Capítulo 69:

Cuando llegue a la arena empecé a caminar más lentamente porque mis tacones se hundían en la arena, me quite los zapatos y empecé a caminar más rápido para alejarme de él.

“Sé que en tu interior me sigues amando como yo te amo a ti”, dijo detrás de mí.

“¡No quiero estar contigo!” exclame mientras empezaba a correr.

Ni siquiera llegue tan lejos cuando Leonardo me había alcanzado, se puso frente a mí y me tomo de ambas manos, esta vez no ejercía fuerza, solo me sostenía para detenerme.

“Olivia por favor escúchame”, dijo con la voz agitada por tanto correr

“¡Te he escuchado suficientes veces!” grite.

“¡Renunciaré a todo por ti Olivia!” exclamo

“¡Lo dejaré todo!”

“¿Por qué no pensaste eso antes de hacerme tanto daño? ¡Eres un maldito egoísta y ambicioso Leonardo!”, dije empujándolo

“¿Alguna vez te detuviste a pensar en mi o en el daño que me harías?”

“¡Lo hice!” exclamo, el celular de Leonardo empezó a sonar, pero él lo ignoró.

“Eres un maldito mentiroso”, dije mirándolo con odio

“En lo único que piensas es en ti mismo y tu maldita compañía”, dije señalándolo

“¡Espero con todas mis fuerzas que alguien rompa tanto tu corazón que recuerdes este preciso momento!”

Su celular volvió a sonar, solo miró la pantalla del celular y colgó la llamada.

“¡Entonces rómpelo tú misma!”

“¡Te odio Leonardo Spinter! ¡Te odio con todo mi corazón!”, dije dándole golpes a su pecho.

El celular de él volvió a sonar por una tercera vez, él contestó la llamada de mala gana.

“¿Qué sucede Bradley?”, dijo notablemente enfadado, su expresión cambió en cuestión de segundos

“¿Bradley?”, dijo un poco asustado

“¡Bradley!”

Leonardo no dijo nada más y corrió hacia la casa, yo lo empecé a seguir rápidamente.

“¿Le sucedió algo a Bradley?”, pregunte preocupada.

“No lo sé, me llamo pidiendo ayuda y creo que se ha desmayado porque no me contestó”, dijo corriendo preocupado hacia la mesa en donde estaban las llaves del auto.

Ambos corrimos hacia el auto y nos subimos, con una maniobra rápida retrocedió rápidamente dando vuelta para salir de la propiedad, empezó a manejar rápidamente.

“Llamaré una ambulancia para que llegue al departamento de Bradley”, dije, pero él ni siquiera me respondió, se veía muy preocupado.

Después de dar los datos necesarios del departamento de Bradley me dijeron que estarían allí lo antes posible.

“Marca este número y diles que necesito un helicóptero listo en 10 minutos”, dijo desbloqueando rápidamente su celular y señalándome un número.

Yo simplemente asentí e hice lo que Leonardo me había ordenado.

“Lo siento señorita, el helicóptero del Señor Spinter está en mantenimiento ahora mismo”, dijo la voz de un hombre.

“¡El Señor Spinter necesita un maldito helicóptero ahora mismo!” grite enfadada.

“Está bien, en seguida”, dijo el hombre balbuceando.

Llegamos al helipuerto que estaba cerca de Rhode Island, tardaron alrededor de 10 minutos en que el helicóptero despegara.

Bradley al ser una persona rica tenía un hospital especial en donde siempre lo atendían ante cualquier situación, ahora nos dirigíamos a toda velocidad hacia ese hospital.

A pesar de que por todo el camino Leonardo había reprimido las ganas de llorar no pudo aguantarlo más y empezó a sollozar como un niño pequeño.

Mi corazón se partió en mil pedazos al verlo deshecho de esa forma, tomé su cabeza y la acerqué a mi cuello, él inmediatamente me abrazó y empezó a llorar más sobre mi hombro.

“Tranquilo, todo estará bien”, dije acariciando su cabeza.

Cuando al fin llegamos al hospital Leonardo entró desesperadamente, ambos empezamos a correr por los pasillos hasta llegar a la recepción en donde él preguntó dónde estaba su hermano, la enfermera nos llevó hasta la habitación en donde se encontraba Bradley.

Mi corazón se partió en mil pedazos al verlo, todo su cabello se había caído, se veía mucho más delgado desde la última vez que lo vi, sus ojos se veían muy cansados y debajo de ellos los acompañaban unas grandes ojeras casi negras.

Bradley cuando nos vio entrar a la habitación nos sonrió de lado con los labios cerrados.

“Lo siento por no contestar antes hermano”, dijo Leonardo entre lágrimas

“Soy un imbécil”.

“Lo sé”, dijo Bradley con la voz ronca, Leonardo sonrió un poco.

“Pensé que no los volvería a ver”, dijo Bradley haciendo que mis ojos se cristalizaran.

“Venimos aquí lo más rápido que pudimos”, dije tratando que mi voz no se quebrara.

“¿Cuándo ocurrió lo de tu cabello?”

“Hace unos días estabas bien”, dijo Leonardo.

“Llevo mucho tiempo utilizando peluca”, dijo tratando de acomodarse en la camilla, hizo un movimiento con su mano e hizo una mueca de dolor porque el catéter de su mano lo molestaba.

“Déjame ayudarte”, dije acercándome a él, moví la almohada que tenía debajo de su cabeza, Leonardo lo ayudó a que levantara el peso de su cuerpo y así recostara su espalda en la almohada y estuviera sentado.

“Me alegra que tú también está aquí”, me dijo Bradley mirándome con una media sonrisa.

“Yo también estoy feliz de verte”, dije tomando su mano.

La puerta de la habitación se abrió y entró un doctor.

“Me alegra que haya venido Señor Spinter”, dijo el doctor mirando a Leonardo

“Si quiere podemos hablar en otro lugar”, dijo, Leonardo asintió.

“Por favor hablen aquí, yo también quiero escuchar”, dijo Bradley.

El doctor miro un poco dudoso a Leonardo, pero él le hizo un gesto con la cabeza como diciéndole que no había problema y que hablara.

“El cuadro de Bradley es muy delicado, sufrió una crisis respiratoria, de no haber sido por los paramédicos que llegaron a su departamento quizás él ya no estaría aquí.

“Uno de sus pulmones poco a poco se ha empezado a debilitar más y más es probable que en cualquier momento deje de trabajar por completo y él puede tener otra crisis respiratoria de la cual será muy difícil estabilizarlo, nosotros haremos todo lo posible para que eso no suceda, pero también quiero que sepan los riesgos”, dijo viéndonos a todos.

“¿Entonces solo me quedan algunos días de vida?”, dijo Bradley, aunque era una pregunta se escuchó más bien como una afirmación.

“El tiempo puede ser relativo, no sabemos exactamente cuánto puede ser”, se limitó a decir el doctor

“Con su permiso me retiro”.

“Gracias”, dijo Leonardo.

El doctor se fue y la habitación se quedó en completo silencio.

Ahora mismo no quisiera que el tiempo siguiera con su curso, quisiera que el tiempo se congelara para que a Bradley no le ocurriera nada malo.

Sabía que la salud de él estaba muy delicada y siempre trataba de ignorarlo para no pensar en este momento.

“¡Bradley!”, dijo una voz de una mujer entrando desesperada a la habitación.

Cuando la vi claramente vi que era Carolina, él la abrazó fuertemente y le dio un beso en la mejilla.

“Creo que los deberíamos dejar a solas”, le dije en voz baja a Leonardo y él asintió.

“Los dejaremos a solas”, dijo Leonardo antes de salir de la habitación.

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