Capítulo 67:

“Tal vez fue a pedir algo para beber”, dijo mirando hacia otro lado que no fueran mis ojos.

“¿Acaso estas nerviosa?”, dije tomando su mentón con su mano

“Te pone nerviosa mi presencia”, dije sonriéndole, me acerqué lentamente a ella

“¿O es que acaso escondes algo más?” susurré cerca de su oído

“¿Qué estas insinuando?”, dijo alejándose de mí.

“Tal vez…” me detuve al escuchar una voz cantando.

Conocía esa voz a la perfección, miré hacia el frente en donde se encontraban las personas que habían contratado para cantar en la fiesta.

Allí estaba Olivia, mi Olivia.

Ella cantaba tan hermoso, miraba muy concentrada las teclas del piano y de vez en cuando levantaba su vista para ver a los demás invitados, literalmente todos dejaron de hablar para ponerle atención a la chica rubia del piano.

Ni siquiera podía quitarle los ojos de encima, llevaba puesto un vestido largo color beige, apostaría cualquier cosa a que ella es la más hermosa de la fiesta.

Cuando miraba a los invitados sonreía haciendo que sus pómulos resaltaran haciéndola lucir muy tierna, sus ojos azules que miraba con tanta dulzura a las demás personas, realmente se veía que estaba disfrutando de este momento.

“Espera un momento… ¿Acaso ella no es tu asistente?”, dijo Selena mirándome con una sonrisa burlona.

“¿Tú la contrataste?”

“No, Louis fue el encargado de organizar la fiesta, él se encargó de todo”, dijo viendo a Olivia

“No sabía que tu secretaria también tocaba en fiestas”.

Ignoré a Selena y seguí poniéndole atención a Olivia.

“Por la forma en que la miras creería que estás enamorado de ella y no de tu prometida”, dijo susurrándome cerca del oído

“A papá no le gustará saber esto”, dijo haciendo un falso puchero.

Yo reí por lo bajo y la miré a los ojos.

“¿Acaso me estas amenazando?”, dije alzando una ceja.

“Tómalo como quieras”, dijo mirándome con una sonrisa victoriosa.

“Si eso quieres”, dije encogiéndome de hombros

“Solo te diré que si quieres jugar con fuego”, me acerque a ella

“Deberías de asegurarte que nadie te vea besándote con tu amante”, dije haciendo que ella se tensara, su sonrisa desapareció y ahora era yo quien sonreía.

“Por favor, no le digas nada a mi padre”, dijo mirándome suplicante.

“Selena, creo que ya va siendo hora de que hablemos mejor de este compromiso”, dije mirándola con una media sonrisa.

“¿A qué te refieres?”, dijo asustada.

Olivia había terminado de cantar y todos empezamos a aplaudir, ella miro a todas las personas con una gran sonrisa, se veía muy emocionada, empezó a ver hacia todos lados como si estuviera buscando a alguien hasta que sus ojos encontraron los míos.

Su expresión cambio inmediatamente al verme, ya no se veía tan feliz como antes, quitó rápidamente su vista de mí y la bajo hacia las teclas del piano.

Unos segundos después ella empezó a tocar y cantar, su voz ya no se escuchaba tan dulce y clara como la primera.

“M!erda”, dije apretando mi mandíbula.

A pesar de su claro disgusto al verme empezó a tocar la canción, casi al final de la canción parecía muy débil, como a punto de quebrarse y todo eso por mi culpa.

Cuando ella terminó de tocar se quedó congelada por unos segundos, uno de sus compañeros se levantó y se sentó a su lado, ella asintió con la cabeza y se alejó del lugar, él empezó a tocar el piano nuevamente y yo me paré para seguir a Olivia.

“¿A dónde vas?”, me dijo Selena tomándome del brazo.

“No te interesa”, dije jalando mi brazo para que ella lo soltara.

Seguí el camino que Olivia había tomado, la vi alejándose a lo lejos y corrí detrás de ella.

“¡Olivia!” la llamé, ella al escuchar mi voz empezó a correr más rápido.

No me detuve en ningún momento, seguí corriendo hasta alcanzarla, cuando estaba cerca de ella la tomé de la mano para que ella se detuviera.

“¡Déjame, Leonardo!”, dijo tratando de liberarse de mi agarre.

“Por favor escúchame”, dije mirándola suplicante.

“¿Quieres que escuche como decidiste contratarme para tu fiesta de compromiso?”, dijo mirándome muy enfadada.

“Lo siento, no sabía que te habían contratado, también fue una gran sorpresa verte aquí”, dije tratando de acercarme a ella, pero ella empezó a retroceder.

“Te dije claramente que no quería volverte a ver y aun así me seguiste hasta aquí”, dijo mirándome con el ceño fruncido, realmente estaba muy enfadada.

“Dijiste que no me amabas y aun así dejaste que te besara”, dije acercándome más a ella.

“Imbécil”.

“Pero aun así, soy el imbécil que amas”, dije sonriéndole.

Vi al hombre que antes había sustituido a Olivia en el piano, no lo dude dos veces y la tomé de la mano para alejarnos de aquí y que él no la viera.

“¿Qué estás haciendo? Suéltame”, dijo tratando de liberarse

“Leonardo suéltame ahora mismo”, dijo, pero yo la seguí ignorando hasta que llegamos al estacionamiento

“Suéltame”.

Tomé sus dos manos con mi mano derecha y las puse arriba de su cabeza, me acerqué tanto a ella que podía sentir su respiración, su expresión era otra ahora se veía sorprendida.

“¿Enserio quieres que te suelte?”, dije muy cerca de sus labios.

Mi corazón estaba latiendo tan rápido que podría jurar que ella puede escuchar mis latidos.

No dije nada más y me acerqué a sus labios para besarla, ambos cerramos nuestros ojos mientras disfrutábamos de nuestro beso, cuando nos alejamos sonreí sobre sus labios.

Olivia con un movimiento rápido se liberó y me dio una bofetada en la cara.

“Imbécil”, dijo todavía con la respiración entrecortada por el beso.

Toqué mi mejilla en donde su mano me había golpeado, sonreí al sentir el dolor y negué con la cabeza.

“Quieres jugar…”, dije todavía acariciando mi mejilla

“Entonces juguemos” La tomé de la cintura y la subí al nivel de mis hombros.

“¡Leonardo bájame!”, dijo golpeando mi espalda con sus puños y dando patadas.

Me acerqué rápidamente a mi auto abrí la puerta del copiloto y la subí a la fuerza, le puse el seguro para bebes para que ella no pudiera abrir la puerta y corrí hacia el lado del conductor.

“Leonardo estás loco, déjame salir ahora mismo del auto”, dijo muy enfadada.

“Te dejaré salir cuando te disculpes conmigo”, mentí.

“Eres un imbécil, no lo haré”, dijo todavía tratando de escapar, pero era inútil.

“Entonces vamos a divertirnos”, dije encendiendo el auto.

A pesar de mis reclamos hacia Leonardo él me ignoro y se puso a manejar, durante los primeros 15 minutos pase gritándole y reprochándole lo que acababa de hacer

¿Y quién no lo haría? Literalmente huyo con otra mujer el día de la fiesta de su compromiso, Leonardo solo se inmutaba a verme con una sonrisa.

Sabía que Leonardo no se detendría si yo seguía con mis berrinches así que solo recosté mi cabeza en la ventanilla mientras veía el camino.

Si me bajaba ahora mismo del auto no sabría qué hacer, ni siquiera sé dónde estábamos y él lo sabía perfectamente.

Tal vez había pasado más de una hora desde que salimos del hotel en donde era la fiesta, tenía mucha hambre porque no había desayunado y tampoco había almorzado, pero me negaba a romper mi orgullo y ser la primera en hablar y menos en decirle que tengo hambre.

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