El innombrable vive en New York -
Capítulo 68
Capítulo 68:
A lo lejos podía ver el mar, sabía que estábamos muy lejos de la cuidad, pero no esperaba que fuera tanto, según tenía entendido desde donde yo vivía antes con Leonardo, la playa más cercana estaba a cuatro horas de viaje.
“¿No preguntaras en dónde estamos?”, pregunto mirándome por el rabillo del ojo.
“Ni si quiera me lo dirías”, dije cruzándome de brazos.
“Cierto”, dijo sonriendo de lado.
Ambos nos quedamos en silencio. Nos empezábamos a acercar más a la playa, vi un gran cartel publicitario al que ni siquiera le presté atención, lo que más me sorprendió fue lo que decía
[Bienvenido a Rhode Island]
“M!erda”, dije inmediatamente me tapé la boca, Leonardo empezó a reírse a carcajadas.
“¿Qué?”, dijo todavía riendo.
“Leonardo ¿Qué estamos haciendo en Rhode Island?”, dije asustada.
“Pasar un buen tiempo juntos”, dijo tranquilo.
“Leonardo estás loco”, dije mirando por la ventanilla asustada.
“Loco por ti”, dijo haciendo yo pusiera los ojos en blanco.
Leonardo disminuyó la velocidad del auto mientras nos acercábamos a una gran mansión a la orilla del mar, se detuvo por completo cuando llegamos al portón de la propiedad.
Este se abrió automáticamente y entramos a la propiedad, si no fuera porque Leonardo está a mi lado estaría literalmente con la boca abierta, este lugar es enorme y muy hermoso.
“¿Si abro la puerta no intentaras escapar?”, dijo apagando el auto.
“Tal vez”, dije cruzándome de brazos y viendo hacia otro lado.
Escuche su risita ronca, abrió la puerta de su lado y se bajó, rodeó el auto y abrió la puerta de mi lado.
“Bienvenida señorita”, dijo dándome la mano para que me bajara, no la tomé y me baje yo sola.
“¿Así conquistas a las mujeres?”, dije alzando una ceja.
“No, trato de ser amable y enviarles flores, pero la mujer que me interesa me tiraría las flores en la cara”, dijo con una media sonrisa.
“Me pregunto por qué”, dije subiendo ambas cejas.
“Pienso volverla a conquistar”, dijo apretando el botón del control del auto para ponerle seguro.
No pude evitar reírme por su comentario.
“Suerte con eso Spinter”, dije mirándolo burlona.
“Vamos”, dijo intentando tomar mi mano.
“Puedo yo sola”, dije apartando mi mano.
“Está bien”, dijo sonriendo con los labios cerrados.
Entramos a la gran propiedad allí nos encontramos con una mujer de al menos unos cincuenta años, ella se presentó como el ama de llaves, yo seguí a Leonardo quien se dirigió hacia una terraza con vistas al mar que estaba al fondo de la casa.
“¿Le gustaría que preparara la mesa aquí en la terraza?”, dijo Mary la ama de llaves.
“Sería una buena idea, hazlo”, dijo mirándola.
“De acuerdo”, dijo ella antes de alejarse de nosotros.
Me acerqué al umbral de la terraza, la vista era hermosa, con el simple hecho de ver la playa allí me daban unas enormes ganas de correr hacia el mar.
Pero luego recordaba mi vestido y las razones por las cuales estaba aquí y hacia que mi idea se descartara automáticamente.
Estaba tan distraída viendo el mar que ni siquiera me di cuenta de que Leonardo me miraba atentamente a unos metros de distancia.
“¿Qué?”, dije mirándolo con el ceño fruncido.
“Te ves muy hermosa”, dijo.
Tuve que mirar a otro lado para que no notara que me sonroje por su comentario.
¡Odiaba sonrojarme en este momento por su culpa!
“Tu novia se miraba mejor”, dije irónicamente.
“Es cierto, creo que a unos de mis amigos le gustó tanto que hasta decidió besarla”, dijo con mi mismo tono.
No sabía si estaba mintiendo o si era verdad, pero igual no decidí preguntar.
Mary y otras personas llegaron a la terraza y prepararon la mesa rápidamente, me senté lo más lejos de Leonardo, él solo negó con la cabeza con una media sonrisa.
La comida se veía y olía muy deliciosa, quería comer todo lo que había en mi plato, pero mi orgullo no me lo permitía.
“¿No comerás?”, preguntó Leonardo.
“No” respondí segura.
“Pensé que tenías hambre, hasta yo escuchaba tu estomago rugir durante todo el camino”, dijo haciendo que me sonrojara
“De hecho, esa fue la única razón por la que decidí que nos detuviéramos aquí no porque tal vez te habría lleva al aeropuerto para irnos a un lugar más lejos”
Yo lo miré muy sorprendida y él me miraba con su típica sonrisa burlona.
Después de diez minutos intentando no comer nada me arrepentí y empecé a comer, y tal como lo esperaba la comida estaba muy deliciosa.
Jamás miré a Leonardo mientras comía, solo miraba muy concentrada mi comida, cuando termine de comer hasta se dibujó una sonrisa en mi rostro.
Siempre me pongo alegre después de comer.
Mary entro y nos dejó un plato con frutas, yo tomé unas fresas y me levanté, me acerqué de nuevo al umbral y seguí disfrutando de la vista.
“¿Por qué me trajiste aquí?”, pregunte sin ni siquiera mirarlo
“Pensaba venir aquí después de la fiesta”, dijo acercándose al varal, yo lo miré mal
“No me refiero venir aquí con Selena”, dijo rápidamente.
“Leonardo ¿Si eres consciente de que abandonaste a tu novia en medio de su fiesta de compromiso?”, dije mirándolo a los ojos.
“Si”, dijo serio.
“Leonardo, la familia de tu novia estaba allí, no puedes solo desaparecer con una mujer desconocida y abandonar a tu novia”, dije frunciendo el ceño.
“Lo sé – dijo viendo hacia el fondo del mar”
“Pero si te soy sincero, no me arrepiento de nada”, dijo con media sonrisa.
“Pero yo sí”, dije mirándolo seria, él me miró.
“¿Por qué?”, preguntó serio.
“A comparación de ti, yo si tengo un jefe él cual debe estar muy enfadado y probablemente me despida por tu culpa”, dije mirándolo enfadada.
“No importa, puedes trabajar conmigo”, dijo encogiéndose de hombros.
“Leonardo ¿Acaso no lo entiendes?”, dije riendo
“Entre nosotros ya no existe nada”.
“¿Enserio?”, dijo acercándose a mí
“Entonces dime que ya no me amas”, dijo mirándome a los ojos.
“No te amo”, dije desviando mi mirada de sus ojos.
“Dime que no me amas mirándome a los ojos”, dijo acercándose más a mí.
“Vete a la m!erda Leonardo”, dije mirándolo a los ojos, pasé a su lado y baje unas escaleras que se dirigían hacia la playa.
Escuché los pasos de Leonardo detrás de mí pero no me detuve, seguí caminando.
“No lo puedes hacer porque todavía me sigues amando”, dijo detrás de mí.
“Aléjate de mí Leonardo”, dije acelerando mi paso.
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