco”
“Creo que dejare de ser tan paranoico”.
“Si, deberías de dejar de ser tan paranoico”, dije mirándolo con una sonrisa burlona.
…
El día que salió mi entrevista la empresa me envió una revista a mi casa para que no tuviera que comprar una.
Leonardo quien fue el primero en despertar se dio cuenta de la revista que estaba en la puerta de mi departamento, salió y la agarro, grite de la emoción cuando me vi en la portada.
Leonardo me leyó todo el artículo de cinco páginas que hablaba de mí, estaba muy feliz y emocionada.
“Felicidades”, dijo abrazándome.
“Gracias”, dije abrazándolo más fuerte.
“Quien diría que la chica que conocí tocando en un pequeño bar de Nashville se convertiría en una gran pianista famosa”, dijo Leonardo antes de darme un beso.
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