Capítulo 84:

Cuando entre vi a Iván hablando con Leonardo, ambos se giraron al verme, Iván me miró con una gran sonrisa que desapareció al ver que no podía caminar bien.

“¿Qué te sucedió Olivia?”, preguntó preocupado.

“Solo me torcí el tobillo, no es nada grave”, dije en voz baja para que no nos escuchara Leonardo quien también nos miraba muy atento.

“Olivia me tuviste que haber dicho, no te habría obligado a venir en ese estado”, dijo Iván frunciendo el ceño.

“Olvídalo, ya estoy aquí, hagamos lo que tenemos que hacer”, dije restándole importancia.

Él me miro no tan convencido por mis palabras, pero acepto, de todas formas, no podía hacer nada más si yo ya estaba aquí.

Me senté junto a Iván en la gran mesa de juntas, Leonardo se sentó del otro extremo con un abogado estaba leyendo algunas cosas sobre el acuerdo a pesar de que ambas empresas ya sabían de qué se trataba el acuerdo solamente lo volvían a releer parque ahora todos estábamos presentes.

Al final cuando todos aceptamos que todo estaba bien nos dieron los documentos que debíamos de firmar, primero firmó Leonardo quien después deslizo el papel por la mesa para que lo tomará Iván y también firmara, por último, firme yo.

A pesar de que mi expresión por fuera era seria, en mi interior estaba muy alegre, mi nombre y m firma al fin estaba en un documento muy importante de la empresa, termine de firmar y luego metieron esos documentos en una carpeta de nuestra empresa.

“Ha sido un verdadero placer firmar con usted Señor Spinter”, dijo Iván levantándose para darle la mano, Leonardo también se levantó.

“Lo mismo digo Iván”, dijo estrechando su mano mientras sonreía de lado.

Empecé a despedirme del equipo de Leonardo, quienes me sonreían amablemente cuando estrechábamos nuestras manos, por último, estaba Leonardo, pero él estaba hablando con Iván así que decidí que no los interrumpiría y empecé a caminar hacia la li salida.

“Olivia”, dijo Iván llamándome

“¿Ya te vas?”

“Si solo vine hasta aquí por esto”, dije dándole una media sonrisa.

“El Señor Spinter y yo iremos a almorzar y hablaremos sobre algunos asuntos de la empresa ¿Nos acompañas?”, preguntó Iván

Podía sentir la mirada intensa de Leonardo sobre mí, pero ni siquiera lo miré a él.

“Lo siento, pero alguien me está esperando”, dije sonriéndole.

“Está bien, entonces…” en ese momento el celular de Iván empezó a sonar

“Discúlpenme un momento”, dijo mirándonos a Leonardo y a mí, salió de la sala y nos dejó solos.

Leonardo se acercó a mí y si hubiera podido correr en este momento lo habría hecho para no estar con él

“Un gusto haber hecho negocios con usted Señor Spinter”, dije estirando mi mana, él me sonrió lado.

¡Aquí vamos de nuevo con su maldita sonrisa!

“También fue un gusto firmar para su empresa Señorita Baldinelli”, dijo tomando mi mano.

“Si me disculpa tengo que retirarme”, dije dándome la vuelta, pero su voz de nuevo me detuvo.

“¿La están esperando?”, dijo con su tan típico tono burlón.

“Buenas tardes, Señor Spinter” me limite a decir.

Camine de nuevo hacia la puerta, pero ni siquiera logre llegar hasta ella cuando sentí como Leonardo tomó mi mano y la paso por su brazo.

“La ayudaré a caminar hasta su destino”, dijo abriendo la puerta.

“Vaya, cuanta amabilidad Señor Spinter”, dije con un tono sarcástico.

“¿Por qué nunca me habló sobre su hermano cuando trabajó conmigo?”, dijo mientras caminábamos por el pasillo

“¿Era necesario?”, dije alzando una ceja.

“Solo me parece extraño que siendo una gran accionista haya trabajado como mi asistente durante casi un año”, dijo.

“Créame, yo estoy igual de arrepentida que usted”, dije antes de que él apretara el botón del ascensor.

“Yo no estoy arrepentido”, dijo con una media sonrisa.

“Mm, ya veo”.

Las puertas del ascensor se abrieron.

“No es necesario que siga acompañando, puedo yo sola…” me ignoro completamente y entró conmigo al ascensor.

Quería gritarle y decirle que diablos pretendía, pero claro, ahora somos socios.

“¿Qué te sucedió en el pie?”, dijo mirándome preocupado una vez las puertas del ascensor se cerraron.

Lo miré un poco incrédula al notar que ya no me trató de usted, pero lo ignoré.

“Me caí de un barranco”, dije como si fuera lo más normal.

“¿Qué?” exclamo asustado.

De repente las luces del ascensor se apagaron y el ascensor también dejo de moverse, escuché la risita de Leonardo.

“Parece que el destino quiere que pasemos más tiempo juntos”, dijo en medio de la oscuridad.

Me acerque hasta donde estaban los botones del ascensor y empecé a presionar el botón del piso hacia donde nos dirigíamos, pero no sucedió nada, parecía como si no hubiera luz.

Saqué mi celular y le hablé a Iván.

“Iván estamos en problemas”, dije cuando él me contestó.

“¿Dónde estás?”, preguntó.

“En el ascensor, pero dejó de funcionar y ahora estoy encerrada junto con el Señor Spinter”, dije.

“M!erda” bufo

“Lo resolveré, por favor has todo lo posible para que el Señor Spinter no se enfade”

“¿Y quién se encargará de que yo no me y enfade?”, dije frunciendo el ceño.

“¡Olivia por favor!”, dijo Iván.

“Está bien”, dije rodando los ojos antes de colgar la llamada.

“Me cae bien tu hermano”, dijo Leonardo.

“Mm”, dije prácticamente ignorándolo.

“Normalmente se tardan una hora en solucionar estos problemas, ya me he quedado encerrado en la empresa”, dijo mientras que seguía viendo hacia la puerta esperando que milagrosamente se abriera ella sola

“Así que deberíamos de aprovechar bien nuestro tiempo, puedes hablar si quieres decir algo” yo lo mire con el ceño fruncido.

“No tengo nada que decirte”, dije y él rio.

“Está bien” aclaro su garganta

“Debo de admitir que me sorprendió verte en Italia pensé que eras la asistente de Iván, no me imagine que tú eras una accionista de su empresa”, dijo Leonardo.

“Ya veo”, dije cortante.

“¿Por qué nunca lo mencionaste?”, preguntó curioso.

“¿Por qué lo habría mencionado?”, dije alzando una ceja

“¿Acaso eso habría cambiado tu decisión de compromiso?”

Ni siquiera fue mi intención de decir eso pero cuando me arrepentí ya era demasiado tarde.

“Creo que ahora que estas en el mundo de los negocios entenderás mejor mi decisión”, dijo Leonardo

“Si lo que buscas es una excusa, no creo que la encuentre”, dije.

“Lo sé”, dijo asintiendo con la cabeza

“Pero entenderás mejor mi decisión”, dijo serio.

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