El innombrable vive en New York -
Capítulo 85
Capítulo 85:
Nos quedamos unos minutos en silencio, empezaba a desesperarme por estar aquí y la presencia de Leonardo no estaba ayudando en algo.
Ya había pasado mucho tiempo parada y sabía que eso no sería bueno para mi tobillo, empecé a deslizar mi espalda por la pared del ascensor hasta llegar al suelo en donde me senté y estire mis piernas.
“¿Estás bien?”, preguntó un poco preocupado.
“Si, solo no puedo estar mucho tiempo de pie”, dije sincera.
“¿Y qué te sucedió?”, dijo sentándose en el suelo al igual que yo.
“Ya te dije que me caí de un barranco”.
“Pensé que era una broma, ¿Cómo sucedió?”, pregunto interesado.
Lo miré y sabía que no dejaría de insistir hasta que le dijera, suspire cansada.
“Estaba corriendo y no me fije el vacío que estaba frente a mí”, dije.
“¿Cómo saliste de allí?”
Sonreí un poco al recordar a Jared.
“La persona que me acompañaba me ayudó a salir”, dije todavía sonriendo.
“Ah” se limitó a decir.
“Y… ¿Cómo has estado?”, pregunté en voz baja.
“Deje de ir un tiempo a la empresa, no podía estar allí porque recordaba a Bradley, ¿Te imaginas que dirían los demás si ven llorando a su jefe?”, dijo y yo asentí
“Rompí las relaciones con Strike Enterprises y empecé a buscar una forma para llegar al mercado de Europa, ¿Recuerdas que estaba buscando eso cuando todavía trabajabas conmigo?”
“Si, lo recuerdo”, dije asintiendo.
“Hice algunos contratos con varias empresas que le han ayudado a mi empresa, pero al que le apuesto más es a este”, dijo mirándome.
“Espero que logres resolver las cosas en tu empresa”, dije sincera.
“Espero que ustedes también logren que su modelo tenga éxito”, dijo mirándome a los ojos.
Yo le di una media sonrisa mirándolo directamente a los ojos, él me sonrió de la misma forma y por primera vez ambos éramos capaces de mirarnos a los ojos sin sentir resentimiento.
A pesar de que sus labios no decían nada podía notar como su mirada decía miles de cosas, las cosas que no éramos capaces de decir.
Odiaba admitirlo, pero todavía amaba a Leonardo, odiaba este sentimiento porque sabía que esto no nos llevaría a ningún lugar.
Y sin embargo aquí estamos de nuevo, juramos tantas veces que no nos volveremos a ver y sin ni siquiera buscarnos el destino nos vuelve a poner una vez más juntos.
¿Acaso este hombre nunca saldrá de mi vida? ¿Acaso no es suficiente vivir del otro lado del mundo? Porque todavía así Leonardo sigue apareciendo una y otra vez en mi vida.
Sin algún aviso alguno, ambos empezamos a acercarnos, mi mente quería detenerse, pero mi corazón gritaba a todo pulmón que le hiciera caso,
Podía sentir la respiración de él muy cerca de mi rostro, cuando pensé que estábamos a punto de besarnos la luz del ascensor volvió y se empezó a mover hasta el piso al que antes nos dirigíamos.
Leonardo se levantó del suelo y luego me ayudo a pararme.
“Gracias” – dije al mismo tiempo que la puerta del ascensor se abrió.
“¡Olivia!”, dijo la voz de Jared.
Me giré para verlo, su expresión era de preocupación, salí del ascensor y él me abrazó.
“Estaba muy preocupado”, dijo mientras acariciaba mi cabello.
“Estoy bien”, dije con una media sonrisa.
Mientras Jared me abrazaba vi como Leonardo pasaba a nuestro lado muy cerca, se dio la vuelta para verme vi como sus labios se abrieron como a punto de decir algo pero no dijo nada.
Se dio la vuelta y salió de la empresa, se subió a su auto rojo el cual todavía tenía el rayón que yo le había hecho.
Mientras Jared me abrazaba me decía lo mucho que había estado preocupado, pero sinceramente creo que no le ponía atención, solo pensaba en Leonardo
¿Realmente lo habría besado si el ascensor no hubiera empezado a funcionar?
…
“Espero que logres resolver las cosas en tu empresa”, dijo Olivia mientras sonreía con sus labios cerrados.
“Espero que ustedes también logren que su modelo tenga éxito”, dije mirándola a los ojos.
Ni siquiera podía pasar un momento a su lado sin querer corres a sus brazos y abrazarla, ahora mismo quería abrazarla y decirle cuanto la amo
¡Maldita sea la amo!
Empecé a acercarme a ella y no sé si solo yo era quien se acercaba o ella también lo empezó a hacer porque la distancia se empezó a acortar entre nosotros dos rápidamente.
Sé cuánto me odia ella desde que acepte el maldito compromiso y sé que jamás me lo perdonara.
El día que me despedí de ella en el cementerio sentí como quebrara un jarrón de cristal en mi corazón y empezara a meterme cada uno de esos cristales en el corazón.
No sé si es una maldita conspiración contra nosotros, pero ni siquiera fue mi intención buscarla en Italia, porque ni siquiera sabía que ella estaría allí.
Ni siquiera yo mismo podía creer que su nombre estuviera entre todos los invitados de esa noche, pero cuando la vi junto a Iván fue como si todas las personas hubieran desaparecido por un momento.
Quisiera decirle cuanto la amo, tomarla de la mano y desaparecer junto a donde nadie nunca nos encuentre, pero al final del día siempre recuerdo que yo fui el traidor.
Las luces del ascensor regresaron y el ascensor empezó a bajar, cerré los ojos con fuerza maldiciendo este momento y deseando que hubiéramos tenido al menos un minuto más.
Me paré y la ayudé a levantarse
“Gracias”, dijo con una media sonrisa.
Estaba a punto de decirle algo cuando alguien nos interrumpió.
“¡Olivia!”, dijo la voz del mismo hombre que había estado con ella en mi fiesta de compromiso.
Ella salió del ascensor y él la abrazo fuertemente.
“Estaba muy preocupado”, dijo, cuando me vio detrás de ella empezó a acariciaba su cabello.
Pasé a su lado y empecé a caminar hacia la salida de la empresa, me detuve por unos segundos y la miré a ella quien también me estaba viendo al mismo tiempo.
Me quedé allí parado a punto de gritarle que la amaba, estuve a punto de hacerlo, pero no podía hacerlo, no ahora que ella ya había encontrado alguien mejor que yo.
A pesar de que me dolía verla en los brazos de alguien más, sabía que todo esto había sido mi culpa, toda la maldita culpa era mía
Me di la vuelta y caminé hacia mi auto, me subí y empecé a manejar de regreso a mi empresa.
…
“¡Ah!”, dije gritando de la emoción.
No podía creer que finalmente el gran teatro de Sidney estuviera frente a mí, debido a que ya empezaba a oscurecer y las luces del teatro estaban encendida lo hacía ver aún más hermoso.
El auto que nos había traído del aeropuerto al teatro nos dejó a la orilla de la calle y nosotros teníamos que caminar un poco más hasta llegar al teatro.
Todos estábamos emocionados por estar aquí, quizás el único que no estaba tan emocionado como nosotros era Jared porque él ya había tocado muchas veces aquí antes, sin embargo, el equipo y yo nunca habíamos estado aquí.
Desde afuera del teatro podía escuchar algunos violines, ni siquiera había entrado y mi piel ya se empezaba a estremecer.
Después de mi viaje a Nueva York había estado haciendo muchas terapias para que mi pie se recuperara más rápido y no tuviera ningún problema cuando viniera a Australia.
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