Capítulo 76:

“Gracias”, dije sonriendo con los labios cerrados

“¿Cuáles son sus nombres?”, pregunté interesada.

“Soy Raúl el líder de este equipo”, dijo un hombre de tez morena muy alto, vestía un jeans negro y una camisa negra

“Ellos son Tony, Lukas, Ed y Esteban”, dijo señalando a cada uno cuando decía su nombre.

“Es un gusto conocerlos”, dije sonriéndoles a todos.

“Es un placer trabajar con usted Señorita Baldinelli”, dijo Lukas.

“Espero que no los haya obligado mi hermano a que me sigan a todos lados”, dije con tono burlón.

Camine hacia la parte trasera de mi auto para sacar las maletas del baúl.

“No se preocupe por eso, nosotros llevaremos su equipaje”, dijo Tony.

“Gracias, son muy amables”, dije sonriéndoles a todos.

Caminé hacia el avión y me subí. Iván era un maldito loco, había comprado un avión bastante lujoso, esto realmente era un sueño hecho realidad y lo mejor de todo es que esto era mío.

“Buenos días, Señorita Baldinelli, ¿Quiere beber un poco de champagne?”, me preguntó la aeromoza acercándose con una bandeja que contenía una copa.

“Si, gracias”, dije sonriéndole.

Antes de que el avión despegara aproveche a llamarle a Iván.

“¿Disfrutas del avión?”, dijo, podría jurar que su tono de voz ahora mismo estaba sonriendo.

“¿Iván por qué enviaste a tantas personas para cuidarme?”, dije riendo

“No soy la hija de un narcotraficante como para recibir tanta seguridad”

“Lo mejor para mi hermanita”, dijo riendo.

“M!erda Iván, compraste un avión lujoso”, dije viendo todo el interior del avión.

“Siempre quise uno así” se limitó a decir.

“¿Ya estás en Italia?”, pregunté.

“Si, tus guardaespaldas te traerán hasta el hotel en donde yo estoy”, dijo.

“De acuerdo”.

“¿Recuerdas cuando éramos pequeños y solíamos imaginar que éramos millonarios y viajábamos en aviones privados?”, dijo haciendo que yo sonriera al recordar esos momentos.

“Si, lo recuerdo”

“Pues ya no es un sueño, ahora es realidad”.

Después de colgar la llamada a los pocos minutos entraron los hombres de seguridad, ellos se fueron a otra parte del avión a pesar de que yo les dije que no hacía falta que se fueran.

El vuelo no sería tan largo, apenas serían alrededor de dos horas cuando ya estaríamos tocando la tierra italiana.

Mi papá es italiano he allí la razón de mi apellido Baldinelli, vivió desde que nació hasta los 17 años en Italia.

Luego se fue a E$tados Un!dos a estudiar en la universidad y allí conoció a mi mamá, ambos se enamoraron, ambos terminaron sus carreras, se casaron y nos tuvieron a Iván y a mí.

A pesar de mis raíces italianas jamás he estado en ese país en mi vida, así que estaba un poco emocionada por conocer Italia y lo que más anhelaba hacer es comer pizza.

Había tomado dos vasos de jugo de naranja y ellos ya querían salir de mi organismo, me levanté del asiento y fui hasta el baño del avión.

Vi que la mayoría de mis guardaespaldas estaban con los ojos cerrados mientras escuchaban música, decidí caminar en silencio para no interrumpirlos, entre al baño y cuidadosamente cerré la puerta del baño.

“¿Cuánto tiempo falta para aterrizar?”, pregunto uno de los hombres.

“Media hora”, dijo Raúl.

“Digan y ¿Quién es ella?”, preguntó Tony.

“Es la mayor accionista de Bandome Corporation”, dijo Raúl

“Y también la hermana menor de Iván Baldinelli”.

“Es muy bonita”, dijo Tony haciendo apretara mis labios para no reír.

“¿Creen que este soltera?”, dijo Lukas.

“No lo creo, solo mírala ¿Quién no quisiera estar con ella?”, dijo Esteban.

“¿Vieron lo amable que es con nosotros? Hasta nos invitó a sentarnos con ella en la parte delantera del avión, por un momento sentí como mi corazón se conmovió”, dijo Ed haciendo que mis ojos se alargaran son mi sonrisa.

“Es la primera mujer rubia que conozco que no es cruel con las personas”, dijo Lukas riendo.

“Raúl hubieras dejado que nos sentáramos allá adelante con ella”, dijo Ed.

“Deja de decir tonterías”, dijo Raúl riendo.

“Quiero una copa de champagne”, dijo Esteban.

“Estamos trabajando no estamos de vacaciones Esteban”, dijo Raúl en tono burlón.

“Pero igual, quiero una copa” repitió Esteban.

Cuando ya había terminado de orinar me lavé las manos y abrí la puerta del baño, cuando ellos me vieron parecía que habían visto un fantasma, todos estaban tan pálidos como una página de papel.

“¿Entonces quieres una copa de champagne Esteban?”, pregunté, él ni siquiera dijo nada.

Llamé a la azafata y le pedí una copa de champagne para Esteban y me despedí de ellos, ni siquiera me volvieron a hablar de lo avergonzados que estaban.

Cuando llegamos al hotel me di cuenta de que había muchas personas fuera del hotel o mejor dicho paparazis, ahora entendía porque Iván me había pedido guardaespaldas.

Había tantas personas que sería casi imposible que yo llegara a la puerta del hotel sin recibir empujones o golpes de todas esas personas.

“¿Por qué hay paparazis?”, pregunté muy sorprendida.

“Hay muchos empresarios muy famosos que asisten a este evento”, dijo Raúl.

Esteban manejaba la camioneta negra, él se estaciono frente a la entrada del hotel, automáticamente los paparazis empezaron a tomar fotos a la camioneta.

“Debería de usar esto”, dijo Ed dándome unos lentes de sol

“Los flashes de la cámara la pueden cegar o marear un poco”. Yo asentí con la cabeza y me puse los lentes.

Raúl les dio unas señales a todos y ellos se bajaron antes para alejar a los paparazis de la camioneta, Tony abrió la puerta de la camioneta y yo me baje.

Todos los paparazis empezaron a tomarme fotos, menos mal que estaba usando lentes porque los flashes si eran bastante molestos.

Ni siquiera sé porque me tomaban fotos no soy una persona famosa.

Una vez entre al hotel todo era paz y tranquilidad, a los pocos minutos entró Esteban con mis maletas y nos acercamos a la recepción, él dio mi información y nos dieron una tarjeta que era la llave de la habitación. Subimos por el ascensor hasta el piso en donde estaba mi habitación.

“Esta es su habitación”, dijo Esteban abriendo la puerta.

“Gracias”, dije sonriéndole.

Él dejo mis maletas en la entrada de la habitación, se despidió de mí y se fue.

Arrastré mis maletas para dejarlas junto a la cama. Iván me envió un mensaje diciéndome que había salido del hotel para reunirse con unas personas y que regresaría por mí en la noche para el evento.

Me cambié de ropa y me puse una más cómoda, salí de la habitación y me encontré con Esteban quien parecía custodiar mi puerta.

“Me gustaría salir y conocer un poco la cuidad”, le dije y él asintió, se comunicó por el micrófono con los demás y bajamos al lobby del hotel, pero estaba vez salimos por otro lado que estaba vacío para que los paparazis no nos molestaran.

Mis guardaespaldas me llevaron a los lugares más famosos y que estaban cercanos al hotel, cuando ya casi se acercaba la hora del evento regresamos al hotel para que yo me pudiera vestir y que no llegáramos tarde.

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