Capítulo 75:

De camino a la caja pasé por el pasillo de los vinos, desde que vivía en Francia me había vuelto una amante de los vinos, no pude evitar comprar una botella de champagne Dom Pérignon.

Cuando estuve de regreso en mi departamento me puse un delantal y empecé a cocinar, mientras cocinaba cantaba las canciones que se iban reproduciendo en mi celular, era muy divertido pasar de cantar una canción muy feliz a cantar una muy triste

A las 7:30 pm corría muy apresurada de un lado a otro mientras me ponía un lindo vestido para la cena, cuidaba que la comida no se quemara y me apresuraba a cambiarme porque de seguro Jared no tardaba en llegar.

Después de casi romper mis medias negras me puse mis tacones y corrí de regreso a la cocina para comprobar de que la carne no se estuviera quemando, cuando me aseguré de que la comida estaba lista apague el fuego y regrese a mi habitación para arreglar mi cabello.

Estaba poniéndome mi labial rojo favorito cuando escuché que sonó el timbre, terminé de ponerme mi labial y fui hasta la puerta para abrirla.

“Salut Jared”, dije pronunciando las pocas palabras que conocía en francés, él me sonrió.

“Salut Olivia”, dijo sonriéndome

“Tu es tres belle” parpadee un par de veces tratando de entender lo que acababa de decir, él rio al darse cuenta de que no había entendido nada

“Luces muy hermosa esta noche”, dijo haciendo que me sonrojara un poco.

“Gracias”, le sonreí.

“Las compré para que nos acompañen en tu mesa”, dijo mostrándome un ramo de flores que antes estaba escondiendo detrás de su espalda.

“Son muy hermosas, gracias”, dije tomándolas

“Por favor entra”, dije apartándome de la puerta.

Jared entró al departamento y yo fui a la cocina para tomar un jarrón y poner las flores allí.

“Sin duda alguna la mejor vista de Paris”, dijo Jared.

“Lo sé, la Torre Eiffel se ve muy hermosa desde la terraza”, dije dándome la vuelta para poner el jarrón en la mesa, me di cuenta de que Jared no miraba la terraza, sino que me miraba a mí

“¿Si hablábamos de los mismo?”, dije mirándolo un poco incrédula, él solo rio negando con la cabeza.

Jared me ayudó a llevar los platos a la mesa, encendí unas velas y las puse sobre la mesa.

“Dom Pérignon”, dijo tomando el vino que estaba en la cocina.

“¿Puedes abrirlo por mí? Soy muy tonta haciendo eso”, dije haciendo un puchero.

“¿Tienes un sacacorchos?”, preguntó viendo hacia todos lados en la cocina.

“No, olvidé comprar uno”, dije preocupada.

“Lastima, tendremos que abrirlo otro día”, dijo colocando la botella sobre la superficie del mueble de la cocina.

Fui a la cocina y empecé a buscar un encendedor en la cocina, por suerte había uno en los gabinetes.

Incliné un poco la botella y puse la llama en el cuello de la botella poco a poco el corcho del vino fue moviéndose hasta que finalmente pude sacarlo yo sin problema alguno con mis manos.

“Eso fue increíble ¿Quién te enseño a hacer eso?”, dijo Jared muy sorprendido al ver que había logrado abrir la botella.

Abrí un poco mis labios para contarle quien me había enseñado, pero me detuve para pensar mejor mi respuesta.

“Mi papá, él solía comprar vino de uvas para navidad”, mentí.

“Tu padre debe ser un amante del vino”, dijo Jared quitándome la botella para servir un poco de champagne en las copas.

“¿Tienes un sacacorchos? – pregunto Leonardo mientras sacaba un vino de las bolsas que había traído.

“No”, dije y él se quedó pensando algunos segundos.

“¿Tienes un encendedor?”, pregunto y yo asentí, fui a la cocina y lo traje.

Puso la llama del encendedor en el cuello de la botella y a los pocos minutos el corcho había salido volando, yo lo mire sorprendida.

“No sabía que se podía abrir un vino de esa forma”, dije sorprendida.

“Recuerdo que una vez en una boda el camarero había olvidado llevar el sacacorchos para abrir el vino, entonces mi padre saco su encendedor de su bolsillo y lo abrió, quede igual de sorprendido que tú”, dijo.

Jared y yo empezamos a disfrutar de la cena, él me dijo que le había disfrutado mucho de la cena, cuando terminamos de comer tomamos nuestras copas y fuimos a la terraza para disfrutar de la vista de la Torre Eiffel por la noche.

“Es más hermosa por la noche”, dije refiriéndome a la Torre Eiffel.

“Sí” admitió viendo hacia la misma dirección en donde yo miraba

“Brindemos”, dijo y yo me giré para verlo.

“¿Por qué quieres brindar? Jared me miro pensativo por unos segundos y luego habló.

“Brindemos por tu nuevo departamento, brindemos por un nuevo inicio”, dijo levantando su copa.

“Por un nuevo inicio”, dije chocando mi copa con la de él.

Él y yo seguimos disfrutando de la vista, cuando se hizo demasiado tarde él me dijo que se tenía que ir, yo lo acompañé hasta la puerta para despedirme de él.

“Buenas noches”, dije recargando mi peso en el marco de la puerta.

“Buenas noches, Olivia”, dijo mirándome con una sonrisa.

Como ya era costumbre me despedí de él con un beso en la mejilla, uno de los dos movió su rostro antes y deposité mi beso por accidente en la comisura de sus labios, lo miré muy avergonzada.

“Lo siento, no fue mi…” mis palabras quedaron en el aire cuando Jared se acercó a mí y me beso en los labios.

Cuando nos separamos ambos nos sonreímos.

“Buenas noches Olivia”, dijo una última vez antes de irse.

Había pasado una semana desde mi beso con Jared, cada vez que estaba con él y empezaba a coquetear conmigo empezaba a sentir las famosas mariposas en el estómago.

No había sucedido nada más entre nosotros dos, pero de cierta forma ya sabíamos que hay algo entre ambos.

El evento del que me había hablado Iván era el día de mañana así que tendría que ir al aeropuerto y tomar por primera vez ´Nuestro` avión privado.

El día de ayer había ido a una tienda de vestidos y compre un vestido largo blanco con un escote en la espalda y uno menos pronunciado al frente, tenía algunas cintas grises con pequeños diamantes al frente que formaban una ´T` en todo el frente de mi pecho.

La falda del vestido esa bastante floja con una abertura en donde se veía mi pierna izquierda.

Empaque toda mi ropa para mi viaje a Italia y luego empecé a conducir hasta el aeropuerto, ya me había acostumbrado a vivir en Francia y ya conocía la mayoría de las calles de la cuidad.

Mientras conducía en la carretera bajé toda mi ventanilla mientras escuchaba a todo volumen una de mis canciones favoritas de los 2000.

“I don’t mind spendin’ everyday, out on your, corner in the pourin’ rain, look for the girl, with the broken smile, ask her if she wants to stay a while, and she will be loved, and she will be loved”.

Siempre había querido experimentar esta sensación, conducir sola por la carretera mientras escuchaba a todo volumen mis canciones favoritas y literalmente gritar cada una de las letras de la canción, es una sensación que no tiene comparación, se siente bastante emocionante.

Cuando llegue al aeropuerto vi el avión esperando por mí, me estacioné a unos metros del avión y me baje, me sorprendí al ver que Iván hasta me había enviado guardaespaldas, para ser exactos, 5 guardaespaldas.

“Buenos días, Señorita Baldinelli”, dijo uno de los guardaespaldas

“Nosotros cuidaremos de su seguridad durante su viaje a Italia”.

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